domingo, 21 de febrero de 2016

Saudade: dos años después



El fin de semana pasado estuve en Covilhã. Es solo una de tantas veces en las que he podido volver, porque tengo una gran razón para hacerlo. Esa razón fue el último gran regalo, y el mejor, que me hizo la ciudad donde estuve de Erasmus.

En mi caso, aquél dicho del “nunca vuelvas al lugar donde fuiste feliz porque blablablabla” es un timo de narices. Fijo que alguien lo inventó para que los sitios que valen la pena no se llenaran de pesados con nostalgia como yo. O mejor dicho, con saudade. Así que no seáis idiotas y volved a esos sitios, al menos una vez.

Siempre que entro en Covilhã y veo la panorámica desde la carretera, con la ciudad incrustada en la ladera de la montaña, juro que mi cabeza se vuelve portuguesa, hasta suenan tunas de la UBI y me llena de orgullo haber pertenecido a ese lugar aunque solo fuera un año. Bueno, también pienso en aquella frase que no recuerdo quien dijo, posiblemente Fran: “con toda la llanura que tenían delante, ellos fueron y construyeron el pueblo en vertical”.

El domingo pasado me asomaba al balcón, desde la zona del Serra Shopping, y veía el Pelourinho allá a lo lejos. No pude subir, porque Covilhã es Covilhã y esto significa que hacía un mal tiempo de cojones. Pero fijaos que hasta eso me gusta. Covilhã entiende el concepto “calurosa bienvenida” de una manera muy suya. Y así debería ser por los siglos de los siglos.

Había nieve en las montañas que dan a la sierra y me acordaba de cuántas veces vi la misma imagen, solo que desde más cerca, desde la residencia. Ahora mismo, seguro que mucha gente estará allí viviendo los mejores días de sus vidas hasta el momento. Tuve la suerte de pasar eso con muchas otras personas.

Justo esta mañana pensé en el minuto uno de aquella experiencia, cuando conocí a Fernando en los pasillos de la PAC, y en la alegría que nos dio que fuéramos españoles. Poco a poco fueron viniendo más. También me acordé de cuando Yusuke entró por la puerta y gané mi primer compañero de cuarto de la historia. La señora Lourdes recordando a los morosos que tenían que pagar el mes y algunos seguranças, como Bruno, siempre estarán en mi nómina de personajes a los que recurrir si algún día escribo un libro. Por supuesto, me acuerdo también de la buena gente de la ESN y de Tiago. Aún no he asimilado que se fue. Una entrada como esta va por él.

Recordé la cantidad de viajes y escapadas con todos los que formasteis parte de aquel año. Noches como la de “El Profesor” en Coimbra vuelven a mi cabeza cada dos por tres. ¡Y cada vez estoy más convencido de que deberíamos haberle robado ese puto Renault Twingo, joder, Claudia, Iris y Laura Coimbra! Pero la historia quedó bien como sucedió, al igual que mil más que conté y que no conté aquí. Las que no conté fue por vago, lo siento mucho, pero supongo que ya os lo figurabais.

Ahora vuelvo a Covilhã por otros motivos, también muy buenos. La vivo de manera diferente y veo las ruas, las subidas y las descidas con cariño. Cuando paseo con Vanessa por el centro, que para ella es “lá em cima”, yo me sé todos los atajos, los sitios escondidos, los bares y el arte de las paredes. Malo sería si después de un año allí no me lo supiera todo. 

Me encanta entrar en el Café do Jardim y tomar un galão y unas tostinhas mientras ella estudia y un montón de señores ven el Sporting o el Benfica por la tele. Me gusta volver al cine del Serra con ella y burlarme ella cada vez que llega el intervalo. Ella dice que es para comprar las pipocas y yo me pregunto qué es lo que hacen los portugueses antes de que empiece la película. Un piso más abajo, en el Continente, nos costó Dios y ayuda encontrar los ingredientes correctos para hacer una paella el otro día, ¡pero lo conseguimos! En fin, que me encanta redescubrirlo todo con ella.

Seguro que algunas de esas calles por las que paso son las mismas que las de una noche que llovía como si se acabara el mundo pero como siempre e íbamos cinco o seis colegas a la búsqueda de la casa de un tipo que había montado una fiesta allí. Nos perdimos desorientados y yo gané un constipado de los de sopitas que me traían al cuarto mis compañeras. ¡Qué sopas aquellas, señor!

Otra suerte que tengo es que, en La Vall, “engañé” a mi amiga Juani para que también se fuera de Erasmus a Covilhã. No sé cómo pero la tía me hizo caso y creo que también fue una gran experiencia para ella. Cuando nos ponemos a hablar sobre Portugal, lo normal es que nuestros otros amigos sigan su propia conversación y nosotros nos desahogemos sobre esto y aquello y sobre cuándo volveremos. Hasta parece que estuvimos en ese mundo al mismo tiempo. Es una buena terapia, lo juro.
Claro que he vuelto a ver a gente desde hace dos años, pero me apena haber perdido contacto con muchas personas y mantenerlo con otras a base de “megustas” en Facebook o Instagram, pero a estas alturas asumo que es lo que hay y que ya es muy difícil que se produzca un reencuentro grande. No obstante, me alegro de ver que hay gente en Sydney, en Dubai, en Brasil, en Escocia, otros ganando premios por ser muy buenos en lo suyo… Bueno, y después está Iris que tengo la sensación de que cada finde está en un país diferente. Así se hace, Iris. Con todos, con los que tengo contacto y con los que no, siempre estaré abierto a unas birras y a una fiesta.

Algunos de vosotros sí habéis tenido ese reencuentro con vuestro Erasmus. Os tengo envidia por eso, cabrones. Pero, como ya dije hace dos años, ni de coña os cambio mi Erasmus por ninguno de los vuestros.

