jueves, 15 de mayo de 2014

Cachito #10: Erasmus National Meeting, locura en el Algarve


Con un poco de retraso, pero bueno, ahí va.

A ver, nos habían vendido unas vacaciones de Pascua en el Algarve, no una bacanal. Pero eh, que no pasa nada, que si aquí el gasto en condones va a ser mayor que el PIB de algún país de África, conformes. Ningún problema.

Lo primero que escuché al bajar del autobús en Albufeira fue “madre mía, esto va a ser puterío fino”. Y lo oí varias veces. Hacía un tiempo espectacular, eran Pascuas y estábamos allí concentrados gran parte de los Erasmus de todo Portugal.  Casi mil personas en total. Empezaba el Erasmus National Meeting. El viaje prometido. Y prometía.


Esto era lo que se veía desde la piscina. Amo-te Portugal.

Ambientazo Erasmus

Para ser sinceros, y vaya por delante, debí ser de los pocos que no acabara empotrando. Pero me lo pasé genial -no lo digo a modo de premio de consolación, que os conozco- y fueron cuatro días en los que se condensó bastante bien la experiencia de un Erasmus en este país. No sabemos si los de las ESN se querían deshacer de nosotros a base de fiestas o lo hicieron todo de buena fe. Aunque no sea así, porque hubo piernas rotas y muchos a punto estuvimos a punto de morir ahogados, por ejemplo, en la fiesta de la espuma. Pero imaginemos que es lo segundo: se lo curraron mucho.


No había cola. Era broma.

Para entrar al hotel y ponernos la pulsera había que esperar más incluso que para que un coordinador Erasmus conteste un mail. Una cola de tres horas nos dio la bienvenida, pero no pasaba nada, esta vez hasta nos daba igual que los portugueses se dedicaran a ser portugueses, esto es, lentos: estábamos en el Algarve. La primera persona que vi fue a la distinguidísima Laura, a la que no veía desde aquella legendaria noche de El Profesor en Coimbra. Profesor, te seguimos recordando. Sabíamos que no habría un personaje como tú en el Algarve, pero aquel desfase iba por ti. También vi a Carla, mi otra compañera de Castellón en Coimbra. Carla tuvo la mala suerte de perder el móvil -es decir, perder casi la vida, hoy en día- en cierto momento. Pero me consta que aun así ambas lo dieron todo en las fiestas, más que nada porque las vi y estuvieron algún rato conmigo. Y es que así te lo pasas bien sí o sí...

El lugar era paradisíaco, las playas geniales y las vistas únicas. El aparta-hotel tenía la ventaja de ser una suerte campo de concentración positivo. Mucha party people paseando a todas horas, cantando canciones de su ciudad y dejando bien claro lo mucho que han aprendido/desaprendido este año. 


Guerra de almohadas, creo. PD: Encontradme.


Otra cosa que quedó bastante clara fue que los españoles acabaremos invadiendo todos los países a base de irnos de Erasmus. O los invadiremos o las futuras generaciones de europeos estarán repletas de bastardos de origen ibérico. No es que fuéramos mayoría, es que aquello en vez de Albufeira parecía Gandía. Con lo bueno... Y con lo malo. Pero bien, al final te entraba el orgullo patrio y acababas cantando en el bus que si yo soy español y repasando todos los éxitos de los ochenta. Y si queríamos ponernos más patrióticos los valencianos nos arrancábamos con un La manta al coll. Cuando nos seguía alguien, yo lloraba de valencianía.

Descontrol en el Benidorm portugués

Seamos claros, nos habían comentado "Ibiza" y antes he dicho que aquello era como Gandía. Pero no, pensándolo mejor, aquello, por el paisaje urbano ultra-neonizado, con verdes y rojos fosforitos suficientes como para matar a la población mundial de mosquitos, era Benidorm. El Algarve es frecuentado por el turismo inglés y allí todo estaba como en la ciudad alicantina: en dos idiomas y con estilismo de los 60. Todo muy moderno... Moderno de antes. Me flipó muchísimo el hecho de que la plaza de toros fuera "bull ring" y por fuera tuviera aspecto de apartamentos y/o restaurante chungo tipo los que salen en Pesadilla en la Cocina.


Por si necesitabais pruebas. Bulrín.

En fin, pese a que no nos importaba porque para ponernos ciegos daba igual la ciudad... ¡Nos habían llevado a Benidorm, qué hijos de puta, como si fuéramos de viaje del Imserso! Aunque muchos de nosotros ya estamos en peores condiciones que mi abuela -que ojo con mi abuela-.

Lo cierto es que reservaron las mejores discotecas del lugar y cada noche fue a tope. Tres días así y durmiendo poco fue la hostia. Además, ellos mismos te decían lo que había que hacer. A parte del hecho de que al llegar allí te daban cuatro preservativos (hubo gente que hizo acopio de más), si no habías pillado el primer día y tampoco había sonado la flauta el segundo, la fiesta del tercer día se llamaba “Don't tell your boyfriend party”. Y oye, tal cual. Que hay cosas para las que no hacen falta más instrucciones.


Esto... Se trataba de... En fin, ya me entendéis.

Después del inocente rito ceremonial rítmico que observamos en la imagen de arriba, prosigamos.

Parte de bajas

Decía que yo casi morí en la fiesta de la espuma, pero muchos otros estuvieron a punto de hacerlo en las inmensas colas que había para subir a los autobuses que llevaban a las fiestas. Guerras sin cuartel en las que, sin saber cómo, acababas siendo adelantado en la cola por todo el mundo. Bueno, sí se sabe cómo: los demás también eran españoles. Y seamos sinceros, era un hoy por ti mañana por mi: nosotros también nos colamos. No vayamos a ser los gilipollas del lugar. Una amiga encontró ligue de última hora en una de esas colas, por cierto.

