Al comenzar este blog el otro día, no era mi intención -y sigue sin serlo- hacer de él una especie de diario secreto de un adolescente. Antes de seguir, repito: sigue sin serlo. ¡No way! Pero ahora que esto está empezando voy a hacer un texto algo más emotivo antes de dar el salto a otro tipo de entradas que seguro os gustarán más y que plasmarán, con mayor o menor acierto, cómo es mi vida Erasmus. La de hoy va a ser pastelona. Solo la de hoy. Perdón por anticipado, no sigáis leyendo si esperáis reíros.
¿Y por qué hoy y no otro día? Hay una excusa fundamental y perfecta por la que me lo permitiréis todo. Hoy cumplo años. Es el día perfecto para acordarme de las personas que están muy lejos de Covilha y que, en días como estos, se echa más de menos que nunca. Además, no les escribí nada antes de irme y todavía no les he escrito nada desde que estoy aquí -¡qué mala persona!-. Hoy toca. La gran mayoría de esas personas están en La Vall d’Uixó, aunque también hay algunas repartidas por la geografía española y europea. Todas saben quiénes son y a ellas van dedicadas estas líneas.
No voy a mentiros: no os echo de menos todo el tiempo. Esta experiencia, al menos lo poco que llevo de ella, te permite disfrutar tanto que olvidas frecuentemente lo que has dejado aparcado en casa. No creo que sea malo, al contrario. Pienso que es lo que querríais que hiciera -y también es lo que quiero hacer yo-.
Pero cuando llega el 23 de septiembre, tan tempranero como siempre, me acuerdo de las noches con vosotros. Que no son ni más ni menos especiales que las de cualquiera, pero son las que tendré en el recuerdo dentro de muchos años. Noches como las que, porque sí y porque me da la gana, os hago vestiros de traje para salir un viernes. Cenas en las que os endoso una paella para veinte -sí, paella para cenar- y en las que siempre soy tan quisquilloso con el protocolo para invitaciones. Cervezas y risas en el Zeppelin mientras cuento alguna que otra batalla, adornándola, perfeccionándola. Al tiempo, de fondo, suena alguna de Franz Ferdinand en la misma lista de reproducción que tenían hace cinco años, para que me acuerde de cuando tenía 15.
En un año no os voy a poder dar, a ninguno de vosotros, ni uno de esos discursos en los que, aunque os durmáis y ronquéis, jamás dejo de hablar. En el fondo os gustan. Eso es lo que hubiera hecho cuando hoy hubiera caído el sol en La Vall, justo por detrás de Pipa. Y después de pasearnos por algún pub volvería a casa tranquilo, sabiendo que os tengo a todos. Volvería algo bebido, no demasiado, y permitiéndome el lujo de pensar en alguna chica cuyo nombre nunca sabré. No lo sabré porque estoy aquí, a 808 kilómetros -que lo he mirado en Google Maps y todo-. Pero a vosotros sé que os sigo teniendo, que es lo que realmente importa. También los que no estáis en La Vall y no veo tanto, cualquiera que sea nuestra relación, sé que también contaré con vosotros cuando vuelva.
Hablaba de regresar a casa con alguna cerveza de más. Ahora viene la otra parte, la de entrar hacia el otro lado de la puerta. Dentro de ese lugar es donde están las otras personas que recuerdo hoy. Señoras y señores, ahí hay gente muy sufridora que a veces se enorgullece y a veces me padece, pero cada año siempre me esperan con una sonrisa y una tarta de chocolate los días 23 de septiembre desde hace dos décadas -alguna un poco menos-. En este párrafo hay cuatro personajes principales y una docena de secundarios que, cuando estoy allí, cuidan de mi como nadie. Ojalá algún día pueda demostrarles que tenían motivos para haberse enorgullecido, haberme padecido y haber cuidado de mi.
Pese a todo lo que digo arriba, sabed que no me estoy perdiendo nada, estoy ganando mucho y seguiré ganando. Aprovechad hoy que estoy con la morriña encima, porque puede que haya semanas en que no tengáis noticias de mi y penséis que no os quiero. Os quiero a todos bastante más de lo que expreso normalmente. Estad tranquilos porque, aunque sin vosotros, me lo estoy pasando genial. Lo explicaría, pero hay que vivirlo para saber qué es. Venid a verme algún día que yo llamaré a Doña Filomena y os reservaré el ala oeste de la residencia, si hace falta. Os prometo que aquí no os faltará fiesta, y menos conmigo.
Aprovecho y aprovecharé estos meses por mi y por vosotros, para que la diversión pueda con la nostalgia. No sé si decir lo siento, pero sé que lo primero superará a lo segundo y habrá muchos días en los que ni me acordaré de vosotros. Seguro que lo entendéis y me perdonáis.
Sobre el día de hoy, no creáis que estoy triste por todo lo que he escrito. Al revés, tengo mucha ilusión: en Covilha también celebraré mi cumpleaños al máximo y con gente fantástica. De Erasmus y con Erasmus. No pinta nada pero que nada mal. Pablo se invitará a algo. Total, al precio que está la cerveza aquí mi bolsillo tampoco lo notará mucho. Espero que no me sean animales con las peticiones, pero... Son demasiado party people. Como ha de ser. Pinta bien el lunes.
A vosaltres, hui, si estiguera allà, m’abraçarieu. En lloc d’això, em llegiu. Espere que tingueu la mateixa sensació. Trobeu-me més a faltar vosaltres a mi del que jo a vosaltres. Serà que tot va bé.
No hay comentarios:
Publicar un comentario