martes, 18 de febrero de 2014

Cachito #4: El Profesor de Coimbra (I)

"Va, Laura, vine, que serà soles una cervesa i a dormir promptet". Eso fue lo que le dije a Laura, compañera de clase en Castellón y Erasmus en Coimbra. Era nuestra primera noche en esa ciudad, íbamos a estar dos días. Era un aparentemente inofensivo lunes. Ella dijo "però si dilluns no hi ha res per ací i tinc classe a les nou del matí!". Diez minutos después cambió de opinión: "vaig". A las ocho de la mañana entrábamos victoriosos y potencialmente resacosos en el hotel. Ni fue solo una cerveza, ni pareció lunes, ni Laura fue a clase por la mañana. Esto fue lo que pasó.

Nosotros éramos cuatro. Bueno, tres, que Sara había causado una previsible baja por enfermedad. Las otras dos eran Iris y Claudia. Con Laura y conmigo formábamos un equipo completo de la UJI. Los cuatro estudiantes de Castellón en Portugal. Coimbra y Covilhã, unidas por conversaciones sobre las Paellas.


Aquí parecemos personas normales.

Coimbra me había flipado de día. Me sorprendió sobre todo ver avenidas grandes y el triple de gente con mochila que en Covilhã. Como los espectadores de aquella primera película del tren de los Lumière, me hallaba asombrado con la evidencia de estar ante una ciudad con calzadas de dos carriles para los coches. Yo, que venía de la otra parte de la Serra da Estrela, con las cabras y las ovejas. Y ahora quedaba mi parte favorita de los días: las noches. Empiezo a pensar que cuando viajo acabo conociéndome las ciudades por la noche en vez de por el día. Lo recomiendo.

Laura, que era la que sabía de aquello que para eso estudia allí, nos llevó a un lugar cercano. Nada más entrar, el local molaba y extrañaba a partes iguales. Sonaba Radiohead on repeat, las paredes eran de un terciopelo de motivos florales. En una sala adjunta, a metro y medio de nuestra mesa, había una peluquería. Aquello era solo una más de las extrañas fusiones de comercios que he podido ver en Portugal, donde el resto del bizarro Top 3 lo conforman el estudio fotográfico que vende billetes de autobús y la tienda de electrodomésticos que también oferta guitarras eléctricas.


Laura, Claudia, Iris y yo. #TeamUJI


La estrella invitada de la noche

Pero... Era lunes. Estábamos solos en aquel pub sacado de alguna peli de David Lynch. Estábamos solos, o eso creíamos. Empezamos a hablar, pedimos la primera y teóricamente última Super Bock. Todo se encaminaba hacia una noche de recuerdos de la UJI, jactándonos de todos esos compañeros nuestros de Periodismo y Publicidad que arden en el infierno de tercero mientras nosotros estábamos un lunes cualquiera de birras por Coimbra. Todo según lo habitual. Pero fue entonces cuando apareció la figura que iba a marcar el punto de inflexión de aquél lunes, el misterioso personaje que cambiaría nuestro destino de pobres estudiantes sin recursos y lo iba a transformar en toneladas de cerveza las cuales nadie recuerda haber pagado. Ese hombre, mito a partir de ahora en nuestras vidas futuras, era El Profesor.

Desde la primera palabra que nos dijo, El Profesor, portugués, tenía ese deje inquietante que te alerta a modo de "huye, o esta noche puedes acabar en una bolsa de basura troceado en cinco". Pero ¡eh, estamos en Coimbra, conozcamos gente! Tenía unos 40 años, pelo corto y ya gris aunque se conservaba bien. Sonrisa también de película de David Lynch. O más bien de Jack Nicholson en El Resplandor. El tío, que al parecer había estado en todas partes de España incluida Cuenca -de donde es Iris-, se presentó como profesor de arquitectura de la Universidad de Coimbra. De ahí vino su apodo a posteriori, aunque ninguno de nosotros llegó a tener la seguridad nunca de que ese tío pudiera enseñar nada en la universidad. Hablaba un español bastante extraño, sorprendentemente fluido.