Y reseñable también fue como la guerra continuaba en todos los frentes y en cualquier situación. Una chica brasileña random se rompió los ligamentos en la fiesta de la piscina mientras bailaba ella sola. Alguien comentó por ahí que Del Bosque ya no podría contar con ella en la lista del mundial.  La fiesta fue de las más brutales, éramos como 500 personas dentro de una piscina disparándonos con pistolas de agua. Seguro que más de uno ligó a base de balazos. Ahí se veía de todo, os lo juro.


Antes de saltar.
Después de saltar.

Después estuvo aquello del Miss y Mister Erasmus. Porque los de pueblo siempre la montamos más. Y molamos más. El resto de universidades, civilizadas, aplaudían cuando salían sus bellos y bellas representantes. Venga ya, ¿vais al Algarve para aplaudir y quedaros ahí abajo? Aficionados, sosos. Fue decir "Covilhã" y al escenario (de unos 3 metros cuadrados) subimos como 20 personas hooligans a bailar como si no hubiera mañana. La tarima de madera se tambaleaba. Yo pensé que se iba a caer pero ahí había que ser un hombre y seguir saltando. Vivir sin cabeza, morir sin cabeza. Un tipo de origen desconocido se cayó y se dislocó el hombro. 

Los Erasmus covilhanenses montamos una buena locura y dimos miedo a todos los demás, que debieron sentir vergüenza ajena mientras nosotros éramos ajenos a toda vergüenza. El pobre presentador del evento, que minutos atrás hacía campaña para que alguna tía enseñara las tetas, tuvo de repente un ataque de dignidad y sensatez para decirnos que por favor paráramos, que no tenía gracia. Joder, claro que la tenía. Qué cabrón, vaya doble rasero. Merecía que se lo hiciésemos pasar un poco mal, ¿sí o qué?

Comida sana, piromanía y jugar al escondite

Resumen, que fue un gran fin de semana y valió la pena ir. Lo único que lamenté fue que no hubiéramos ido todos los españoles de Covilha. Efectivamente, eran todos mayoría menos nosotros, que éramos un añadido de Polonia. Una pena por ellos, que se lo perdieron. Y quizá con ellos hubiera sido aún mejor. No passa res, tenía a las chicas y (¡por fin!) a un colega con el que poder tener conversación cuando aquellas hablaban de lo que hablan las tías. Que es de follar, de comer y de cerdadas. Mi compañero de aventuras fue Isi, el novio de Alejandra. Un tío de puta madre junto al cual dominé el Spotify todo el fin de semana. Gracias a nosotros fuimos la única habitación del hotel que no tuvo a toda pastilla el “Be, be, be, bela” y por contra defendió el “I, I follow, I follow you, deep sea babe, I follow you. Bueno, a decir verdad tenía que contentar al personal y hubo un poco de cada rollo. Aquí la OFFICIAL PLAYLIST:

Brain with chips' Algarve DJ set

A destacar también que, más allá de las fiestas, pude comer bien y sano durante tres días seguidos. Creo que es récord de todo el Erasmus. Pero no comida hecha por mi -¿por quién me tomáis?-. Fue porque teníamos a una madre en potencia, esto es, a Alba, cocinando para diez o doce personas por día. Exitazo. Olé, olé. Eso por no decir que el día que comimos los macarrones que sobraron, a la vuelta, repetí dos veces mínimo.


"¡A comer, niños!". Lo decía, ya lo creo que lo decía.

En otro orden de cosas, casi me pegan fuego a lo bonzo. ¿Un inglés pirado? ¿Un polaco loco? ¿Una tía resentida? No, una amiga pirómana. Aunque ella dijo no sé qué de un gnomo. No me hagáis explicar su trastorno de personalidad entero porque me lío. Vino en medio de la discoteca, mechero en mano. Estará jugando, tranquilo Pablo. "Hola Pablo, saps què? Un gnomo m'ha dit que tinc que cremar coses!". Todo esto, con el fuego en una mano, mi camisa en la otra y una sonrisa en la cara. Pablo, no está jugando, ¡huye! Y no huí sino que me fui a bailar drum con ella.

Cuentan las leyendas que Mar también entró en la cama de Isi y Alejandra una noche sigilosamente. Ellos se extrañaron y le dijeron que qué hacía. Mar les mandó callar e hizo movimientos con los brazos. "¡Callad, que no me podéis ver, que llevo la capa de invisibilidad!". Después, con la alegría que caracteriza tanto a sus personajes como a ella -aunque en ese momento los personajes se la habían comido a ella definitivamente- se alejó saltando y volviendo con la historia de que era un gnomo.

Esa es mi amiga Mar, o el gnomo, o papá noel, o quién quiera que sea. Ah, y aunque ella también la buscara exhaustivamente por todo el Algarve, Madeleine siguió sin aparecer. Madeleine, ríndete, ya has ganado. ¿Humor negro, dónde? 


Mar tiene la cualidad de ser adorable hasta para dar miedo.