PD: Y por cierto, después de dos años, a mi me va también fenomenal, no me puedo quejar de nada. Sin aquel año nada sería lo mismo.

lunes, 18 de agosto de 2014

11 consejos para el futuro Erasmus de Covilhã (I)

1. Aprende a sumar y restar


Esto lo deberías haber aprendido en la escuela, pero por si acaso no lo hiciste, llegó el momento. Lo primero que debes hacer al llegar a Portugal es aprender a sumar uno. O bien a restar uno.

Para empezar, en Portugal es una hora menos. ¡Oh, sorpresa! Sí, primera señal de que el país luso es un gran desconocido para todos nosotros.

Con esto, tendréis que saber que cuando vayáis a quedar con algún español para hacer Skype tendrás que aprender a decir “a las siete mías, o sea, a las ocho tuyas”, o que cuando vayas a ver un partido de liga no va a ser a las nueve, como pondrá en el Marca: será a las ocho. O por ejemplo los días de Champions League: olvídate, los partidos ya no son a las 20:45, son a las 19:45. Es raro, lo sé. Esto es muy jodido al principio y te pierdes más de un acontecimiento por culpa de este mini-jet-lag puñetero. Pero te acostumbras rápido. Imagina que estás en Canarias. Solo que hace frío.

A lo que no te acostumbras tan rápido son a los horarios de comer y cenar, porque los portugueses comen a la una y cenan a las ocho. Os intentarán hacer creer que ese es el horario normal, pero vosotros tenéis que defender a muerte vuestras costumbres españolas y desafiarles cenando a las 22:30. En fin, ¿Qué os he dicho? Aprended a restar uno.


2. Haz deporte antes de ir

Creías que ibas de Erasmus y a estudiar a una universidad. Lo que no te dijeron fue que ibas a sacarte un máster en alpinismo.

Te vas a Covilhã. Puede que hayas visto imágenes o hayas hecho Street View en Google Maps. Craso error: por ahí no notas como se te cargan las piernas y te falta la respiración. Solo en Covilhã puede costar 30 minutos bajar a la otra parte del pueblo pero una hora volver a subir. De una calle a otra hay 30 metros de altura de diferencia. Covilhã está muy mal hecha, es así. Siempre me imaginé a los fundadores decidiendo dónde ponerla. -"A ver, tenemos un impresionante llano aquí a la izquierda y una montaña bestial a la derecha. ¿Dónde construimos?", +"¡¡¡En la montaña, en la montaña!!!". FACEPALM.

Cómprate el material necesario y entrénate para este reto al que Jesús Calleja jamás osaría enfrentarse.  Es la etapa de montaña que Alberto Contador no podría subir en bici. Vivir en Covilhã es para valientes. Que los ancianos del pueblo tengan las piernas de hierro no es casualidad. Y después de un año allí puedo entender cómo las portuguesas tienen el culazo que tienen. Solo os hará falta caminar, chicas. Pero en serio, haced deporte antes, no cometáis mi mismo error porque necesitaréis descansar a cada poco rato.

PD: No os voy a spoilear con la cuesta que hay para subir a la puerta de la residencia. Prefiero que os sorprendáis solos.


Os vais a cagar.

3. No te dejes engañar el primer día que llegues

Nada más llegar, lo odiarás. Verás las cuestas infinitas, las casas, el poco ambiente de principios de septiembre en las ruas y el lugar donde está situada la cuidad y clamarás al cielo: "¿¿En qué momento decidí venir aquí?? Yo aquí no me quedo ni puesto hasta las cejas. Papá, mamá, quiero volver a casa". Y lo viejuno que parece y es todo... No tiene pinta de que te vaya a gustar.

Estoy hablando del primer día. Nos pasa a todos, españoles y portugueses. Ni ellos saben a ciencia cierta dónde está Covilhã antes de ir para allí. Covilhã no es Lisboa.


Veréis todas las casas así. Y no veréis gente. Y os asustareis. Lo sé. Paciencia ;)

4. Déjate sorprender a partir del segundo

Pero el segundo día verás a la gente, a la que será tu gente. Conocerás a personas geniales que desde el primer día tendrán una conexión especial contigo. Y será para los próximos meses. Saldrás de la residencia y harás tus primeras compras, te tomarás tus primeras Sagres y Super Bocks... 

Descubrirás la amabilidad de la gente portuguesa y también los lugares donde se escondían los estudiantes -¿de dónde salen tantos si el primer día parecía que no estaban?- y las fiestas que organizan. Te pararás con las vistas, las montañas... Hasta las cuestas parecerán un poco más suaves -bueno, quizá eso último no-. 

Déjate sorprender por Covilhã, poco a poco te enganchará. Covilhã no es un amor a primera vista. Covilhã es la persona que rechazarías en una discoteca... Pero de la que te enamorarías en tres citas. Dale tiempo y déjate querer, no seas estrecho/a. Y si la sabes aprovechar bien, después nunca te querrás ir de allí. Covilhã no es Lisboa, es mejor.



Dadle unos días y será así.

5. Ves a la residencia

Esta es muy importante. Ves a la PAC
. No te lo pienses dos veces. Estar en la residencia te dará la vida esas primeras semanas y meses. Como el ambiente de la residencia, ninguno. Ves a la residencia. Si hace falta que lo repita una vez más: ¡joder, fíate, PAC is the place!