Tras un rato hablando con él y tres Super Bocks más, teníamos claro que eso de la "cervecita y a casa" estaba a muy pocos tragos de írsenos de madre. La estocada definitiva a nuestras buenas intenciones la dio, como no, El Profesor. El local cerraba, él se levantó y con aire medio cuarentón, medio asesino en serie, nos hizo la propuesta que alguien en su sano juicio siempre hubiera rechazado. La cuestión es que, ¿por fortuna?, nosotros carecemos de cualquier atisbo de juicio. "Somos cinco, tengo mi coche aparcado ahí fuera, venid conmigo a la Sé Velha que ahí hay más sitios que cierran tarde". Nos faltó aplaudir y saltar como retrasados con vendas en los ojos.

El Renault Twingo

A ver, salimos del bar y su coche era un Renault Twingo. "Un tío que conduce un Twingo no puede ser mala persona, venga ya". Aquél pensamiento nos tranquilizó mucho, aunque puede que El Profesor utilice el Twingo como tapadera con la que se gana la confianza de sus víctimas. Es lo más probable. Y es que precisamente ahí fue cuando El Profesor dejó caer por primera vez la frase que repetiría mínimo diez veces durante el resto de la noche. En broma, medio en broma medio en serio o en serio, hizo debutar su gran éxito "I'm a serial killer". Aquello, siempre en el diminuto Twingo, fue después de hablar de personas follándose a cerdos, esto es, de Black Mirror.

No con animales, pero a esa altura prematura de la noche nosotros ya teníamos claro que él no tenía clara su orientación sexual. Y aquí amigos, si sois heterosexuales como yo, es donde os tengo dar el consejo de que evitéis siempre el error que yo cometo al viajar casi siempre con chicas: no salgáis nunca siendo el único chico, porque vais a parecer el típico amigo gay y eso puede dar lugar a situaciones incómodas. Además de que no os comeréis un rosco porque las tías van a pasar de vosotros por descarte. Eso por la noche, porque por el día vais a tener que esperar tres horas a que vuestras amigas hagan, en cualquier ciudad, turismo de tiendas, algo casi sagrado para ellas aunque sea solo para decir "esto me lo compré en el Zara de Braga" o "aquello lo vi en el Lefties de Coimbra". Supongo que eso les refuerza su currículum ante sus semejantes y les da cierto estatus. Yo nunca lo entenderé y siempre estaré de puerta en puerta haciendo como que hablo con alguien en WhatsApp y, eso sí, viendo chicas guapas entrar.

Ya casi habíamos llegado a la Sé Velha, de hecho reconocíamos el lugar. Esa misma mañana, en otro alarde de turismo bien aprovechado, Iris y yo habíamos hecho la croqueta en un césped cercano y dejado constancia de nuestro retraso en forma de book fotográfico.

Ir de turismo por Coimbra... Haciendo la croqueta (Versión Iris)

Ir de turismo por Coimbra... Haciendo la croqueta (Versión Pablo)

El Profesor estaba a punto de dejarnos atónitos con su destreza y dominio de aquél endiablado Twingo. La calle que bajaba, de unos treinta metros y en descenso pronunciado, era dirección prohibida, así que él decidió obedecer las señales de tráfico a su manera. Puso la marcha atrás y bajamos como quién va en una montaña rusa invertida. Sin manos. Y el tío no solo bajó, sino que giró y aparcó a la primera. Todo en marcha atrás. Bajamos, llovía, empezaba la segunda parte de la noche. Donde El Profesor se convirtió en leyenda.


TO BE CONTINUED...









domingo, 9 de febrero de 2014

Cromo #1: Aida de la Rubia



Ficha técnica

Nombre: Aida de la Rubia Rodrigo

Carrera: Comunicação aquí, Publicidad y RRPP en España.

Quinta del: 1992

Procedencia: La Vall d'Uixó (Castelló). Sí, som del mateix poble. Chà ira chà!

Especialidad: El noble arte del gintonic y toda su gama de (amargos) sabores.

¿Del 1 al 10, cuánto sale de fiesta?: 14.

