lunes, 5 de mayo de 2014

Cachito #7: ¡Pedazo viajazo! SOS 4.8 (I)

¡Pedazo viajazo, pedazo festivalazo!

Pablo, es miércoles por la noche. Nadie quiere hacer nada para este puente y todos los planes que has intentado se han venido abajo. Aquí queda poca gente porque los que querían hacer cosas ya se han ido. Compréndelo, es una situación límite: estás al borde de pasar cuatro días recluido en tu habitación viendo series. No es un fin de semana, no: es el puente de mayo entero viendo sol por la ventana y leyendo tuits de gente que está haciendo lo que realmente quieres hacer tú. Tío, espera... ¿Y si haces lo que quieres hacer?

Y he ahí el dilema. Era o quedarme en casa y acabarme alguna temporada de Shameless, actitud loable, o hacer una mochila y atravesar la península ibérica para ir al SOS 4.8, en Murcia. 820 kilómetros. El dilema duró poco. Me voy.

De la noche a la mañana conseguí el abono del festival, en mi condición de especialista en pillar entradas de festis el día de antes, por solo 40 euros. El jueves por la mañana me lo acabé de creer. También conseguí una mochila, objeto que aunque pueda parecer increíble no tengo pese a ser estudiante ejemplar en mis ratos libres. 

Grazie mile, Alessandro.

Hasta entonces, lo de hacerme con la mochila, que me prestó un colega italiano, había sido el reto más difícil. Pero salí a la calle con un cartel que rezaba "Guarda" y la aventura real debía empezar. En mi primera experiencia con el auto-stop alcancé el nivel de euforia demasiado rápido. Llegué a Guarda y pensé que aquello iba a ir rodado. Pero con el cartel de Salamanca no tuve suerte y la noche caía. Aparecía la otra opción, el tren de madrugada. 

Tal vez nunca seré uno de esos polacos, alemanes o belgas o que llegan a sus países de origen del tirón. Será que soy español. Pero era la primera vez y no será la última. A Salamanca llegué a las 5 de la mañana y allí tuve una de esas conversaciones cliente-barman que pasan de lo nimio a lo vital en cuestión de segundos. Que si qué bonito es ser músico, que mi hija también quiere tocar el piano como tú, pero también qué hijosdeputa son los medios, la clase política y los sindicatos. Me acordaré de ese hombre y de ese bar cuando me toque volver a esa ciudad. Seguro.

Hacía frío por la mañana y yo iba demasiado festivalero. El BlaBlaCar milagroso que había encontrado salía a las 14:30 desde Encinas de Abajo. ¡Encinas de Abajo! Pueblo perdido donde los haya. 

#EncinasDeAbajoExiste (#AunqueEstéEnMedioDeLaNada)

Elipsis de seis horas mediante y tras conocer a un pasajero di noi que casi me hace socio del Unionistas de Salamanca -against modern football!-, apareció Murcia. Eran las ocho de la tarde y el día anterior estaba a 800 kilómetros, sin entrada y sin mochila. El móvil de haber ido hasta allí era el simple hecho de improvisar. El cartel no es que me la sudara, había cosas guays, pero en resumen quería hacer algo y no saber qué pasaría después. Como por ejemplo dónde iba a dormir, porque mi entrada no tenía camping. Pero, eh, todavía quedan horas para irse a dormir, eso ya lo estudiaría luego.

Murcia, tierra prometida

Mis ganas de festival aumentaron mucho cuando vi que mi suerte para encontrarme a amigos estaban intactas. Vi a Jorge, que no me conoció con el pelo corto, y nos abrazamos porque el también estaba perdido. Me presentó a tres amigos suyos, él se volvió a perder y yo me quedé con aquél grupo: dos chicas, una de las cuáles creí por un momento que me podría gustar, y un chico gay que más tarde me tiraría los trastos.

Me escabullí para encontrar a Juanba, que tenía mi entrada, y me puse la pulsera azul -otra pulsera azul, joder...- que suponía mi bautismo en el SOS. Entré y salí, dispuesto a perderme conciertos por hacer botellón. Todo muy lógico para haberme cruzado toda la piel de toro hasta Murcia, qué hermosa eres.