La residencia está en el quinto pino, las instalaciones dejan que desear y a algunos de vosotros no os gustará compartir habitación. Por favor, vais de Erasmus, dejaos llevar y haced lo que dentro de diez años no podréis hacer. En la residencia (100 € al mes) tenéis lo necesario para estableceros y empezar vuestra nueva vida. Es de suponer que si vas de Erasmus es porque eres una persona abierta. No tengas miedo a nada. Te lo pasarás teta en esas noches de habitación en habitación bebiendo vodka polaco con desconocidos. 

No todos los destinos Erasmus te dan la opción de estar en una residencia. Hay sitios donde obligatoriamente te tienes que apañar la vida en pisos. En mi opinión y hablo por (casi) todos los que estuvimos ahí el año pasado, ir a la PAC aumenta exponencialmente la experiencia Erasmus en Covilhã. No seas tonto.

¿Y por qué insisto? Porque es de la PAC de donde salen los planes, los viajes, las aventuras y las amistades -e incluso relaciones- más insospechadas. Es donde conoces a todos los Erasmus, donde los ves cada día. Si desde primeras vives en otro sitio (un piso, por ejemplo) lo más probable es que quedarás algo aislado del resto de Erasmus. Que si es lo que quieres, adelante, pero si no... Toma este consejo, es el mejor que puedo dar. Y si te hartas ya te irás a un piso un poco más adelante, en el segundo semestre, cuando tengas las relaciones hechas y la experiencia vivida. Ahí ya mola la idea.


Aquí viviréis de todo (si os dejáis llevar). PS: el año pasado consiguieron
que pusieran teles de LCD para ver el fútbol en el Sport TV: la liga entera

6. Sal de la habitación, no seas ermitaño en una residencia de estudiantes

En mi año teníamos a Hugo. Hugo era español (es más, era valenciano). Yo me junté con españoles desde el primer día. Pero conocí a Hugo en mi segundo mes en Covilhã. Y eso que Hugo vivía en la habitación inmediatamente seguida a la mía. Él en la 9, yo en la 8. Es fácil: no seas el "Hugo" de tu generación.

Sal del cuarto, haz cosas, habla con la gente en el hall, aunque no los conozcas de nada. Entabla conversación, di de ir a beber una cerveza y que sean dos o tres. Juega partidos de fútbol aunque no sepas ni darle al balón. Sal a conocer el pueblo. Por supuesto que hay tiempo para estar en tu cama viendo Breaking Bad (o cualquiera que sea la serie estrella en tu año), pero tampoco es cuestión de verse una temporada del tirón y no ver la luz del sol. Lo peor que puedes hacer de Erasmus es desaprovechar las posibilidades que tienes, porque el tiempo vuela.  


Pero no estéis así todos los días, por favor.

7. No esperes rapidez

Para eso haberte ido a Europa central. Estás en Portugal, que está al lado de España. Compartimos mágicamente el gen de la vaguería. ¡¡Pero es que ellos son aún más desesperadamente lentos!!

"Tranquilidade", "calma", "espera um bocadinho", "espera só mais um bocadinho", "não há presa". Se convertirán en las palabras más odiables en los días de trámites. Tú observarás al funcionario de la universidad o a la dependienta hacerlo todo a cámara superlenta como la que utilizan últimamente en los partidos de fútbol, mientras la ira te recorre el cuerpo y piensas que el karma te la está devolviendo por tantos años haciendo las cosas a última hora.

La cola en la cafetería de la facultad empezará siendo para el "almoço" y acabará siendo para el "jantar". Irás al hall de la residencia para pagarle a Lourdes el mes y para cuando te atienda tendrás que pagar tres meses -bueno, igual es que le debías tres meses ya de por sí-.

La vida en Portugal, y más entre las montañas de Covilhã, no va deprisa. No estás en una gran ciudad, estás en un pueblo. Lo mejor que puedes hacer con el enemigo es unirte a él. Relaja el ritmo y disfruta.

8. Los ascensores son tus amigos

Saldrás de Covilhã sabiendo más de ascensores que un técnico de OTIS. ¿Os acordáis de que os he dicho que en Covilhã hay muchas cuestas? Bueno, pues no iba en broma: en Covilhã hay ascensores públicos.

Después de seis siglos de idiotez suprema en el pueblo -desde que se tomó la decisión de llevar la ciudad a la montaña y no al revés-, apareció alguien, un gran sabio que debería tener una estatua en la rotonda del Pelourinho POR LO MENOS. Ese sabio desconocido decidió que caminar estaba sobrevalorado y propuso llevarse la casa a la calle. Y así nacieron los ascensores en plena ciudad. Cuatro en total -cinco a partir de finales de 2014-, repartidos por el pueblo. Te harán la vida sencilla muchas veces. Sobre todo cuando tengas que subir. Optar por las escaleras no es una opción, aunque jode mucho cuando llegas justo en el momento en el que se están cerrando las puertas. Espéralo sentado.

PD: No estoy de coña, los ascensores existen.


Un día mis amigas se quedaron abajo porque no funcionaba y
tuvieron que subir caminando.


PD: Concretamente, este dia.


9. Los de la ESN son guays...


La ESN (asociación de voluntarios de la universidad para ayudar a los Erasmus) te hará la vida fácil a veces -aunque menos que los ascensores-. Lo cierto es que, al menos en mi año, se curraban las actividades aunque. Los españoles siempre pasábamos un poco de los viajes que organizaban, deberíamos haberles dado una oportunidad.

Por eso os aconsejo que lo hagáis -aunque tengo poca fe en vosotros en este punto-. Id a alguno de esos viajes e involucraos en alguna actividad si podéis. Siempre haréis más piña. Eso sí, en otro punto también os diré que podéis pasar de muchos de estos viajes y organizarlos vosotros. Pero hay algunos, como el Erasmus National  Meeting, que son MUST GO.