¿De qué tipo sería si fuera un Pokémon?: Eléctrico.

¿En qué programa de TV saldría?: Si pusiera MYHYV me mataría. Así que diré els bous de Tarson.

¿En qué canción de pachangueo brasileño lo da todo? Não Me Toca.

Nivel de portugués: "obrigada, bom dia"

Segurança preferido: Rui.

¿Si fuera artista en un festival, qué haría y a qué hora actuaría?: Sería DJ y pincharía a las 4 de la mañana, cuando todo el mundo empieza a estar más pasado que la DJ de Braga. Intentaría alargar su set hasta las 7 y dos seguranças se la tendrían que llevar a rastras del escenario.

Proyectos de futuro: Participar en varias telenovelas de renombre en Argentina.

Penya: No sé si encara és del Corcó.

Antecedentes: dos valleros, a Covilhã

A mi me pasó lo siguiente. Imaginadlo, pensad que os pasa a vosotros. Solicitas un Erasmus, te lo conceden al penúltimo destino. Miras las listas, al menos de tu universidad, para intentar salir de dudas. Ves algunas personas pero te paras en un nombre en especial. Aida de la Rubia. Un momento, ¿Aida de la Rubia? No puede ser otra, estadísticamente no hay más personas que se llamen así. Es ella, es de tu pueblo. No la conozco personalmente pero sé quién es. Hasta para esto hay gente de La Vall en todos los sitios.

¿Qué probabilidades había de que pasara una cosa así? ¿Se han alineado las estrellas? ¿Cómo cojones se valora esto? ¿Es bueno o malo? Primer pensamiento: ¡qué guay, antes de empezar ya tengo a alguien a quien "conozco" y podré hablar con ella de todo! Segundo pensamiento: ¡mierda, yo me quería ir para olvidarme de todo lo que hay aquí! ¿¡Cómo voy a cambiar siquiera un poco si tengo esta parte de mi vida actual conmigo!? ¡No hemos sido amigos en la vida, va a ser incómodo no, lo siguiente! Y te quedas con el segundo pensamiento: esta situación va a ser un lastre.

Pues eso pasó con Aida. Somos de La Vall d'Uixó. Que es un pueblo de 30.000 habitantes con muchas discusiones entre imbéciles, muy mala fama, toros, fiesta, más toros, más fiesta non-stop e institutos de plástico. Bien, a ese instituto de plástico íbamos Aida y yo. Quiero decir, el instituto fue de plástico -barracones- porque literalmente se cayó el de verdad. 

Ella tenía un año más que yo. Éramos de los dos estratos más diferentes que pueden haber en la pseudo-sociedad de la secundaria. Yo era del grupo de los teóricamente frikis -a mucha honra- y eso y más pensaba ella de mí. Se imaginaba encontrarse a un tipo introvertido, callado. No sé qué pensaría de aquello la inocente chica el otro día cuando salimos a las cinco de la mañana en Braga al primer garito que encontramos sin importarnos que fuera un cubículo de 3x3 -prometimos levantarnos a las nueve, algo que obviamente no pasó-. Todavía sigo pensando en aquella DJ.


Ahora SÍ que tiene un motivo para matarme. Ho senc, no he pogut resistir-me. Era massa.
Nota: lo que estáis viendo ahí arriba es a Aida vestida de animadora cuando íbamos al instituto. No era una fiesta de disfraces: en nuestro instituto había animadoras de verdad. Sí, como las de las pelis americanas. Ella era animadora en un equipo de fútbol que se llamaba Tomas K.O's. Tenía que sacar a la luz sí o sí este trocito de pasado oscuro. Le está legítimamente permitido devolvérmela cuando quiera.

De Tomas K.O's a Erasmus en Covilhã

Ella... Bueno, de ella solo diré que un amigo mío tenía una escala para clasificar tías del 1 al 10 y ella era el ejemplo para el número 10. Era popular, la tía buena del insti, la  teóricamente superficial. Nunca nos miramos ni nos dijimos hola. Teníamos prejuicios hasta las cejas. Que nos tocara juntos en un Erasmus era lo peor que me podía pasar. Nada más lejos de la realidad, ha sido lo contrario, ha sido de lo mejor.