El hecho de que no hubiera mucho español de Covilhã hizo que me tuviera que mover para conocer bastante gente maja. Ah, y mi pelota de fútbol americano dio mucho juego. De hecho así es como más gente se conoce. Eh, y no ligué pero sí se me presentó la oportunidad -"¡ahí, fucker!", callad-. Pero es que se me insinuó la tía más tétrica de toda la expedición de Covilhã. El escenario era el siguiente: las habitaciones eran para cuatro pero, ¡oh, sorpresa!, solo había dos camas individuales. Como de los cuatro, en mi cuarto Ela y Ramón eran pareja, dormían juntos, quedaba una cama y el sofá para la otra chica -polaca- y yo. Pablo, caballeroso, se ofreció para dormir en el sofá y le dejó a la chica la cama. Pero Pablo cometió el craso error de quejarse de que iba a dormir en un sofá tres días. “Ah, no pasa nada, la cama también es tuya, si quieres venir...”. Y eso, que ya tengo el título superior de situaciones incómodas.


Ah, PD.: ¡COVILHÃ ONE, COVILHÃ FIRST, COVILHÃ IS THE NICEST PLACE, LO LO LO LOOOO, LO LOOO LOOO LO LOOOOO, LO LO LO LOOO, LO LO LO LOOOO!”.



domingo, 11 de mayo de 2014

Cachito #9: ¡Pedazo viajazo! SOS 4.8 (III)

El escenario principal se preparaba a toda velocidad para cuatro horas de orgullo gay. Si programas a Pet Shop Boys y a Fangoria el mismo día y a los segundos justo detrás de los primeros -nunca mejor dicho-, es que tienes claro el público objetivo que quieres atraer. Y lo consigues, porque cierto es que son dos leyendas del pop.

Quizá por eso yo prefería emplear esas horas en emborracharme en el Escenario Eroski y volver al recinto ya para darlo todo a la hora Totally Enormous Extinct Dinosaurs y Erol Alkan. Pero no, el grupo de gente con el que iba decidió quedarse y yo con ellos. No pasa nada, aguantaremos en Pet Shop Boys y luego ya veremos, Pablo. Y mi paciencia obtuvo recompensa.



La importancia de conservar las pulseras de festivales aunque te critiquen por ello

Eran ya las dos de la madrugada, en unas horas se acababa el festival y, como sabéis, yo seguía sin tener manera de volver a casa. A Portugal, a 820 kilómetros de allí.

El principal se desalojaba un poco y yo iba a la mía, dudando de si quedarme en Fangoria o ir a ver qué había en el escenario pequeño. De repente, una chica me pilló desprevenido y me cogió el brazo. Se había fijado en mis pulseras. Actualmente llevo ocho en mi brazo derecho así que es ligeramente fácil reparar en ellas. Ya a unos les gusta y otros me dicen que qué sucio que soy y qué incómodo que debe ser, en fin. Pero a aquella chica no es que le gustara el conjunto, es que le llamó la atención una pulsera en especial. 


Venga ya, si no son tantas...

"Eh, espera, no me lo creo... ¡¡Esta pulsera es del Mexefest de Lisboa!! ¡Eso sí que es un festivalazo, que envidia de que hayas estado, siempre he querido ir!". Vaya, esto si que es bizarro, seis meses con la pulsera del Vodafone Mexefest puesta y nunca nadie fuera de Portugal me había hecho referencia a ella. Si me apuráis ni siquiera los propios portugueses. Si habían otras 30.000 personas en el festival 20.000 de ellas hubieran preguntado por la del FIB y 9.999 por la del Arenal. Y me encontró posiblemente la única que sabía qué festival era el Mexefest -que, por cierto, recomiendo a todo el mundo-. Todo esto sucedió en un concierto durante el que a priori yo hubiese preferido hacer botellón en el Eroski. Pero no, estaba allí, era el destino. Eternamente agradecido a partir de entonces a los Pet Shop Boys y a Fangoria.

"Enhorabuena, eres la primera persona que me dice algo sobre el Mexefest en mi vida". Algo así debí decirle. Ella respondió contándome la historia clave. "Verás, es que soy de Badajoz y como estoy en la frontera, al coger las radios de ambos países, siempre me ha gustado mucho la música portuguesa". UN MOMENTO: recapitulemos. ¡Pablo, piensa rápido, aquí hay un dato que te puede salvar en algo! ¿Cuál será ese dato, lo de la radio, lo de la música portuguesa? ¡¡Hostia, joder, claro, ha dicho que es de Badajoz!! Se me encendió la bombilla. Abrí la boca, hablé y esto fue lo que siguió: 

-¡Hey! ¿¿Has dicho que vienes de Badajoz, verdad??

-Sí.

-¿Y has venido en coche?

-Sí.

-¿Puedes llevarme mañana hasta allí?

-Sí, claro.

Whoooooo! -Bien, esto no lo dije, lo pensé, pero como si lo hubiera dicho.

GLORIA, VICTORIA. Habréis llegado vosotros solitos a la conclusión, pero prácticamente de la nada y gracias a una completa desconocida acababa de conseguir transporte hasta la frontera. ¿Quién necesita internet cuando puedes hacer BlaBlaCar en directo? Nos estrechamos la mano y el acuerdo quedó sellado. Una vez en Badajoz, María "Granada", que ya llevaría el coche libre, me recogería e iríamos hasta Covilhã. La vida es fácil, ¿a que sí? Ya no me hacía falta ni emborracharme, aunque por supuesto lo iba a hacer, porque la noche era eufórica a partir de entonces.

Hablando de indie portugués en Murcia: María José

Y así fue, hijos, como conocí a vuestra madre. No, que va, fue como conocí a María Jose, alias MJ. Mi futura conductora era toda una veterana del mundillo de los festivales. Cuando ella empezó a escuchar Oasis, yo hacía muñequitos de plastilina en preescolar. Cuando hizo su primer festival, yo debería estar en quinto de primaria. Me habló del Paredes de Coura -he de ir sí o sí-, del Optimus Alive, del Super Bock Super Rock, de su único FIB, el de la tormenta en 2009... Yo le dije que pese a mi corta edad llevaba dos de esos y que este año tocaba Primavera Sound de Oporto. Le volvió un poco la envidia. 


