jueves, 23 de enero de 2014

Cachito #2: la Latada

Hacía tiempo que os debía una historia en particular y se merece algún párrafo de más. Quizá sea la parte más importante de un Erasmus en Portugal, el momento vertebrador en el que te das cuenta, si vas consciente, de que mola haberte ido al país de al lado a estudiar. Es la fiesta por excelencia, el clímax estudiantil luso. Si no te lo pasas bien ese día, te garantizo que no te lo pasarás bien jamás. Si no te lo pasas bien ese día, algo estás haciendo mal. Pero te lo pasas muy bien, o al menos eso crees recordar borrosamente. Todo el que haya estado de Erasmus en Portugal sabrá ya que estoy hablando de la incomparable Latada.




La Latada es el día grande de las fiestas de bienvenida en Portugal. Es originaria de Coimbra pero se extendió por otras universidades portuguesas, entre ellas nuestra querida Covilhã. Los estudiantes de cada carrera, que sienten ese día como ellos solos, hacen una carroza o un letrero con algún elemento relacionado con lo que aprenden. Bueno, todos no, porque la carroza Erasmus era un ovni. Igual es que somos de otro planeta y estamos hechos para soportar materiales que el ser humano corriente no podría soportar -precisamente es el día de la Latada cuando averiguas eso-.

Latada: el trayecto

Entonces, cuando han terminado por fin todas las carrozas después de ¡1 mes de trabajo! -el ovni lo hicimos en cinco días-, llega la fecha señalada y salen todos a la calle vestidos de Harry Potter, con su túnica imprescindible, o disfrazados. Y después llegas tú, que no te has enterado de que la fiesta empezaba a las diez de la mañana y cuando llegas a las doce y media ya van todos tan ciegos que hasta les daría igual nacionalizarse españoles. Creedme, para un portugués eso es ir muy hasta los topes.


¿Veis? Este iba aún más pasao que yo.

Muy bien, hasta ahí todo correcto. Ahora viene lo realmente difícil. Y es que es complicado contar una historia de manera veraz si no la recuerdas. Pero lo voy a intentar. Así que AVISO: esta es la historia de lo que supuestamente pasó en mi Latada. Es decir, está basada en hechos reales, pero no tengo la certeza de que todo lo que vais a leer sea verdadero al cien por cien.

Aquello era una cabalgata de Reyes a lo bestia, pero en vez de repartir caramelos repartían vodka. Toda Covilhã -toda Covilhã, hasta las abuelas con bigote- estaba en la calle viendo la Latada. Padres con sus hijos, que vaya imagen también. Así les salen después. 




Nada más llegué empezó a llover. Pero no a llover gotas que acarician tu pelo y bañan suavemente las calles. No. A llover, lloverCom si s'acabara el món. Llover en plan "hay que suspender el partido porque el balón no bota en el césped". Pero aquello no se suspendió. 

Y no paró de llover hasta... No, ahora que me acuerdo no paró en todo el día. Yo llevaba dos botellas de lambrusco como gasolina. Mientras bajaba al punto de partida me acabé una entera. Es lo que tiene querer equilibrar con el resto de los que llevaban horas bebiendo. Los que hayáis ido a Magdalena en Castellón sabréis que el lambrusco es la opción calidad-precio más rentable para emborracharse. Entre millones de abrazos y firmas con permanente en millones de camisetas, la segunda botella bajaba sin que me diera cuenta. Habríamos avanzado unos cincuenta metros en media hora. Lo hacen a propósito, van tan lentos que obligan a beber más.




El momento crítico de mi Latada fue cuando, ya considerablemente perjudicado y bailando con una estonia con la que probablemente querría enrollarme, se me resbaló la botella de lambrusco -estaba empapado- y se rompió en mil pedazos. Yo solté un grito desolador sin darme cuenta que lo realmente hardcore era que la botella había caído a centímetros de un Erasmus del año pasado al que casi le astillo la pierna. Sí, vinieron Erasmus del año pasado, para que veáis como es la Latada. Yo me acuerdo del flash de hablar en valenciano con una chica vasca ese día. Nada más.

De cómo mi chaqueta tardó 15 días en secarse y nunca volvió a ser la misma

Avanzando en el camino, y ya sin lambrusco, tuve que recurrir a tragos esporádicos de cualquier cubata que pillaba al alcance. Era una guerra sin cuartel y ni siquiera me importaba que hubiese matarratas dentro. Gracias a Dios no me pueden entrar arcadas porque no recuerdo el sabor de ninguno de ellos. Lo que sí creo recordar es a varias amigas mías envueltas en... Bolsas de basura para resguardarse de la lluvia. Mi chaqueta ya pesaba un quintal para entonces. Alguien por ahí me dijo, "si no llueve, no es Latada". This is Covilhã.