Por lo demás, harás buenas amistades portuguesas con la gente de la ESN y son por lo general gente majísima. Por ejemplo, mi última noche en Covilhã, haciéndose de día, fue acompañado en una charla vital por Tiago Santos, un crack que se portó de diez con todos nosotros. Y como él, muchos y muchas más, desde Tiago Sousa hasta Pedrito Santos pasando por Teresa Reis.


El viaje del Algarve es para marcarlo en rojo en todas las agendas.

10. ...pero vigílalos si te gusta alguna polaca


(Antes de escribir esto les voy a pedir a los de la ESN que lo puedan leer que no se enfaden, só estou a brincar) ;)

Pero WAIT... Si te gusta un/a polaco/a, da por perdida la batalla. Por muy rápido que seas, el portugués de la ESN está entrenado. No es nada malo, el "juego es así", puede hacerlo y tú deberás ponerte al día. 

Está claro que los de la ESN no se apuntan solo por ligar con las Erasmus... Pero hay que reconocer que hacer vida con 80 Erasmus, entre los cuales hay muchos chicos y chicas guapos, centroeuropeos y con ganas de fiesta, es un buen atractivo para ser voluntario. Puro intercambio cultural.


Saldrá mucha relación hispano-polaca y/o luso-polaca.

11. Aprende a decir "wai-fai"

Vamos a ver. Nuestro conocimiento, pronunciación y adaptación del inglés es tan elevado que el resto de los países nunca jamás podrá alcanzar el nivel español. Es un hecho, que no os engañen. Somos demasiado eruditos para el resto del mundo. 

Pero en Portugal -parte de ese resto del mundo- no lo ven así. Y entre todo el inglés que ellos creen que saben y que asumen que nosotros no sabemos, hay una palabra clave (nunca mejor dicho) que deberás aprender para sobrevivir en este siglo XXI tan duro en el primer mundo. Olvídate de preguntar si "hay wi-fi", porque se quedarán como si les preguntases si tienen tapas de morro de cerdo. A partir de ahora, cuando entres a cada bar, deberás vocalizar claramente "wai-fai". Entonces, como si de "wi-fi" a "wai-fai" hubiera un secreto indescifrable, te entenderán.


ATENCIÓN: no se dice como se lee.

Desde ese momento tu vida será feliz, tus días más amenos y tus "conversaciones" con los amigos cuando salís, mucho menores. Y es que en Portugal no tendréis vuestros super 500 megas, o 1 giga de internet. Eso para los portugueses es obra de brujas y hechiceros. La tarjeta Moche os dará 150 megas al mes, si la recargáis, y solo os hará falta que vuestros colegas pasen un par de vídeos por un grupo para decir adiós a ello. Desde entonces, sabréis exactamente qué bares tienen "wi-fi", perdón, "wai-fai", que son casi todos, y en cuáles funciona mejor la red. O si no, a chupar red a la plaza del centro, el Pelourinho. 

Pero ante todo, recordad, siempre "wai-fai". Até a morte. Será el comienzo de vuestra conversión al mundo portugués.






jueves, 26 de junio de 2014

Cachito #12: Y canté las diez de últimas

Ya está. Se acabó. No existen los "esto nunca se acaba". Si se dice es porque no se encuentra nada mejor que decir, básicamente porque en momentos como esos casi nadie tiene palabras. Voy a intentar arreglármelas yo para no acabar diciéndolo también.

Escribo desde mi casa de La Vall d'Uixó, en Castellón, de donde me fui hace nueve meses y donde ya me había acostumbrado a no estar. Porque estaba a 808 kilómetros, que los conté en uno de los primeros días de este viaje. Es complicado volver porque no sabes qué hacer. Me he levantado y no sabía según qué plan de acción actuar. Vale que yo no soy muy de seguir planes y sí de improvisar, pero esta vez hubiera matado por un tutorial de Youtube -hecho por algún sudamericano- que me enseñara paso a paso lo que hay que hacer en esta situación. Panchitos del mundo, os reto a hacer un "Tutorial post-Erasmus".




Y es que no sé si existe la famosa depresión post-Erasmus, pero si de algo estoy seguro tras un día de vuelta en la realidad es que lo que sí existe es la incertidumbre post-Erasmus. Hace dos días, en mi última noche allí, unas amigas francesas, Sara y Juliette, me invitaron a cenar. No me pude sentar hasta la mitad de la cena. Iba de un lado para otro dando vueltas caminando sin motivo. Ayer por la noche, 24 horas después, invité a dos amigos valleros, Santi y Alba, a subir un rato a casa. Tampoco me pude sentar. Es como si mis piernas me dijeran que están aún más desconcertadas que yo.

Last night (mira, como la canción de los Strokes)

Estoy orgulloso de mi última noche en Covilhã. Tenía miedo de no aprovecharla. Pero con las noches me pasa como con las citas. No sé como pero la mayoría me acaban saliendo bien. Entré al Comfusão y disfruté de las últimas good vibes de ese bar, tan buen rollero. Justo de fondo sonaba indie, pero Chvrches y todo, flipante. El día anterior, rock en el Artbaró. Es como si ahora que me voy, los portugueses decidieran "vale, ya se va Pablo, ahora podemos dejar de poner el pachangueo brasileiro para fastidiar".

Estuve con las chicas españolas, que siempre han estado a mi lado, que han aguantado intempestivamente mis datos inútiles y que alguna vez han tenido que actuar como "amigotes" cuando no había nadie más para hablar de tías. Empecé a repartir mi bandera de Portugal para guardar un recuerdo de ellas. Era el segundo intento, la primera vez era imposible escribir porque llevé un permanente que tenía la punta más gorda que los labios de la presentadora del ¿Quién Quiere Ser Millonario? portugués. También vi por última vez a Sara Couto y Cátia, dos compañeras de clase cracks. Me hice las penúltimas sidras Somersby, que no son las últimas porque me he traído dos cajas para España. ¿Por qué? Mi padre se enamoró de la Somersby y a punto estuvo de querer traer un camión entero. Llamamiento al mundo: Somersby en España, YA.