El Paredes de Coura tiene tantas fotos bonitas que mejor las demás las buscáis
vosotros en Google. 

Pero sin duda moló mucho cuando empezamos a hablar de grupos portugueses sobre los cuáles jamás había podido hablar con nadie. MJ, por supuesto, sabía mucho más que yo, novato pero curioso en esto de la música portuguesa. 

No se podía creer que yo hubiera estado en el festival de Alpedrinha -un festi indie en un pueblo de 1.000 personas en medio de la sierra-, donde fueron Peixe:avião, Long Way To Alaska, The Happy Mess o First Breath After A Coma. Si había pocas personas que conocían el Mexefest, existían aún menos que conocieran el Aragens de Alpedrinha. También comentamos que ese día en Castelo Branco estaba tocando su grupo portugués favorito, Linda Martini, y que el día anterior, en Fundão, habían estado Capitão Fausto, a los que coincidimos en definir como los Tame Impala portugueses. 



(Esto fue en aquel festi de Alpedrinha, estos tíos se marcaron una buena versión del Wait de M83. Como si la versionaran Explosions In The Sky) 

Ella había pinchado música portuguesa hacía poco en un garito de Badajoz y su sesionaza llevaba por nombre una de las mayores verdades del pueblo luso: "Portugueses con pelazo". Creo que después de eso yo renombraré la mía de música pachanguera del Artbaró a "Portuguesas con culazo". 

En fin, toda la calidad de los grupos de este párrafo y bastante más en su lista de Spotify. Si tenéis curiosidad por el portugués y por la buena música que se hace a este lado de la frontera, esto es "Portugueses con pelazo". No viváis de culo a Portugal, altamente recomendada, sí señor:


Moraleja de todo esto que aconteció entre Pet Shop Boys y Fangoria: las pulseras de festivales te pueden salvar la vida y además te hacen conocer gente. Incluso si las acumulas de una manera antihigiénica y se acercan peligrosamente hasta el codo. Conservad vuestras pulseras, insensatos, son recuerdos, trofeos y os ahorran dinero y sufrimiento incluso meses después de que se acabe el festival en sí ;) Son las medallas militares de nuestro tiempo.

Alaska y Mario

Prosigamos. No sé como habla de mi esto pero me quedé a Fangoria. Llegó Alaska haciendo un espectáculo enlatado de colorines, verbena y Eurovisión, que poco tiene que aportar. Aquella suerte de coreografías simultáneas ochenteras me recordaba a los coristas de Kakkmaddafakka... Con la diferencia de que los de Fangoria se lo tomaban en serio y daba algo de penilla. Pero a mi me daba ya todo igual, tenía coche para volver y no importaba nada más. Y en esas salió Mario Vaquerizo a darme la razón con "su" Me encanta, me da igual. La gente enloqueció dando cuenta del nivel cultural de este/ese país. Con dos himnos de la movida como A Quién Le Importa y Ni Tú Ni Nadie, la locura llegó a otro nivel.

Erol Alkan dejaba electrónica de calidadpero aburría a partes iguales, y Totally Enormous Extinct Dinosaurs venía en DJ set, así que no iba ni vestido de Pokémon. Una puta trola, vamos. Nos fuimos a La Movida Madrilona, que cerraban el escenario de DJs y llegó un momento en el que nos echaron del festival.

Siempre apurando festival. La Movida Madrilona.


Se trata de sociabilizar hasta en la parte de atrás de un taxi

Había sido un gran primer SOS, sin ninguna duda. Como ya os avanzaba, todo había salido de cara. Pero había que rematar como señores: tocaba cumplir de after. Yo me fui con Juanba. Mi plan era no dormir, porque a las 12 había quedado con MJ para volverme a casa. No sé en qué momento del camino nos encontramos a unos amigos de Juanba, ¡ah, sí, en el parking, cómo no! y nos fuimos en dos taxis hacia el after, que era la Sala B

En la parte de atrás de mi taxi tuve la suerte coincidir con Maryna, única chica en ese grupo di noi que llegamos vivos a las 8 de la mañana -me posiciono bien, yo-. A Maryna, ilicitana, le conté mi vida entera en los diez minutos de trayecto y pareció hacerle gracia, porque seguimos hablando al salir. Resultó ser una chica bastante crack, del rollo, así que la charla fue guay. Tiene potencial de festivalera, gran última persona para conocer en el SOS. Por cierto, le apunté la dirección de este blog, me encontró así y ahora se ha hecho fan. DATO: que sois ya cuatro o cinco groupies del blog, podríais montarme un club de fans y no pasaría nada. Como idea, ahí os la dejo.


Mañaneo con Maryna.

Maryna y yo éramos los más sanos pero también los que más a tope bailaban en el after. Como había de ser. Salimos a las 10 de la mañana de allí con Juanba casi literalmente cadáver y yo fresquísimo habiendo bebido tres cervezas más para desayunar. Me miré el bolsillo, me quedaba un euro del presupuesto que me había marcado para el finde. Mamá, mira, hasta para hacer irresponsabilidades me administro bien. Siéntete orgullosa.