Vaya, pues sí que sucedió aquello de mis compañeras vestidas con bolsas de basura. Lo que no recordaba era el detalle de los zapatos y el pelo. "Pablo, no bebas más", decían.


Luego me reí mucho con todos, llevé la carroza un rato sin saber cómo, besé a una polaca un par de veces antes de irme a otro sitio argumentando "only one kiss, only one kiss", conocí a gente de Oporto que había venido a posta y a otros dos portugueses con los que hablé largo y tendido sobre temas casi metafísicos y trascendentales. Obviamente en mi estado razonaba mucho mejor que sobrio. Esto fue más o menos a la altura del Sporting Shopping Center. Y no me dio tiempo a intentar ligarme a nadie más porque llegamos a la plaza del centro y aquello se acabó. 

Ya a la noche, después de dormir un poco y de darme una ducha me di cuenta de que era la primera vez en mi vida que no lograba recordar acontecimientos que me habían pasado en el mismo día, tan solo horas antes. Pero ni siquiera eso es lo más brutal de todo. Lo más brutal fue que a la noche volví a salir y aquél día también se convirtió en el primero en el que me emborraché dos veces. Y no me constipé.


¿La de la derecha viene a Comunicação o de qué me suena?


Quiero que vuelva ese día, o si no cuando llegue la Latada del 2014 estaré aquí para repetir y ver si me puedo acordar de algo más lucidamente que en 2013. Nunca he oído a tantas personas decirme "Pablo, cómo ibas ese día". Por encima de todo y más allá del alcohol, realmente es una fiesta para vivirla cada uno de sus segundos. Como te dé la gana y entre miles de estudiantes de Hogwarts que se hacen pasar por estudiantes de la Universidade da Beira Interior.


PD: Este texto ha quedado demasiado "nivel: una madre no puede leerlo", ¿verdad?



¡Oh! Y las latas para hacer (mucho) ruido, que por algo se llama Latada.

Fotos: Pedro Lopes.


martes, 21 de enero de 2014

Cachito #1: el viaje de Mateus


La de hoy es una historia parecida a esas que inundan vuestros muros de Facebook hasta convertirse en cansinas de tanto compartirlas. Que ya sabemos que la mujer más fea del mundo hace discursos que llegan a la patata, que tal señor le ha pedido matrimonio a su novia de la manera más empalagosamente romántica del mundo y también sabemos que tal otro señor se ha ido con una mochila y lleva semanas viajando. Parad ya de repetírnoslo. Yo, que estaba cansado de todo esto y a la vez orgulloso de no haber entrado nunca a leer ninguna de esas cosas, he decidido finalmente rendirme al enemigo y unirme a él. Así que voy escribir una historia viajera que ha pasado aquí. Sí, aquí a cinco habitaciones de la mía, no en Facebook.

Europa (casi) entera

Os voy a contar la historia de Mateus Guimarães. En el Erasmus te encuentras personas de todo tipo, de procedencia infinita y con muchos sueños. Somos jóvenes, qué haríamos sin tener alguna ambición en la vida mayor que la de estudiar y acabar nuestra carrera. Queremos más cosas y, a veces, nos da por cumplirlas.


Vaya por delante que lo más importante es que este es el caso de uno de esos pocos tipos que no se ha quedado en la “intención de”, sino que es de los que ha pensado “oye, qué coño, voy a hacerlo”. En otras palabras, tiene los testículos, que es algo que, pese a ser jóvenes, a la inmensa mayoría le (nos)  falta.

Mateus fue de las primeras personas que conocí en Covilhã. Venía de Minas Gerais, Brasil, y como dato curioso compartía habitación con otro chico llamado Mateusz, aunque este con “z” y polaco. La habitación de los Mateus(z). Sea como fuere, el Mateus sin “z” y yo nos hicimos amigos muy pronto. Era parte de esa facilidad que tenemos los Erasmus de hacernos amigos de toda la vida a los dos minutos de conocernos. 

Sería al segundo día de conocernos cuando, bebiendo vino -los brasileños beben mayoritariamente vino, no me preguntéis por qué-, dije “hey, este finde me voy a Madrid a un festival de música”. Cuando nombré a Franz Ferdinand, él dijo “voy contigo”. Tal cual. No necesitó escuchar ni Vampire Weekend ni Foals. Pa’ qué. Así que le conseguí in extremis una entrada para el Dcode por Twitter -consejo de veterano, comprad las entradas para los festivales el día antes a algún desesperado de Twitter, ahorrareis muchos dineros- y nos montamos en un autobús a Madrid. Aquella es otra historia de las que molaría contar en estos “cachitos”.