Os lo explico. Aida no ha sido mi mejor amiga. Yo no he sido su mejor amigo. Empezamos regular, con muchas apariencias y poca confianza el uno en el otro. Los primeros días había un buen rollo cordial bastante difícil de soportar. Pero cinco meses después somos lo que nunca pensamos que seríamos, amigos. Y eso es mucho. La vida normal, en un pueblo y con las ideas cerradas que todos traemos de casa, nunca nos habría llevado a eso. El Erasmus ha hecho magia. Y Aida y yo hemos hecho el más difícil todavía, reírnos de toda esa mierda convencional y descubrir que no éramos como nos habíamos figurado ni como nos habían enseñado que debíamos pensar sobre el otro. Que se joda la vida cotidiana y paralela que tenemos allí, en La Vall. Nos hemos podido conocer y hemos comprobado que aquello, lo que hemos vivido los últimos 20 años, es para que nos devuelvan el dinero. La lección es muy importante y no va en broma.

Cromo #1: Aida

De mi no hablo en los "cromos", así que voy a deciros como es ella. Como es ella de verdad, como la he conocido cuando te das la oportunidad de conocer a alguien y ese alguien se deja conocer. Esto es, totalmente lo opuesto de lo que pensaba que era ella cuando teníamos 16 y 17 años -supongo que si lo escribiera ella sería lo mismo, pero al revés-. 

Aida de la Rubia está loca. Pero en el buen sentido. Baila mucho, si puede ser electrónica de la que tiene mucho drop. Algo de EDM y algo de moderneo. Pero también lo da todo con el pachangueo -Não Me Toca, Elas Ficam Loucas...- aunque en el fondo se burle un poco, como yo, de él. Bebe mucho, es fácil hacerle reír (si sabes cómo) y es bastante original y muy inteligente. Un día me dijo que era fan de Pokémon -sí, de Pokémon- y yo pasé de creerla. Entonces empezó a recitar nombres que ni yo recordaba y flipé. Esta no era la Aida que yo imaginaba.




Aida sabe hablar bien. Me acuerdo de aquella presentación de un trabajo sobre La noche más oscura -spoiler: esa peli donde matan a Bin Laden-. Nadie en el grupo había visto la película. El profesor sí, y se puso a hacer preguntas. Aida y yo fuimos de echaos p'alante y empezamos a hablar de la peli como si fuéramos críticos de cine del New York Times. Igual la directora quería expresar totalmente lo contrario, pero toda la clase quedó convencida de que éramos los que más sabían sobre La noche más oscura en toda España.

Aida tiene su mundo, habla con voz de niña cada vez que le gustaría gritar. Eso la hace ser adorable cuando podría ser irritante. Pero la cabrona lo hace muy bien y te convence. Ahí se ve que es buena estudiante de Publicidad. Ayer mismo se rayó muchísimo por lo que pudiera pensar de ella ahora que se iba. Le dije que estuviese tranquila, pero me tuvo quince minutos explicándome rollos más largos que el que yo escribo y que no voy a reproducir. Sigue siendo muy guapa, eso sí es verdad. 

A Aida le hace gracia que yo sepa tantos datos inútiles, como la cantidad de habitantes por metro cuadrado que tiene Covilhã, quién actuó y quién dirigió tal película o cómo murió cualquier personaje entre los siglos XVI y XX. Realmente a día de hoy no sé si para sus adentros piensa si eso es bueno o es malo. Con Aida te puedes entender aunque ella no esté de acuerdo contigo, que eso también pasa bastante. Pero yo creo que se ha sorprendido de tener delante a alguien que no le daba vergüenza soltar cualquier tontería sin miedo. Al principio le costaba, como a mi. Pero se quitó el miedo y dio una oportunidad, como yo. ¡Mira, otra cosa más: sabe dar oportunidades!

