Con un poco de retraso,
pero bueno, ahí va.
A ver, nos habían
vendido unas vacaciones de Pascua en el Algarve, no una bacanal. Pero
eh, que no pasa nada, que si aquí el gasto en condones va a ser
mayor que el PIB de algún país de África, conformes.
Ningún problema.
Lo primero que escuché al bajar del autobús en Albufeira fue “madre
mía, esto va a ser puterío fino”. Y lo oí varias veces. Hacía un tiempo espectacular, eran Pascuas y
estábamos allí concentrados gran parte de los Erasmus de todo
Portugal. Casi mil personas en total. Empezaba el Erasmus National Meeting. El viaje
prometido. Y prometía.
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Esto era lo que se veía desde la piscina. Amo-te Portugal. |
Ambientazo Erasmus
Para ser sinceros, y vaya
por delante, debí ser de los pocos que no acabara empotrando. Pero me lo pasé genial -no lo digo a modo de premio de
consolación, que os conozco- y fueron cuatro días en los que se condensó bastante
bien la experiencia de un Erasmus en este país. No sabemos si los de
las ESN se querían deshacer de nosotros a base de fiestas o lo hicieron todo de buena fe.
Aunque no sea así, porque hubo piernas rotas y muchos a punto
estuvimos a punto de morir ahogados, por ejemplo, en la fiesta de la
espuma. Pero imaginemos que es lo segundo: se lo curraron mucho.
Para entrar al hotel y ponernos la pulsera había que esperar más incluso que para que un coordinador Erasmus conteste un mail. Una cola de tres horas nos dio la bienvenida, pero no pasaba nada, esta vez hasta nos daba igual que los portugueses se dedicaran a ser portugueses, esto es, lentos: estábamos en el Algarve. La primera persona que vi fue a la distinguidísima Laura, a la que no veía desde aquella legendaria noche de El Profesor en Coimbra. Profesor, te seguimos recordando. Sabíamos que no habría un personaje como tú en el Algarve, pero aquel desfase iba por ti. También vi a Carla, mi otra compañera de Castellón en Coimbra. Carla tuvo la mala suerte de perder el móvil -es decir, perder casi la vida, hoy en día- en cierto momento. Pero me consta que aun así ambas lo dieron todo en las fiestas, más que nada porque las vi y estuvieron algún rato conmigo. Y es que así te lo pasas bien sí o sí...
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No había cola. Era broma. |
Para entrar al hotel y ponernos la pulsera había que esperar más incluso que para que un coordinador Erasmus conteste un mail. Una cola de tres horas nos dio la bienvenida, pero no pasaba nada, esta vez hasta nos daba igual que los portugueses se dedicaran a ser portugueses, esto es, lentos: estábamos en el Algarve. La primera persona que vi fue a la distinguidísima Laura, a la que no veía desde aquella legendaria noche de El Profesor en Coimbra. Profesor, te seguimos recordando. Sabíamos que no habría un personaje como tú en el Algarve, pero aquel desfase iba por ti. También vi a Carla, mi otra compañera de Castellón en Coimbra. Carla tuvo la mala suerte de perder el móvil -es decir, perder casi la vida, hoy en día- en cierto momento. Pero me consta que aun así ambas lo dieron todo en las fiestas, más que nada porque las vi y estuvieron algún rato conmigo. Y es que así te lo pasas bien sí o sí...
El lugar era paradisíaco,
las playas geniales y las vistas únicas. El aparta-hotel tenía la
ventaja de ser una suerte campo de concentración positivo. Mucha
party people paseando a todas horas, cantando canciones de su
ciudad y dejando bien claro lo mucho que han aprendido/desaprendido este año.
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Guerra de almohadas, creo. PD: Encontradme. |
Otra cosa que quedó bastante clara fue que los españoles acabaremos
invadiendo todos los países a base de irnos de Erasmus. O los
invadiremos o las futuras generaciones de europeos estarán repletas
de bastardos de origen ibérico. No es que fuéramos mayoría, es que
aquello en vez de Albufeira parecía Gandía. Con lo bueno... Y con
lo malo. Pero bien, al final te entraba el orgullo patrio y acababas
cantando en el bus que si yo soy español y repasando todos los
éxitos de los ochenta. Y si queríamos ponernos más patrióticos
los valencianos nos arrancábamos con un La manta al coll.
Cuando nos seguía alguien, yo lloraba de valencianía.