Ancha es Castilla, además de verdad

No quería dormirme pero acabé cerrando los ojos en casa del colega de Juanba del día anterior. Pero cerré los ojos demasiado y una llamada me despertó, era  María José. ¡¡Joder, que son las 12!! ¿A que se ha ido sin mi y me toca quedarme en Murcia? Me levanté de un bote, ni me cambié y salí escopeteado. El BlaBlaCar de ida dijo de mi que era "puntual". La primera vez en mi vida que me lo decían. Y la última, porque MJ no puede decir lo mismo. Hice 20 minutos tarde pero me esperó y salimos rumbo a la otra punta de la península.

El viaje fue de querer dormir pero también querer hablar, de música, por supuesto. Gran conductora, gran compañía de viaje y mejor banda sonora. Nos permitimos el lujo de emocionarnos sobre todo cuando sonó Ser Brigada y recordamos el día anterior. Un poco de retención a la altura de Albacete, nada en Villarrobledo. Me acordé de Claudia e Iris, mis amigas de Covilhã que habían andado por allí desfasando no sé si más aún que yo. 

Estuvimos como 50 kilómetros en reserva porque al parecer la moda de las gasolineras todavía no ha llegado a La Mancha. De hecho, tuvimos que entrar en Daimiel, donde preguntamos a gente que parecía sacada de Muchachada Nui. Juro que eran creaciones mentales de Joaquín Reyes, si no no se explica. Bajábamos la ventanilla, preguntábamos por la gasolinera más cercana y respondían  llevándose las manos a la cabeza y diciendo que "uh, mu'lejos, almejor, almejor, p'allá, al fondo, tas mu'lejos!". Y estábamos a dos kilómetros. 


Y yo que, en mi ignorancia, pensaba que era ficción.

Comimos allí, en medio de una comunión, y seguimos el viaje con el fútbol puesto en la COPE. El Atlético de Madrid palmó -yo me acordaba de Pet Shop Boys la noche anterior- y el Villarreal empató en Sevilla clasificándose por fin para Europa. Y los dos sentenciábamos que cómo molaba escuchar el fútbol un fin de semana en la radio y yendo en coche. Nos indignábamos cuando se iba la frecuencia de la COPE porque nos tocaba oír Carrusel y nos dábamos cuenta de lo raro que hubiera sido eso hace cinco años. Llegamos a Badajoz a las 21:30 y me dio la idea de la noche, porque me tocaba esperar un rato largo a María: pues ves al cine. Pues claro que sí, claro que voy al cine. Si es que no se podía cerrar mejor un viaje improvisado que improvisando hasta el final.

¿Y si le pongo el broche de oro y entro al cine?

Me planté a las diez de la noche en un centro comercial de Badajoz. La gente me miraba, quizá por las pintas demasiado hipsters -camiseta a rayas horizontales de colores, pantalón amarillo y chanclas- y pedí una para Ocho Apellidos Vascos. Solo por la paliza que dais los que vivís en España y habéis ido, era la mejor oportunidad -y única- para verla. Y joder, tenía ganas de ir al cine y comer (muchas) palomitas (muchísimas). Me lo pasé bien, salí y esperé aún una hora más a María. 


¿Para qué esperar tres horas en la calle cuando puedes esperar estar en el cine?

Hacía una noche espectacular en Badajoz y me hubiera gustado poder compartirla con alguien. Pensé que ya era verano y que a esto le quedan pocos coletazos. Pero no me deprimí, porque quedan cosas buenas en ambos bandos de esta historia. Que el epílogo molará.

Del SOS, qué decir, descubrí que es verdad aquello que dicen. Es de los festivales donde mejor te lo pasas. Será que es el primero del año y la gente va con más ganas -en todos los sentidos. Me alegró comprobarlo aunque para ello me tuviera que hacer 800 kilómetros. Yo solo. Acabó siendo una de las mejores experiencias de todo el Erasmus. Y ciertamente mejor que haberme quedado en la residencia viendo series. Total, ya me he puesto al día con Juego de Tronos. (Tengo ganas de soltaros un spoiler, pero mejor me lo guardaré en forma de camiseta para el FIB. Si el año pasado salí con un puñetazo de un guiri, este año puedo morir)


Gran representación Erasmus de Covilhã en el SOS.

Llegó María, me dijo "qué pasa guapo", como siempre dice, y nos adentramos en Portugal. Cantamos un rato y me dormí por fin tras muchas horas sin poder. Llegamos a Covilhã a las tres de la mañana. Cuatro días antes me iba a quedar allí, tres días antes no tenía donde dormir en Murcia, un día antes no sabía cómo iba a volver. Pero, como diría David Albelda, yo nunca vi peligrar el resultado.



Fin

jueves, 8 de mayo de 2014

Cachito #8: ¡Pedazo viajazo! SOS 4.8 (II)

Había llegado a Murcia a un festival a las 8 de la tarde del día anterior sin sitio para dormir, con 30.000 personas más en campings y/o condiciones deplorables... Y yo estaba durmiendo como un señor en una cama y, lo que es más importante, sin pagar un duro. Dormí hasta las dos de la tarde, cosa que estando de festival se valora incluso más que follar. Y me duché, porque ese día había agua en Murcia. 

Escenario Eroski

Entonces tocó soportar la resaca, aunque para consuelo mío tenía a mi alrededor a unas diez personas de entre cinco y diez años más que yo y al lado de sus caras lo mío podía considerarse una mañana fresca y feliz. No quiero hacerme mayor.

Comimos en un chino muy loco que tenía regalos random en los estantes. Un parchís, un muñeco de peluche, unas pistolas de agua... Todo como muy sacado de Ilustres Ignorantes (programa de Canal + que si no habéis visto, debéis ver). En cuanto al resto, el local era muy normal, es decir, muy idéntico al resto de restaurantes chinos de la península. Ocurre lo mismo que con todos los edificios de supermercados Lidl. Es posible que el mismo arquitecto diseñara tanto chinos como Lidls. El caso es que debí portarme mal comiendo porque los chinos del lugar no me recompensaron con ninguna de esos preciados objetos de las estanterías. En fin, era barato y podías comer como por tres personas de mi tamaño. Me valió.