En Malasaña la vida siempre es mejor.

El viaje de Mateus



Poco queda ya de aquél “inocente” Mateus que se emborrachó muy fuerte y flipó en Malasaña. Padecí por perderle dentro del Ocho y Medio mientras yo bailaba fuera de mí alguna de Two Door Cinema Club. Siempre tendré el honor de ser el primero que lo sacó de Portugal y quizá el que le hizo ver que su idea futura no era tan descabellada. Aunque, de hecho, lo sea.

Un día, Mateus decidió coger su ordenador, mirar vuelos, trenes, autobuses y hoteles y… Comprarlos. ¿Dónde? A 20 ciudades diferentes, a 15 países distintos de Europa. Mateus va a estar 45 días fuera viajando, él solo, por el continente. París, Amsterdam, Berlín, Copenhague, Estocolmo, Cracovia, Auschwitz, Praga, Viena, Bratislava, Budapest, Estambul, Atenas, Pisa, Roma, Lucca, Florencia, Ginebra, Chamonix-Mont-Blanc y vuelta a Lisboa.

Es una locura, sí, pero admitidlo, es una de esas locuras que a todos vosotros os gustaría llevar a cabo. Para qué negarlo, yo siento una mezcla de envidia sana e indignación -no con él, conmigo mismo-. Yo sería buen viajero, leñe.

Quizá, lo único reprochable e inaceptable de toda esta historia sea el nombre que con el que ha bautizado al macro-viaje: Eurotrip. ¿Seriously, Mateus? Sí, como aquella peli de dudosa calidad (su 5’3 en Filmaffinity lo corrobora, todo el mundo sabe que lo que dice Filmaffinity va a misa) que todos alquilamos alguna vez en un viernes de preadolescencia con nuestros amigos -y que alguno tendrá ganas de ver otra vez después de leer esto-. Viniendo de un estudiante de cine como él, es para estrangularle con cintas de película hasta la muerte y después esconder su cadáver en un maletero.

En fin, que ahora él está en París empezando su aventura y yo aquí, escribiendo. Debería ponerle solución a esta situación. Le deseo buena suerte en su viaje a este Jack Kerouac carioca y que, como él mismo dijo en su Facebook, “las cosas no salgan como estaban planeadas”.

Boa sorte na tua aventura, amigo.

lunes, 20 de enero de 2014

Tutorial de manejo del blog (a partir de ahora)

Vale, a ver, escuchadme, van a cambiar cosas en el blog en este segundo semestre. De ahora en adelante, habrá dos tipos de entradas. Los "Cachitos" y los "Cromos". ¿QUÉ? Sí, os lo explico en este sencillo tutorial que, si estuviera en Youtube, sería confeccionado por algún mexicano con mucho tiempo libre -¿en serio, os habéis parado a pensar la cantidad de tutoriales sobre las cosas más locas que hay en Youtube?-.

Damas y caballeros, así será el blog a partir de ahora:

"Cachitos Erasmus"

Quiero acabar con la malagana a la hora de escribir, y como eso es muy difícil, las entradas largas que me obligan a estar sentado horas se acabaron. Que estoy de Erasmus y tengo que salir. Sé que muchos de los que leéis paráis al tercer párrafo pensando "joder, qué tío más pesao". Lleváis razón, y menos mal que no me conocéis en persona porque soy peor aún. Así que ya podéis suspirar porque las entradas tocho se han acabado. Como me dijo un día un gran jefe, "cortitas y al pie". 

¿Y qué haré? Pues os contaré historias y anécdotas breves del Erasmus, trocitos de esta aventura. No viajes enteros, sino situaciones que sucedieron en esos viajes por separado. Como recortables que puedes unir después. Cachitos, en fin.

Es obvio que este es uno de los momentos TOP que os tengo que contar.

¿Y por qué "Cachitos"? Fácil. ¿Sabéis ese canal que está entre La 1 y Antena 3 y que muy pocos de vosotros veis? Sí, La 2. Pues ahí, a parte del de Eduard Punset, hay un programa conducido por uno de mis amores platónicos, Virginia Díaz -más que ella, mi amor platónico es su voz-. En él, repasan momentos puntuales de la música pop española. Todo breve. Corto. Como píldoras. Y se llama así, "Cachitos". Pensé en llamar a esta sección "pedacitos", "trocitos", pero puestos a plagiar, mejor plagiar bien. O sea, del todo. Aunque a mi me gusta más llamarlo "homenaje a mis referentes". Queda mejor.