Mi primer SOS. Y vaya primera vez.


Allí, perdiéndome a The Strypes y a Trajano!, descubrí que era el yogurín de un grupo de 10 o 12  personas y que lo iba a ser en cualquier grupo con el que estuviera durante el festival -iba en plan nómada, tenía un colega por aquí, otro por allá...-. Y ser yogurín tiene su parte mala... Pero también su parte buena. ¿Se me entiende? Sí, se me entiende. 

¿Pero has venido hasta aquí solo?

Sí llegué a ver Siesta! pero más adelante me perdí Za!. Y también estuve un rato filosofando sobre en qué momento exacto los grupos españoles modernos se empeñaron en exclamar en sus nombres, como si así quisieran dar un susto. Bu!

Siesta! Valencianos! Molan!

¿¿¿Pero has venido hasta aquí solo??? Empezaba a ser la pregunta más repetida de mi festival. Una de las que lo dijo fue María Sobrino, compañera de clase en Castellón y festivalera profesional, que flipó muchísimo cuando me vio. Me alegré mucho cuando la vi, porque ver a María significa estar un festival, y particularmente me alegraba mucho estar en aquél. Creo que a María la he visto más veces de conciertos que en la facultad -no por culpa suya-. 

Pasé de The Kooks por segunda vez en mi vida, aunque bailé She Moves In Her Own Way, que me pilló de paso y mola bastante. Me piré a Él Mató A Un Policía Motorizado, es decir, la versión masculina de Esperanza Aguirre. Los argentinos se sacaron la polla y demostraron que son uno de los mejores grupos en español de la actualidad -el mejor tocaba el día siguiente-. Lo que no sabía es que el cantante era el gordo de Perdidos.


"¡Mujeres beshas y fuertes!" - Hurley

Me falló comprar bebida fuera y eso hizo que me gastara más dinero dentro del festival que en el viaje y la entrada juntos. De hecho, creo que me gasté más pasta en cuatro litros de cerveza que en dos meses enteros en Sagres y Super Bocks. ¡Jodidos tokens, cómo sangraban! Pero el ciego vino justo a la hora perfecta, cuando The Prodigy me hicieron darme cuenta de que mi yo de festivales había regresado. Felicidad absoluta, los que me conocen saben que mi transformación entre realidad/festival es casi kafkiana.


¿Y dormir, pa' quién?

De casualidad vi Dancing Anymore, con tres tías encima del escenario bailando guarro por causas desconocidas. Una de ellas, la menos diestra en el arte del perreo, optó por quitarse la camiseta. La peña se exaltó, yo pensé que eso era jugar sucio y me fui abochornado. 

Directo a The Bloody Beetrots, gran descubrimiento del zapatilleo del Arenal. Había ganas de volverlos a ver, de hecho hubiera sido el único grupo que hubiera visto este finde sí o sí de no ir al SOS: tocaban en la Queima das Fitas de Porto y fijo que hubiera ido. Pero Murcia ganaba de largo a aquella opción. Pillé otro litro de Estrella Levante y me dispuse a la causa de la música pastillera. No me acuerdo del concierto. Pero lo gocé. Fin.


Ximo, Edu, Aarón i cia., me vaig enrecordar de vosaltres en The Bloody Beetrots! ;)

Eran las 6 de la mañana y me acordé de que no tenía sitio donde dormir. Tengo la sensación de que dejé el tema muy para última hora. Encontré a Juanbinho y me dijo que "mone de after" y que "eres uno di noi". Y nos fuimos al after y después encontré sitio para dormir en casa de un colega suyo que, ya de día, nos abrió en calzoncillos. Y Juanba y yo tuvimos que dormir juntos, pero no revueltos. La primera noche allí ya había valido el viaje entero. Todo había salido bien y todo iba a salir mejor. Vaya decisión de miércoles por la noche a jueves por la mañana.

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