Acabamos y de ahí nos fuimos directos al escenario con mejor ambiente del SOS, esto es, al Escenario Eroski. Ni Estrella Levante, ni Jägermeister, ni pollas. A aquella hora todavía estaba tranquilo, pero de noche ahí, si los dueños del hipermercado tuvieran visión de negocio, se podía montar perfectamente un festival paralelo que tumbaría a cualquier evento indie. España necesita ya un festival en un parking. De nada por la idea.

La jerga "di noi"

Juanba aprovechó para entregarme el verdadero horario del SOS, sabiduría popular en un fragmento de papel plastificado. Sí, estaba plastificado:


Dicen que si eres capaz de entenderlo todo a la primera
eres uno di noi al instante.

Cada grupo de festivaleros tiene sus frases, sus idiosincrasias, sus detalles que hacen de su experiencia un ritual cita tras cita. Bien, a esas horas empezamos a divulgar también la palabra de Albelda, cuyo epic fail en la radio unos días antes pasó a formar parte las frases míticas del festival para cualquier situación. Minuto 93, el Valencia va ganando 3-0 pero un gol del Sevilla le deja fuera de la final de la UEFA:




"Yo no he visto peligrar la eliminatoria en ningún momento", "no quiero ser gafe", "NO ME JODAS, COÑO". Clásicos instantáneos.

Pero eso solo era lo último. Lo que yo no sabía es que Juanba y el resto de su banda llevaban su ritual un paso más allá. Y es digno de contar. Esto no es broma, esto es totalmente verídico y si queréis triunfar en un festival os recomiendo que os pongáis manos a la obra e inventéis un método similar. Y si no tenéis originalidad en vuestro ser, siempre podéis ser zafios y ruines y copiarles. La cuestión era hacer pegatinas personalizadas. Sí, pegatinas: 


 
 

Si les entráis con esto y mínimo no les hace gracia, el problema no es vuestro.

TAB y Pony Bravo = gran tarde

Esa tarde no me podía quedar mucho rato en el Eroski, porque mi planning de conciertos empezaba muy pronto pero muy bien. Con to'l solaco pero con los conciertos que molan más torrándote -¿cómo se dice "torrar-se" en castellano?- y menos gente. Era la primera vez que iba a ver a Triángulo de Amor Bizarro, es decir, las nuevas estrellas místicas del pop en español. Arrancaron con su set y no pusieron stop hasta el final. Lo agradecí, canté, cerré los ojos e imaginé estar en el FIB dentro de unos meses. Molará.

Lo mejor del concierto, no obstante, no fueron ni Estrellas Místicas ni De la Monarquía a la Criptocracia. Lo mejor, e insuperable, fue cumplir un sueño de mi vida de postureo festivalero. Sabrina, la novia de Sebas, me regaló mi primer cartel de "Pedazo Temazo" y la abracé como si me hubiera dado la discografía entera de Oasis en cassette. 


En el fondo, Triángulo de Amor Bizarro en el escenario principal.

Ya con el cartel en mis manos, que llegó en el mejor concierto posible y ha viajado vivo hasta Covilhã, nos piramos al show más pro de la tarde. Pony Bravo son de este tipo de gente que deberían meter a las tres de la mañana cuando ya vas pasao por encima de tus posibilidades. Porque con algo encima, letras como "vótenme porque mi rumba está buena", "lo que pasa en Eurovegas, en Eurovegas se queda" descojonan mucho más. Tú vas puesto y ellos también, se igualan las condiciones.




Damon Albarn, el organillero

Ya se ha podido deducir que soy fan de Oasis y no de Blur. Pero tocaba ir a ver a Damon Albarn (cantante de Blur, para aquellos no duchos en la ciencia exacta del britpop). Y oye, una experiencia sónica tremenda, un directo casi calcado a su disco en solitario: casi me duermo con una cosa y con la otra. (Aunque después solo he leído críticas positivas, en fin...)

Moló mucho darme cuenta de que, además, el tío no tocó su reluciente piano en ninguna canción, sino que movía los dedos al tuntún -se notaba en los planos de las pantallas gigantes-. Era como si el "Toston" Albarn se hubiera recorrido las miles de verbenas de pueblo que alberga España, hubiera recopilado información sobre los hábitos de ese virtuoso del organillo en playback, especie protegida de las orquestillas de verbena, y hubiera ido a Murcia a colar esa tradición tan española como cabeza de cartel de un festival. Olé tus huevos, Mr. Albarn. Hubiera molado aún más si hubieras metido un par de covers rollo Paquito Chocolatero o Viva El Pasodoble.

En su favor hay que decir que sí tocó el piano en la última y que, además, esa última fue la mejor que podía haberse marcado. Si antes de ir a Murcia me preguntan "¿qué canción de Blur quieres que toque Damon?", hubiera dicho sin dudarlo que Tender. Pues el tío sacó a un coro de negros y una voz espectacular nos puso a todos los pelos de punta. Genial final, salvó hasta el playback previo.

Me apetecía ir al hermano pequeño del Escenario Eroski, es decir, al Escenario McDonalds, pero entonces vi que a mi derecha sonaba Ser Brigada y me quedé a darlo todo con la última y mejor de León Benavente. Desde Lisboa a Perpignan, esta vez, fue desde Covilhã a Murcia. Brutal, #MomentaSOS:




A desilusão da minha vida: vergonha!