Salí del Comfusão y volví a tener la misma sensación que a la tarde cuando salí del Leões. La sensación de que no iba a volver a entrar más. Que es mentira y que yo lo exagero todo, porque en octubre volveré una semana para la Receção rollo remember. Y para acordarme de alguna cosa más de la latada.

Fui al Birras y me encontré con Rodolfo, Fred y Gonçalo, tres grandes amigos portugueses que "sempre ficarão". Ahí también me di de bruces con la despedida de todos los turcos y yo fui uno más aunque no conozca a la mitad. Conocía a Ümit y a otro turco al que le enseñé a decir "merda" y eso fue lo que me firmó en la bandera. Volví al Artbaró, había que darlo todo, de nuevo con las chicas. Alba, Sara, Sonia, Mar, Claudia, Alejandra, Carol y Luana, Ana, Iris... Seguí siendo hasta el único tío en un grupo de tías, aunque de unos meses a esta parte si he tenido más suerte en cuanto a chicas se refiere. Las últimas Sagres y Super Bock, los últimos chupitos de pastel de nata y las últimas tandas de canciones brasileiras y los últimos "Não Me Toca" y "Bô Tem Mel". Como era de esperar, Quim nos echó a todos haciendo su ruido con los cazos de cocina y así, de esa manera tan poética, acabó mi travesía en Covilhã.




Llegué a ese pueblo pensando que dónde me había metido, que cómo se me había ocurrido aceptar, que vaya mierda de ciudad. Y me voy pensando... que lo es, es una mierda de ciudad. A menos que cumplas con una condición que cambia todo eso 180 grados: ser estudiante. ¿Y sabéis lo mejor? Que tú la cumples, porque tienes la suerte de estar en esa universidad. El estudiante de Covilhã es el único poseedor de la impagable verdad alternativa que encierra una ciudad de cuestas, frío, lluvia y pocos atractivos turísticos -que al final a lo último también le cariño y piensas que es bonito-. La UBI y todos los suyos, con sus inconfundibles fiestas académicas, hacen que un lunes y un martes, mis últimas noches allí, fueran tanto o más que un jueves y un viernes. Nunca me cansaría de seguir descubriendo los locales de esa ciudad, una maravilla escondida. Será falso porque todos diremos lo mismo, pero es la mejor ciudad para estudiar. Pero me tuve que ir. Llegó el final. Quiero pensar que si algo es bueno, también es porque se acaba.

Mi último amanecer Erasmus

Podía haber cogido un taxi pero fui con Tiago Santos caminando. Pelourinho, atajos hasta la facultad, grafittis y mensajes en las paredes, UBI... Se estaba haciendo de día, me hice una foto delante de la que ha sido este año mi universidad y me ha ganado para siempre. Sin embargo y pese a ese amanecer, bonito, yo solo podía pensar en otro que vi apenas una semana anterior y que por muchos años permanecerá como el mejor que vi jamás.




Justo entonces apagaron las luces del pueblo. Eran mis últimos pasos como Erasmus en Covilhã y a cada veinte metros me acordaba de una persona, de una situación vivida. Y de otra, y de otra... No puedo recordar nada malo porque sencillamente no ha habido nada malo en nueve meses. Creía que eso no era posible, pero vaya si lo es. Si tengo ganas de llorar es por felicidad, por haber conocido a tanta gente genial. Españoles, portugueses, el resto de gente Erasmus... Claro que también te quedas más rato dándole vueltas a alguna persona en particular. Todo marca.

Soy de Covilhã y estoy muy orgulloso de haber pertenecido a ella. Ahora estoy inseguro sin levantarme y ver la Serra da Estrela, sin salir y ver a cada uno de los que compartieron conmigo esta experiencia que tantos otros han disfrutado a través de Europa y que muy rápido se convierte en lo mejor que pudimos haber hecho en la vida. No es porque seamos pesados, es porque es verdad. Yo, en particular, he podido hacer todo lo que he querido y mucho más. Id de Erasmus, ni lo penséis. Rechazar una Erasmus es como coger el camino oscuro y enfangado de las películas en vez del soleado y con pajaritos cantando. No tengáis miedo de lo que no conozcáis, porque cuando os tengáis que volver tendréis miedo de lo que conocéis en vuestro lugar de origen.

Poneos un fado y leed los siguientes párrafos

Estoy melancólico. Creo que vengo del país perfecto para eso. Portugal y su aire de tristeza por lo pasado. El fado, que he podido disfrutar en cada incursión al Modo Menor y al Cantinho do Artista, me podría representar ahora mismo. No soy portugués pero una parte de mi se queda allí y enamorado de todo aquello, de la forma de ser de sus gentes. Que sí, que Portugal mola, no es que yo esté más loco de lo normal.

Muchas gracias a todos los que habéis compartido momentos conmigo este año, sea cual sea vuestra nacionalidad. Gracias a todos los españoles que me hicieron sentirme bien desde el segundo día. A los que ya se fueron en el primer semestre, de los que me he podido despedir pero también de los que no. Todos estáis en mi corazón. Ojalá poder mantener el contacto con vosotros. También gracias a las chicas con las que he podido compartir algún beso este año por formar parte de mis mejores memorias, a todo el pachangueo brasileño de las discotecas que ahora echo de menos, a las palabras "olha", "pois é", "claro", "fixe", "epa", "certeza", "então" y "obrigado" por hacer que mi portugués pareciera más aceptable... Y por supuesto a Luis Félix y Fábio por todos los viajes en taxi.