Descontrol en el Benidorm portugués
Seamos claros, nos habían comentado "Ibiza" y antes he dicho que
aquello era como Gandía. Pero no, pensándolo mejor, aquello, por el
paisaje urbano ultra-neonizado, con verdes y rojos fosforitos suficientes como
para matar a la población mundial de mosquitos, era Benidorm. El Algarve es frecuentado por el turismo inglés y allí todo estaba como en la ciudad alicantina: en dos idiomas y con estilismo de los 60. Todo muy moderno... Moderno de antes. Me flipó muchísimo el hecho de que la plaza de toros fuera "bull ring" y por fuera tuviera aspecto de apartamentos y/o restaurante chungo tipo los que salen en Pesadilla en la Cocina.
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Por si necesitabais pruebas. Bulrín. |
En fin, pese a que no nos importaba porque para ponernos ciegos daba igual la ciudad... ¡Nos
habían llevado a Benidorm, qué hijos de puta, como si fuéramos de
viaje del Imserso! Aunque muchos de nosotros ya estamos en peores
condiciones que mi abuela -que ojo con mi abuela-.
Lo cierto es que
reservaron las mejores discotecas del lugar y cada noche fue a tope.
Tres días así y durmiendo poco fue la hostia. Además, ellos mismos
te decían lo que había que hacer. A parte del hecho de que al
llegar allí te daban cuatro preservativos (hubo gente que hizo
acopio de más), si no habías pillado el primer día y tampoco
había sonado la flauta el segundo, la fiesta del tercer día se llamaba
“Don't tell your boyfriend party”. Y oye, tal cual. Que
hay cosas para las que no hacen falta más instrucciones.
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Esto... Se trataba de... En fin, ya me entendéis. |
Después del inocente rito ceremonial rítmico que observamos en la imagen de arriba, prosigamos.
Parte de bajas
Decía que yo casi morí
en la fiesta de la espuma, pero muchos otros estuvieron a punto de
hacerlo en las inmensas colas que había para subir a los autobuses
que llevaban a las fiestas. Guerras sin cuartel en las que, sin saber
cómo, acababas siendo adelantado en la cola por todo el mundo. Bueno,
sí se sabe cómo: los demás también eran españoles. Y seamos
sinceros, era un hoy por ti mañana por mi: nosotros también nos colamos. No vayamos a ser
los gilipollas del lugar. Una amiga encontró ligue de última hora
en una de esas colas, por cierto.
Y reseñable también fue
como la guerra continuaba en todos los frentes y en cualquier
situación. Una chica brasileña random se rompió los ligamentos en la fiesta de la piscina mientras bailaba ella sola. Alguien comentó por ahí que Del Bosque ya no podría contar con ella en la lista del mundial. La fiesta fue
de las más brutales, éramos como 500 personas dentro de una piscina
disparándonos con pistolas de agua. Seguro que más de uno ligó a
base de balazos. Ahí se veía de todo, os lo juro.
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Antes de saltar. |
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Después de saltar. |
Después estuvo aquello
del Miss y Mister Erasmus. Porque los de pueblo siempre la montamos
más. Y molamos más. El resto de universidades, civilizadas,
aplaudían cuando salían sus bellos y bellas representantes. Venga
ya, ¿vais al Algarve para aplaudir y quedaros ahí abajo?
Aficionados, sosos. Fue decir "Covilhã" y al escenario (de unos 3 metros
cuadrados) subimos como 20 personas hooligans a bailar como si no hubiera mañana. La tarima de madera se tambaleaba. Yo pensé que se iba a
caer pero ahí había que ser un hombre y seguir saltando. Vivir sin
cabeza, morir sin cabeza. Un tipo de origen desconocido se cayó y se
dislocó el hombro.
Los Erasmus covilhanenses montamos una buena
locura y dimos miedo a todos los demás, que debieron sentir
vergüenza ajena mientras nosotros éramos ajenos a toda vergüenza.
El pobre presentador del evento, que minutos atrás hacía campaña
para que alguna tía enseñara las tetas, tuvo de repente un ataque de
dignidad y sensatez para decirnos que por favor paráramos, que no
tenía gracia. Joder, claro que la tenía. Qué cabrón, vaya doble
rasero. Merecía que se lo hiciésemos pasar un poco mal, ¿sí o qué?
Comida sana, piromanía y jugar al escondite
Resumen, que fue un gran
fin de semana y valió la pena ir. Lo único que lamenté fue que no
hubiéramos ido todos los españoles de Covilha. Efectivamente, eran
todos mayoría menos nosotros, que éramos un añadido de Polonia.