Pero bueno, como esto no es una crónica musical -al uso, al menos-, vamos con otras cosas. Deseché la idea del McDonalds porque luego vi un puesto que me emocionó como pocas cosas en mi corta vida. En un alarde de patriotismo portugués, mi corazón se tornó rojo y verde al ver un letrero reluciente que rezaba, en los mismos colores, "COMIDA PORTUGUESA". 

Allí que fui, de cabeza. Era el destino, era real. Llegué y mis gracias al cielo se podían oír hasta en Cartagena. ¡¡¡Por fin me atendía una mujer con bigote y tres dientes de menos!!! Estaba en casa, lo podía notar... Pero todo acabó siendo una terrible farsa sin gracia ninguna.

-Olá, boa noite! -exclamé entusiasmado,

-Boa noite! -me respondió la señora en portugués. ¡Bien, son de los míos!

-Há bifanas aqui?? -Si había comida portuguesa, era IMPOSIBLE que no hicieran bifanas, lomo empanado luso que venden hasta en los McDonalds (sí, hay McBifana®). La bifana es algo así como la solución perfecta y básica para el hambre pre y post-alcóholica. Tenía que haber, pero...

Esto quería yo, una bifana. No os dejéis engañar por su pobre aspecto.

-Não, aqui só fazemos hambúrgueres e cachorros... -¿¿QUÉ?? ¿Qué clase de broma era esa?  ¿¿Hamburguesas y perritos como comida portuguesa? Qué insulto a las francesinhas, las tostas mixtas y el bacalhau à braz...

-Mas aqui no cartaz diz "comida portuguesa"... -repliqué.

-Já, mas os portugueses somos nós, os que fazemos a comida...

Y la señora desdentada lo dijo tan normal, y me marché indignado. Y sin bifana. La peor publicidad engañosa que vi desde que me dijeron que Periodismo era una carrera con futuro.

Phoenix, empieza la noche

De ahí a Phoenix, y se me pasó el enfado probablemente hicieron el mejor concierto del festival. Mucho temazo para rellenar el set y sacar el cartelito a relucir. Juegos visuales molones. Sonó 1901 y llamé a Alejandra, amiga de Covilhã a la que propuse ir a Murcia pero se rajó, y aunque me lo cogió, al volver a casa me di cuenta de que no se había enterado de una mierda al teléfono. La intención es lo que cuenta, pero la pasta que me dejé me la devolverá en Sagres.

Eran pasadas las doce y esta vez mi eventual situación futura era aún peor que el día anterior. No es que no tuviera sitio donde dormir, que tampoco. Era que no sabía como volver a Covilhã. Sí, había ido sin plan de vuelta. Estoy en ese punto en el que la osadía se encuentra con la idiotez. 

María, una compañera de Erasmus, también se volvía a Portugal el día siguiente... Pero desde Granada. También estaba en el SOS, curiosamente, pero ya eran cinco en el coche hasta la ciudad andaluza. Eso me dejaba sin manera de ir a Granada. A esa hora hora de la noche no sabía que por el destino, o lo que sea, jamás necesitaría pisar Granada.


TO BE CONTINUED...

lunes, 5 de mayo de 2014

Cachito #7: ¡Pedazo viajazo! SOS 4.8 (I)

¡Pedazo viajazo, pedazo festivalazo!

Pablo, es miércoles por la noche. Nadie quiere hacer nada para este puente y todos los planes que has intentado se han venido abajo. Aquí queda poca gente porque los que querían hacer cosas ya se han ido. Compréndelo, es una situación límite: estás al borde de pasar cuatro días recluido en tu habitación viendo series. No es un fin de semana, no: es el puente de mayo entero viendo sol por la ventana y leyendo tuits de gente que está haciendo lo que realmente quieres hacer tú. Tío, espera... ¿Y si haces lo que quieres hacer?

Y he ahí el dilema. Era o quedarme en casa y acabarme alguna temporada de Shameless, actitud loable, o hacer una mochila y atravesar la península ibérica para ir al SOS 4.8, en Murcia. 820 kilómetros. El dilema duró poco. Me voy.

De la noche a la mañana conseguí el abono del festival, en mi condición de especialista en pillar entradas de festis el día de antes, por solo 40 euros. El jueves por la mañana me lo acabé de creer. También conseguí una mochila, objeto que aunque pueda parecer increíble no tengo pese a ser estudiante ejemplar en mis ratos libres. 

Grazie mile, Alessandro.

Hasta entonces, lo de hacerme con la mochila, que me prestó un colega italiano, había sido el reto más difícil. Pero salí a la calle con un cartel que rezaba "Guarda" y la aventura real debía empezar. En mi primera experiencia con el auto-stop alcancé el nivel de euforia demasiado rápido. Llegué a Guarda y pensé que aquello iba a ir rodado. Pero con el cartel de Salamanca no tuve suerte y la noche caía. Aparecía la otra opción, el tren de madrugada. 

Tal vez nunca seré uno de esos polacos, alemanes o belgas o que llegan a sus países de origen del tirón. Será que soy español. Pero era la primera vez y no será la última. A Salamanca llegué a las 5 de la mañana y allí tuve una de esas conversaciones cliente-barman que pasan de lo nimio a lo vital en cuestión de segundos. Que si qué bonito es ser músico, que mi hija también quiere tocar el piano como tú, pero también qué hijosdeputa son los medios, la clase política y los sindicatos. Me acordaré de ese hombre y de ese bar cuando me toque volver a esa ciudad. Seguro.