Esto que he escrito durante tanto tiempo es por la gente de este Erasmus que me ha hecho el camino siempre tan fácil y que siempre se han portado conmigo de diez. O bueno, de veinte, que estábamos en Portugal. Juan, Fran, Alejandro, Paco, los dos Carlos, Víctor, Aida, Yusuke, Alessandro, Juli, María del Mar, Javi, María, Irene, Carmen, Elvira, Lara, Uxia, Fernando, Ana, Jesús, Almudena, Mateus, Ilze, Ela, Raymond, Rafa, de nuevo a las chicas que he nombrado antes, Alba, Sara, Sonia, Mar, Claudia, Alejandra, Carol y Luana, Ana, Iris... Y por muchas personas que se me olvidarán por el camino y que las pocas neuronas que me quedan después de todo el año no son capaces de recordar a la hora de escribir este párrafo. Por cierto, gracias también a esas neuronas por resistir las continuas embestidas por sorpresa.

El final ha sido lo mejor, sin duda. En el Guiñote, juego de cartas que jugamos en mi tierra -no sé si en las vuestras también-, el que tiene rey y sota canta las veinte, el que tiene rey y sota del palo fuerte canté las cuarenta y el gana la última baza se lleva las diez de últimas. Pues eso es lo que he hecho yo. Durante el año ya pasé aventuras con las canté las veinte, viví momentos con los que canté las cuarenta y ahora, durante la parte final del año de mi vida, me he llevado las diez de últimas. La partida perfecta.

Obrigado Portugal por o ano que fiquei contigo

Estoy feliz por volver y ver a la gente que es parte de mi vida real. En una de mis primeras entradas os dije que os iba a echar de menos pero tampoco mucho. Es exactamente lo que ha ocurrido. Y me alegro porque eso significa que he aprovechado todo el año. Pues eso, que estoy contento, pero también melancólico. Tanto que ahora estoy pegado a mi bandera de Portugal firmada y a mi camiseta del Benfica. Obrigado Portugal.




Portugal, de arriba a abajo. Eso es lo que he recorrido yo. Viajes para siempre. Pocas ganas de deshacer maletas pero muchas ganas de hacerlas. A última hora siempre, eso sí. La cuestión era coger un CitiExpress con wi-fi y pirarse. Braga, Oporto, Coimbra... Murcia, Aveiro, Lisboa, Algarve... (Encontrad la infiltrada). Y en el mejor de los casos coger un hostal de 9 euros la noche. En el peor, el metro o la estación de autobuses no son malas opciones para descansar. No sé si voy a poder volver a hacer este tipo de cosas en la vida, pero hice lo posible por llevarlas a cabo cuando pude. Oh, y como me conocéis, no puede faltar un recuerdo para mi "yo festivalero", ese que ha conocido dos pedazo citas portuguesas como son el Vodafone Mexefest y el NOS Primavera Sound durante este año. Quedan pendientes el Optimus Alive y el Paredes de Coura. Iré.

Aprovecho para decir que aún me quedan cosas por contar y que continuaré escribiendo las historias que tenga en el tintero. Lo hago por mi y por vosotros, compañeros de Covilhã, para que recordemos que una vez estuvimos ahí, juntos. Espero que este blog sea a partir de ahora, para vosotros y para mi, un álbum en el que, de vez en cuando, recordéis cómo fue aquel año en el que fuisteis Erasmus. Es mi regalo, mi prenda, a todos los que la aceptéis. 

Ha sido el año en el que aprendí a ser una persona. En Covilhã, sitio al que nunca quise ir y del que nunca quise marcharme. Y es que como me dijo alguien con mucha razón una vez, primeiro estranha-se, depois entranha-se.




Con cariño, un estudiante Erasmus que cree que ha estado a la altura,

Pablo Ramón Ochoa.


martes, 10 de junio de 2014

Cachito #11: "This is Covilhã", dirigido por Iris y Claudia



Mis inconfudibles, inigualables e insaciables amigas Iris y Claudia han convertido un trabajo para clase en un vídeo muy guay que define al cien por cien lo que es Covilhã. Si tenéis que venir a esta ciudad y tenéis miedo de cómo será, ellas ejercen de psicólogas y os lo quitan con 15 minutos de visita guiada. Pelourinho, parques, ruas, ascensores, facultad, Super Bock, bares, pubs, más fiestas... E incluso faltan las discotecas, que ahí no se llevaron la cámara por lo que pudiera pasar. 

Yo salgo divagando por ahí en el Jardim Do Lago. Cómo se nota que fui la única persona sobria a la que entrevistaron, relleno minuto y pico de reportaje.

Así que como este vídeo es para todos aquellos que tienen que venir aquí, solo me queda compartirlo y desear que os lo paséis tan bien en esta pequeña ciudad como nosotros lo hemos hecho:



PD: Mención especial al pedazo de tracklist que se han gastado para el vídeo. Las tengo bien enseñadas.

jueves, 15 de mayo de 2014

Cachito #10: Erasmus National Meeting, locura en el Algarve


Con un poco de retraso, pero bueno, ahí va.

A ver, nos habían vendido unas vacaciones de Pascua en el Algarve, no una bacanal. Pero eh, que no pasa nada, que si aquí el gasto en condones va a ser mayor que el PIB de algún país de África, conformes. Ningún problema.

Lo primero que escuché al bajar del autobús en Albufeira fue “madre mía, esto va a ser puterío fino”. Y lo oí varias veces. Hacía un tiempo espectacular, eran Pascuas y estábamos allí concentrados gran parte de los Erasmus de todo Portugal.  Casi mil personas en total. Empezaba el Erasmus National Meeting. El viaje prometido. Y prometía.