"Cromos Erasmus"

Muchos de los que leéis esto habréis hecho de pequeños la colección de cromos de fútbol. Sí, ese invento del diablo en el que nuestros padres se dejaban medio sueldo para que cinco de los seis cromos del paquete los tuviéramos repetidos y con los que nos destrozábamos las palmas de las manos en el patio de la escuela. Esa colección que siempre dejaba un jugador sin imprimir y que se convertía en objeto de deseo. Normalmente, aquél futbolista era un completo desconocido y jugaba en equipos tales como el Oviedo, el Albacete o Las Palmas. 

Paqui, de Osasuna: el cromo más brutal de la historia del fútbol. 

Pues yo voy a hacer algo así con mis compañeros y compañeras de Erasmus -no son tan feos como Paqui, tranquilos-. Me apetece presentároslos y es la manera perfecta. A ver, no les voy a hacer posar con un balón de fútbol -aunque sería un puntazo-, pero sí que habrá foto. Igual es foto normal, igual es selfie... ¿Os habéis dado cuenta de que selfie es la manera bonita y moderna de decir "fototuenti"?. Lo que se dejen hacer, se hará. 

Os contaré algo sobre ellos, como son, qué hacen aquí, qué les gustaría hacer. Intentaré no contar muchas cosas malas ni ser demasiado sarcástico porque saben en qué habitación vivo. 

Este será el menú. Espero divertirme y espero que os divirtáis -y no penséis más aquello de "qué tío más pesao"-. Coming soon!


jueves, 16 de enero de 2014

Hola de nuevo, Covilhã

Voy a deciros la verdad: hacía mucho tiempo que no escribía. No se lo digáis a nadie porque podrían mirar la entrada anterior y averiguarlo por sí mismos. Podría decir que no he tenido tiempo para escribir, pero la verdad es que lo había abandonado casi como a alguna de mis asignaturas. Han sido meses extraños, largos, cortos, recargados y acabados. He ido a casa por navidad, como los turrones y los anuncios de perfumes, y he vuelto a Covilhã. Y mañana a primera hora, es decir, dentro de cinco horas, entrego y expongo el último trabajo de este primer semestre. 

De hecho, si no fuera porque el "Sin Cuello" -"Sin Cuello para los españoles,  sem pescoço para los portugueses y "Sincue" para los amigos- tuvo mala puntería y puso su examen quince días más tarde que el resto de docentes cuerdos, ya habría acabado incluso los exámenes. No me extraña su poca racionalidad. Al hombre la sangre no le llega al cerebro, se le queda agolpada en el espacio confluyente que forman su cabeza y su pecho, que a su vez se funde con una masa de carne que homenajea a Jabba El Hutt. Pero no estoy aquí para reírme de mi profesor de Sociedade e Comunicação. Aunque me apetezca y sean las 4:34 de la mañana.

La cuestión es que dando por sentado que quince días son muchos, he decidido que espiritualmente mañana habré acabado exámenes y trabajos. Que me da la gana. Y eso que son los exámenes que menos interés han suscitado en mí desde que me hacían hacer música en la escuela siendo músico de conservatorio. Que aquello era como Colón cuando llegó a América, se subía al caballo y los indígenas le adoraban como a un extraterrestre. A mí lo mismo mis compañeros, pero entonando bien y sabiendo tapar correctamente los díscolos agujeros de la mítica flauta dulce Hohner con la que todos vosotros habéis fracasado al intentar tocar "Titanic".

Regresando al tema principal, he acabado exámenes. Sí, lectoras y lectores, fans varios, los Erasmus hacemos exámenes. Y aunque esté mal que yo lo diga, sin mucho esfuerzo -y obviando el hecho de que me he dejado una asignatura directamente para la recuperación, pero shhh, eso no cuenta- me he marcado un perfect que ni vosotros en vuestros mejores tiempos de Tekken. Todo ello recurriendo a una teoría con demostradísima base científica. La del "he escrito tanto que no me pueden suspender"

¿Y qué significa que haya acabado exámenes? Pues que quiero volver a engancharme a esto de escribir tal como un moderno intenta engancharse a Kanye West. ¿Por la fuerza y aunque al principio reniegue? No, por cojones. 

Tengo ideas nuevas e historias viejas y me molaría contarlas todas. Igual, pronto tenéis noticias de nuevos trabajos y me da por hacer cosas cada día como Woody Allen cuando hace una peli nueva cada año. O igual no y hago como Tarantino, que solo las hace cuando se le pone dura. No lo digo yo, lo dice él. 

Va, a dormir, que hay presentación a las nueve en clase del "Hairless" -eso para los portugueses, para los amigos nada. No creo que los tenga. Es bastante hijo de puta. Y ten cuidado si eres del país de al lado-. Y si no me duermo, ya veréis la siesta que me voy a echar luego. Los juglares cantarán sobre ella.