Hacía frío por la mañana y yo iba demasiado festivalero. El BlaBlaCar milagroso que había encontrado salía a las 14:30 desde Encinas de Abajo. ¡Encinas de Abajo! Pueblo perdido donde los haya. 

#EncinasDeAbajoExiste (#AunqueEstéEnMedioDeLaNada)

Elipsis de seis horas mediante y tras conocer a un pasajero di noi que casi me hace socio del Unionistas de Salamanca -against modern football!-, apareció Murcia. Eran las ocho de la tarde y el día anterior estaba a 800 kilómetros, sin entrada y sin mochila. El móvil de haber ido hasta allí era el simple hecho de improvisar. El cartel no es que me la sudara, había cosas guays, pero en resumen quería hacer algo y no saber qué pasaría después. Como por ejemplo dónde iba a dormir, porque mi entrada no tenía camping. Pero, eh, todavía quedan horas para irse a dormir, eso ya lo estudiaría luego.

Murcia, tierra prometida

Mis ganas de festival aumentaron mucho cuando vi que mi suerte para encontrarme a amigos estaban intactas. Vi a Jorge, que no me conoció con el pelo corto, y nos abrazamos porque el también estaba perdido. Me presentó a tres amigos suyos, él se volvió a perder y yo me quedé con aquél grupo: dos chicas, una de las cuáles creí por un momento que me podría gustar, y un chico gay que más tarde me tiraría los trastos.

Me escabullí para encontrar a Juanba, que tenía mi entrada, y me puse la pulsera azul -otra pulsera azul, joder...- que suponía mi bautismo en el SOS. Entré y salí, dispuesto a perderme conciertos por hacer botellón. Todo muy lógico para haberme cruzado toda la piel de toro hasta Murcia, qué hermosa eres.


Mi primer SOS. Y vaya primera vez.


Allí, perdiéndome a The Strypes y a Trajano!, descubrí que era el yogurín de un grupo de 10 o 12  personas y que lo iba a ser en cualquier grupo con el que estuviera durante el festival -iba en plan nómada, tenía un colega por aquí, otro por allá...-. Y ser yogurín tiene su parte mala... Pero también su parte buena. ¿Se me entiende? Sí, se me entiende. 

¿Pero has venido hasta aquí solo?

Sí llegué a ver Siesta! pero más adelante me perdí Za!. Y también estuve un rato filosofando sobre en qué momento exacto los grupos españoles modernos se empeñaron en exclamar en sus nombres, como si así quisieran dar un susto. Bu!

Siesta! Valencianos! Molan!

¿¿¿Pero has venido hasta aquí solo??? Empezaba a ser la pregunta más repetida de mi festival. Una de las que lo dijo fue María Sobrino, compañera de clase en Castellón y festivalera profesional, que flipó muchísimo cuando me vio. Me alegré mucho cuando la vi, porque ver a María significa estar un festival, y particularmente me alegraba mucho estar en aquél. Creo que a María la he visto más veces de conciertos que en la facultad -no por culpa suya-. 

Pasé de The Kooks por segunda vez en mi vida, aunque bailé She Moves In Her Own Way, que me pilló de paso y mola bastante. Me piré a Él Mató A Un Policía Motorizado, es decir, la versión masculina de Esperanza Aguirre. Los argentinos se sacaron la polla y demostraron que son uno de los mejores grupos en español de la actualidad -el mejor tocaba el día siguiente-. Lo que no sabía es que el cantante era el gordo de Perdidos.


"¡Mujeres beshas y fuertes!" - Hurley

Me falló comprar bebida fuera y eso hizo que me gastara más dinero dentro del festival que en el viaje y la entrada juntos. De hecho, creo que me gasté más pasta en cuatro litros de cerveza que en dos meses enteros en Sagres y Super Bocks. ¡Jodidos tokens, cómo sangraban! Pero el ciego vino justo a la hora perfecta, cuando The Prodigy me hicieron darme cuenta de que mi yo de festivales había regresado. Felicidad absoluta, los que me conocen saben que mi transformación entre realidad/festival es casi kafkiana.


¿Y dormir, pa' quién?

De casualidad vi Dancing Anymore, con tres tías encima del escenario bailando guarro por causas desconocidas. Una de ellas, la menos diestra en el arte del perreo, optó por quitarse la camiseta. La peña se exaltó, yo pensé que eso era jugar sucio y me fui abochornado. 

Directo a The Bloody Beetrots, gran descubrimiento del zapatilleo del Arenal. Había ganas de volverlos a ver, de hecho hubiera sido el único grupo que hubiera visto este finde sí o sí de no ir al SOS: tocaban en la Queima das Fitas de Porto y fijo que hubiera ido. Pero Murcia ganaba de largo a aquella opción. Pillé otro litro de Estrella Levante y me dispuse a la causa de la música pastillera. No me acuerdo del concierto. Pero lo gocé. Fin.


Ximo, Edu, Aarón i cia., me vaig enrecordar de vosaltres en The Bloody Beetrots! ;)

Eran las 6 de la mañana y me acordé de que no tenía sitio donde dormir. Tengo la sensación de que dejé el tema muy para última hora. Encontré a Juanbinho y me dijo que "mone de after" y que "eres uno di noi". Y nos fuimos al after y después encontré sitio para dormir en casa de un colega suyo que, ya de día, nos abrió en calzoncillos. Y Juanba y yo tuvimos que dormir juntos, pero no revueltos. La primera noche allí ya había valido el viaje entero. Todo había salido bien y todo iba a salir mejor. Vaya decisión de miércoles por la noche a jueves por la mañana.