Esto era lo que se veía desde la piscina. Amo-te Portugal.

Ambientazo Erasmus

Para ser sinceros, y vaya por delante, debí ser de los pocos que no acabara empotrando. Pero me lo pasé genial -no lo digo a modo de premio de consolación, que os conozco- y fueron cuatro días en los que se condensó bastante bien la experiencia de un Erasmus en este país. No sabemos si los de las ESN se querían deshacer de nosotros a base de fiestas o lo hicieron todo de buena fe. Aunque no sea así, porque hubo piernas rotas y muchos a punto estuvimos a punto de morir ahogados, por ejemplo, en la fiesta de la espuma. Pero imaginemos que es lo segundo: se lo curraron mucho.


No había cola. Era broma.

Para entrar al hotel y ponernos la pulsera había que esperar más incluso que para que un coordinador Erasmus conteste un mail. Una cola de tres horas nos dio la bienvenida, pero no pasaba nada, esta vez hasta nos daba igual que los portugueses se dedicaran a ser portugueses, esto es, lentos: estábamos en el Algarve. La primera persona que vi fue a la distinguidísima Laura, a la que no veía desde aquella legendaria noche de El Profesor en Coimbra. Profesor, te seguimos recordando. Sabíamos que no habría un personaje como tú en el Algarve, pero aquel desfase iba por ti. También vi a Carla, mi otra compañera de Castellón en Coimbra. Carla tuvo la mala suerte de perder el móvil -es decir, perder casi la vida, hoy en día- en cierto momento. Pero me consta que aun así ambas lo dieron todo en las fiestas, más que nada porque las vi y estuvieron algún rato conmigo. Y es que así te lo pasas bien sí o sí...

El lugar era paradisíaco, las playas geniales y las vistas únicas. El aparta-hotel tenía la ventaja de ser una suerte campo de concentración positivo. Mucha party people paseando a todas horas, cantando canciones de su ciudad y dejando bien claro lo mucho que han aprendido/desaprendido este año. 


Guerra de almohadas, creo. PD: Encontradme.


Otra cosa que quedó bastante clara fue que los españoles acabaremos invadiendo todos los países a base de irnos de Erasmus. O los invadiremos o las futuras generaciones de europeos estarán repletas de bastardos de origen ibérico. No es que fuéramos mayoría, es que aquello en vez de Albufeira parecía Gandía. Con lo bueno... Y con lo malo. Pero bien, al final te entraba el orgullo patrio y acababas cantando en el bus que si yo soy español y repasando todos los éxitos de los ochenta. Y si queríamos ponernos más patrióticos los valencianos nos arrancábamos con un La manta al coll. Cuando nos seguía alguien, yo lloraba de valencianía.

Descontrol en el Benidorm portugués

Seamos claros, nos habían comentado "Ibiza" y antes he dicho que aquello era como Gandía. Pero no, pensándolo mejor, aquello, por el paisaje urbano ultra-neonizado, con verdes y rojos fosforitos suficientes como para matar a la población mundial de mosquitos, era Benidorm. El Algarve es frecuentado por el turismo inglés y allí todo estaba como en la ciudad alicantina: en dos idiomas y con estilismo de los 60. Todo muy moderno... Moderno de antes. Me flipó muchísimo el hecho de que la plaza de toros fuera "bull ring" y por fuera tuviera aspecto de apartamentos y/o restaurante chungo tipo los que salen en Pesadilla en la Cocina.


Por si necesitabais pruebas. Bulrín.

En fin, pese a que no nos importaba porque para ponernos ciegos daba igual la ciudad... ¡Nos habían llevado a Benidorm, qué hijos de puta, como si fuéramos de viaje del Imserso! Aunque muchos de nosotros ya estamos en peores condiciones que mi abuela -que ojo con mi abuela-.

Lo cierto es que reservaron las mejores discotecas del lugar y cada noche fue a tope. Tres días así y durmiendo poco fue la hostia. Además, ellos mismos te decían lo que había que hacer. A parte del hecho de que al llegar allí te daban cuatro preservativos (hubo gente que hizo acopio de más), si no habías pillado el primer día y tampoco había sonado la flauta el segundo, la fiesta del tercer día se llamaba “Don't tell your boyfriend party”. Y oye, tal cual. Que hay cosas para las que no hacen falta más instrucciones.


Esto... Se trataba de... En fin, ya me entendéis.

Después del inocente rito ceremonial rítmico que observamos en la imagen de arriba, prosigamos.

Parte de bajas

Decía que yo casi morí en la fiesta de la espuma, pero muchos otros estuvieron a punto de hacerlo en las inmensas colas que había para subir a los autobuses que llevaban a las fiestas. Guerras sin cuartel en las que, sin saber cómo, acababas siendo adelantado en la cola por todo el mundo. Bueno, sí se sabe cómo: los demás también eran españoles. Y seamos sinceros, era un hoy por ti mañana por mi: nosotros también nos colamos. No vayamos a ser los gilipollas del lugar. Una amiga encontró ligue de última hora en una de esas colas, por cierto.

Y reseñable también fue como la guerra continuaba en todos los frentes y en cualquier situación. Una chica brasileña random se rompió los ligamentos en la fiesta de la piscina mientras bailaba ella sola. Alguien comentó por ahí que Del Bosque ya no podría contar con ella en la lista del mundial.  La fiesta fue de las más brutales, éramos como 500 personas dentro de una piscina disparándonos con pistolas de agua. Seguro que más de uno ligó a base de balazos. Ahí se veía de todo, os lo juro.


Antes de saltar.
Después de saltar.