Hay una cosa buena y otra mala. La mala es que ahora ella se va a Argentina -otra beca- y no podremos seguir conociéndonos y descojonándonos de aquella sociedad de mentira que nos ha encasillado tantos años. La buena es que, al contrario que la mayoría de personas de un Erasmus, ella y yo podremos volvernos a ver y recordar cada momento de estos cinco meses con tan solo decir "mone a femos un café al Jossmi/Racó/Munich". Nunca el mono de Erasmus pudo solucionarse tan fácilmente.




Si hablo de mono de Erasmus, también debo hablar del "mono de pueblo". Tener aquí a alguien del mismo lugar que tú es una droga y un apoyo psicológico constante. "Saps qui es tal?", "T'enrecordes de les escales de Centro?", "Aquell professor era un fill de puta gran, però aquell altre molava molt". Y nos podíámos reír cuando echábamos de menos eso. Ahora, solo yo diré "chà" en la residencia. En Covilhã no podré volver a hablar de gente como Paco Buzo, Ferrot o mi abuela. Lo de mi abuela va a parte y merece un cachito entero. ¡Pero hey, vuelta al lado positivo! El año que viene, Aida será una de las pocas con las que podré recordar todo lo que sucedía -sucede- en este rincón de Portugal.

En Covilhã ha habido más Erasmus de La Vall que de Barcelona. Y que de Valencia. Y que de Bilbao. Y casi los mismos que de Madrid. 

Que mala pinta tenía todo cuando llegamos y cómo ha ido saliendo el sol. Retóricamente, claro, porque aquí siempre llueve. Este es el ejemplo de que el Erasmus lo puede todo. Que se lo pase boludamente en Argentina. Y un día de estos, después de que acabe una noche tan rara y extraña como la de ayer, en la que se ha ido, le haré la lista de Spotify que ya me ha pedido unas ciento treinta y dos veces.

Ací tens un amic Aida, encara que en setembre pensares que no. Si vols, ja comprovaràs que parle en sèrio!

jueves, 6 de febrero de 2014

Cachito #3: despedidas puñeteras, puñeteras despedidas

Hay un cachito Erasmus, triste, que descubrí hace una semana y ha continuado hoy mismo. Provoca tal efecto de choque que no puedo esperar más a escribirlo. Se trata de las despedidas. Lo había leído, me lo habían comentado y supuse que serían exageraciones. Pero no. Como el resto de momentos que me contaron del Erasmus y que después he vivido en primera persona, este es igual de cierto.

Se ha acabado el primer semestre y hay a quien su beca le dice que tiene que irse. Esto es, de un día para otro mucha gente ya no estará aquí aunque te hayas acostumbrado a verles todos los días. Es una señora putada y un señor aviso. Opera a los dos niveles. Primero porque habrá que aprender a reírse también sin algunos y segundo porque sin darte cuenta ya ha pasado la mitad de tu año fantástico. ¡Mierda, que esto se acaba y no le puedes meter más monedas a la máquina para seguir jugando! Todo esto de las despedidas también tiene algo de premonición, porque es lo que yo voy a tener que hacer dentro de cuatro meses.

Sayonara, Yusuke

El otro día estaba durmiendo. Y seguí durmiendo. Y así se hicieron las dos de la tarde. Lo que venía siendo un día perfectamente normal. Entonces oí la voz de Yusuke bajo las escaleras diciendo "Hey, Pablo, I'm going back to Japan". Yo salté de la cama y dije "when?". Su "right now" me hizo bajar corriendo las peligrosas escaleras blancas de la PAC y abrazarle. Sería la última vez -a no ser que vaya a Tokio, que molaría- y como yo no estaba todavía ni siquiera medio despierto no lo pude asimilar. Yo ya sabía que se iba tal día, pero es eso, que no alcanzas a ver la magnitud del momento hasta que ha pasado y el alegre japonés se marcha por el pasillo con su maleta y ves la parte de abajo del cuarto deshabitado. Me ha dejado la impresora, así que amor infinito.