Una pena por ellos, que se lo perdieron. Y quizá con ellos
hubiera sido aún mejor. No passa res, tenía a las chicas y (¡por
fin!) a un colega con el que poder tener conversación cuando
aquellas hablaban de lo que hablan las tías. Que es de follar, de
comer y de cerdadas. Mi compañero de aventuras fue Isi, el novio de
Alejandra. Un tío de puta madre junto al cual dominé el Spotify todo el fin de semana. Gracias a nosotros fuimos la única habitación
del hotel que no tuvo a toda pastilla el “Be, be, be, bela”
y por contra defendió el “I, I follow, I follow you, deep sea babe, I follow
you”. Bueno, a decir verdad tenía que contentar al personal y hubo un poco de cada rollo. Aquí la OFFICIAL PLAYLIST:
Brain with chips' Algarve DJ set
A destacar también que, más allá de las fiestas, pude comer bien y sano durante tres días seguidos. Creo que es récord de todo el Erasmus. Pero no comida hecha por mi -¿por quién me tomáis?-. Fue porque teníamos a una madre en potencia, esto es, a Alba, cocinando para diez o doce personas por día. Exitazo. Olé, olé. Eso por no decir que el día que comimos los macarrones que sobraron, a la vuelta, repetí dos veces mínimo.
Brain with chips' Algarve DJ set
A destacar también que, más allá de las fiestas, pude comer bien y sano durante tres días seguidos. Creo que es récord de todo el Erasmus. Pero no comida hecha por mi -¿por quién me tomáis?-. Fue porque teníamos a una madre en potencia, esto es, a Alba, cocinando para diez o doce personas por día. Exitazo. Olé, olé. Eso por no decir que el día que comimos los macarrones que sobraron, a la vuelta, repetí dos veces mínimo.
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"¡A comer, niños!". Lo decía, ya lo creo que lo decía. |
En otro orden de cosas, casi me pegan fuego a lo bonzo. ¿Un inglés pirado? ¿Un polaco loco? ¿Una tía resentida? No, una amiga pirómana. Aunque ella dijo no sé qué de un gnomo. No me hagáis explicar su trastorno de personalidad entero porque me lío. Vino en medio de la discoteca, mechero en mano. Estará jugando, tranquilo Pablo. "Hola Pablo, saps què? Un gnomo m'ha dit que tinc que cremar coses!". Todo esto, con el fuego en una mano, mi camisa en la otra y una sonrisa en la cara. Pablo, no está jugando, ¡huye! Y no huí sino que me fui a bailar drum con ella.
Cuentan las leyendas que Mar también entró en la cama de Isi y Alejandra una noche sigilosamente. Ellos se extrañaron y le dijeron que qué hacía. Mar les mandó callar e hizo movimientos con los brazos. "¡Callad, que no me podéis ver, que llevo la capa de invisibilidad!". Después, con la alegría que caracteriza tanto a sus personajes como a ella -aunque en ese momento los personajes se la habían comido a ella definitivamente- se alejó saltando y volviendo con la historia de que era un gnomo.
Esa es mi amiga Mar, o el gnomo, o papá noel, o quién quiera que sea. Ah, y aunque ella también la buscara exhaustivamente por todo el Algarve, Madeleine siguió sin aparecer. Madeleine, ríndete, ya has ganado. ¿Humor negro, dónde?
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Mar tiene la cualidad de ser adorable hasta para dar miedo. |
El hecho de que no hubiera mucho español de Covilhã hizo que me tuviera que mover para conocer bastante gente
maja. Ah, y mi pelota de fútbol americano dio mucho juego. De hecho
así es como más gente se conoce. Eh, y no ligué pero sí se me presentó la oportunidad -"¡ahí, fucker!", callad-. Pero es que se me insinuó la tía más tétrica de toda la
expedición de Covilhã. El escenario era el siguiente: las
habitaciones eran para cuatro pero, ¡oh, sorpresa!, solo había dos
camas individuales. Como de los cuatro, en mi cuarto Ela y Ramón
eran pareja, dormían juntos, quedaba una cama y el sofá para la
otra chica -polaca- y yo. Pablo, caballeroso, se ofreció para
dormir en el sofá y le dejó a la chica la cama. Pero Pablo cometió
el craso error de quejarse de que iba a dormir en un sofá tres
días. “Ah, no pasa nada, la cama también es tuya, si quieres
venir...”. Y eso, que ya tengo el título superior de situaciones incómodas.