Después estuvo aquello del Miss y Mister Erasmus. Porque los de pueblo siempre la montamos más. Y molamos más. El resto de universidades, civilizadas, aplaudían cuando salían sus bellos y bellas representantes. Venga ya, ¿vais al Algarve para aplaudir y quedaros ahí abajo? Aficionados, sosos. Fue decir "Covilhã" y al escenario (de unos 3 metros cuadrados) subimos como 20 personas hooligans a bailar como si no hubiera mañana. La tarima de madera se tambaleaba. Yo pensé que se iba a caer pero ahí había que ser un hombre y seguir saltando. Vivir sin cabeza, morir sin cabeza. Un tipo de origen desconocido se cayó y se dislocó el hombro. 

Los Erasmus covilhanenses montamos una buena locura y dimos miedo a todos los demás, que debieron sentir vergüenza ajena mientras nosotros éramos ajenos a toda vergüenza. El pobre presentador del evento, que minutos atrás hacía campaña para que alguna tía enseñara las tetas, tuvo de repente un ataque de dignidad y sensatez para decirnos que por favor paráramos, que no tenía gracia. Joder, claro que la tenía. Qué cabrón, vaya doble rasero. Merecía que se lo hiciésemos pasar un poco mal, ¿sí o qué?

Comida sana, piromanía y jugar al escondite

Resumen, que fue un gran fin de semana y valió la pena ir. Lo único que lamenté fue que no hubiéramos ido todos los españoles de Covilha. Efectivamente, eran todos mayoría menos nosotros, que éramos un añadido de Polonia. Una pena por ellos, que se lo perdieron. Y quizá con ellos hubiera sido aún mejor. No passa res, tenía a las chicas y (¡por fin!) a un colega con el que poder tener conversación cuando aquellas hablaban de lo que hablan las tías. Que es de follar, de comer y de cerdadas. Mi compañero de aventuras fue Isi, el novio de Alejandra. Un tío de puta madre junto al cual dominé el Spotify todo el fin de semana. Gracias a nosotros fuimos la única habitación del hotel que no tuvo a toda pastilla el “Be, be, be, bela” y por contra defendió el “I, I follow, I follow you, deep sea babe, I follow you. Bueno, a decir verdad tenía que contentar al personal y hubo un poco de cada rollo. Aquí la OFFICIAL PLAYLIST:

Brain with chips' Algarve DJ set

A destacar también que, más allá de las fiestas, pude comer bien y sano durante tres días seguidos. Creo que es récord de todo el Erasmus. Pero no comida hecha por mi -¿por quién me tomáis?-. Fue porque teníamos a una madre en potencia, esto es, a Alba, cocinando para diez o doce personas por día. Exitazo. Olé, olé. Eso por no decir que el día que comimos los macarrones que sobraron, a la vuelta, repetí dos veces mínimo.


"¡A comer, niños!". Lo decía, ya lo creo que lo decía.

En otro orden de cosas, casi me pegan fuego a lo bonzo. ¿Un inglés pirado? ¿Un polaco loco? ¿Una tía resentida? No, una amiga pirómana. Aunque ella dijo no sé qué de un gnomo. No me hagáis explicar su trastorno de personalidad entero porque me lío. Vino en medio de la discoteca, mechero en mano. Estará jugando, tranquilo Pablo. "Hola Pablo, saps què? Un gnomo m'ha dit que tinc que cremar coses!". Todo esto, con el fuego en una mano, mi camisa en la otra y una sonrisa en la cara. Pablo, no está jugando, ¡huye! Y no huí sino que me fui a bailar drum con ella.

Cuentan las leyendas que Mar también entró en la cama de Isi y Alejandra una noche sigilosamente. Ellos se extrañaron y le dijeron que qué hacía. Mar les mandó callar e hizo movimientos con los brazos. "¡Callad, que no me podéis ver, que llevo la capa de invisibilidad!". Después, con la alegría que caracteriza tanto a sus personajes como a ella -aunque en ese momento los personajes se la habían comido a ella definitivamente- se alejó saltando y volviendo con la historia de que era un gnomo.

Esa es mi amiga Mar, o el gnomo, o papá noel, o quién quiera que sea. Ah, y aunque ella también la buscara exhaustivamente por todo el Algarve, Madeleine siguió sin aparecer. Madeleine, ríndete, ya has ganado. ¿Humor negro, dónde? 


Mar tiene la cualidad de ser adorable hasta para dar miedo.

El hecho de que no hubiera mucho español de Covilhã hizo que me tuviera que mover para conocer bastante gente maja. Ah, y mi pelota de fútbol americano dio mucho juego. De hecho así es como más gente se conoce. Eh, y no ligué pero sí se me presentó la oportunidad -"¡ahí, fucker!", callad-. Pero es que se me insinuó la tía más tétrica de toda la expedición de Covilhã. El escenario era el siguiente: las habitaciones eran para cuatro pero, ¡oh, sorpresa!, solo había dos camas individuales. Como de los cuatro, en mi cuarto Ela y Ramón eran pareja, dormían juntos, quedaba una cama y el sofá para la otra chica -polaca- y yo. Pablo, caballeroso, se ofreció para dormir en el sofá y le dejó a la chica la cama. Pero Pablo cometió el craso error de quejarse de que iba a dormir en un sofá tres días. “Ah, no pasa nada, la cama también es tuya, si quieres venir...”. Y eso, que ya tengo el título superior de situaciones incómodas.


Ah, PD.: ¡COVILHÃ ONE, COVILHÃ FIRST, COVILHÃ IS THE NICEST PLACE, LO LO LO LOOOO, LO LOOO LOOO LO LOOOOO, LO LO LO LOOO, LO LO LO LOOOO!”.