En cuanto a mi nuevo compañero de habitación, será una incógnita hasta mediados de mes. Yo ya le he dicho a Lourdes, la recepcionista, que nada de turcos. Ella me tachó de racista. Yo le dije que era más bien cuestión de higiene y limpieza. Que yo no es que sea el calvo de Don Limpio pero los turcos son otra historia. Después ella empezó a reírse sola y a zambullirse en otros tópicos como el de que todos los brasileños son maricas. En unos días comprobaremos si no me la juega con el nuevo compañero, pero es imposible que sea como Yusuke y todos lo sabemos. Con él he tenido más experiencias que nadie y a mis nietos, si tengo, les hablaré de él. La navidad de un japonés en La Vall es algo que merece contarse en este blog más adelante.




Bajas del mercado de invierno

Hoy vuelvo de pasar cinco días bastante buenos en España -las clases no empiezan hasta el día 17-, pero el precio que he pagado ha sido no poder despedirme de uno de los personajes que más han representado en mi Erasmus, Fernando, un engranaje. Realmente pensaba que se quedaba para el segundo semestre así que cuando me etiquetó en una publicación de Facebook un día que me levantaba de resaca me dejó en shock. También se fue Dani, que pasará el segundo semestre en Chile. Crack. Aunque él preferiría irse a Polonia. 

Juan, de Madrid, otro que se va. Él es la figura que más difícilmente puede volver a aparecer en un Erasmus. Ha sido poco menos que el padre de todos nosotros en algún momento. De largo y en un lugar más parecido a un sanatorio para dementes que a una residencia de estudiantes, él ha sido la persona más sensata y responsable que he conocido. De mayor quiero ser como Juan.




Para la historia quedará su conato de rebelión en la puerta de una discoteca de Lisboa -Urban Beach, concretamente- cuando se negaba a pagar más de tres mil pesetas de su época -de la época de Juan, quiero decir-. "¡Que yo no pago 20 euros por entrar aquí!", gritaba indignado. Pero veinte locos contra un cuerdo son demasiados, así que soltó la pasta y entró como todos.

Y entre hoy y el domingo le toca el turno a tres más. Ellos, concretamente:



(He sabido que el vídeo lo había hecho Iris solo por como escribía)

Paco, al que ojalá vea dentro de muchos en una sala de prensa o puestos frente a frente con dos micrófonos en algún programa deportivo aunque la cosa esté muy mal en este mundo. ¿A quién le daré esos pases cuando vayamos a jugar a fútbol enfrente de la resi? ¿Quién será tan buen estudiante como yo en Comunicação? 

También se marcha María del Mar, que se ha ido justo cuando yo estaba a punto de llegar de mis días en casa. A María del Mar la conocí en su primer día aquí, cuando hicimos juntos el camino del ArtBaró a la resi y le descubrí las cuestas infinitas que tenía Covilhã. Tiene el dudoso honor de hablar más que yo. Se ha marchado justo veinte minutos antes de que yo aterrizara hoy en la residencia. Siempre llego tarde, si no no sería yo. Pero ella sabe que algún día nos iremos de fiesta por Madrid, que también sabe que soy de los que cumple y se va a donde sea de un día para otro. A Braga o a Pekín.


Las de la izquierda se me van. A las de la derecha me las quedo un rato más.

Capítol a part mereix Aida, així que d'ella em despediré en format "cromo". Quines possibilitats n'hi havia de que dos de La Vall acabaren en Covilhã d'Erasmus el mateix any? Estos mesos hem sigut més valleros que gent de Barcelona i València juntes. Com ha de ser.

Hoy he entrado en la residencia y faltaba una bola de paja del desierto pasando. Como también se ha vuelto media Polonia a su casa, ahora solo queda esperar a lo que yo llamo "mercado de invierno" y ver quién se firmará hasta final de temporada en la gélida PAC. Además de que todavía me quedan muchos "viejos conocidos" por aquí. Víctor, Ana, Iris, Claudia, Sonia, Rafa, Raymond, Mar, Alba, Sara, Julián... Tengo ilusión. Por ahí me dijeron que vienen 25 polacas nuevas. Ya no escuché nada más a partir de esa frase.