Hacía tiempo que os debía una historia en particular y se merece algún párrafo de más. Quizá sea la parte más importante de un Erasmus en Portugal, el momento vertebrador en el que te das cuenta, si vas consciente, de que mola haberte ido al país de al lado a estudiar. Es la fiesta por excelencia, el clímax estudiantil luso. Si no te lo pasas bien ese día, te garantizo que no te lo pasarás bien jamás. Si no te lo pasas bien ese día, algo estás haciendo mal. Pero te lo pasas muy bien, o al menos eso crees recordar borrosamente. Todo el que haya estado de Erasmus en Portugal sabrá ya que estoy hablando de la incomparable Latada.
La Latada es el día grande de las fiestas de bienvenida en Portugal. Es originaria de Coimbra pero se extendió por otras universidades portuguesas, entre ellas nuestra querida Covilhã. Los estudiantes de cada carrera, que sienten ese día como ellos solos, hacen una carroza o un letrero con algún elemento relacionado con lo que aprenden. Bueno, todos no, porque la carroza Erasmus era un ovni. Igual es que somos de otro planeta y estamos hechos para soportar materiales que el ser humano corriente no podría soportar -precisamente es el día de la Latada cuando averiguas eso-.
Latada: el trayecto
Entonces, cuando han terminado por fin todas las carrozas después de ¡1 mes de trabajo! -el ovni lo hicimos en cinco días-, llega la fecha señalada y salen todos a la calle vestidos de Harry Potter, con su túnica imprescindible, o disfrazados. Y después llegas tú, que no te has enterado de que la fiesta empezaba a las diez de la mañana y cuando llegas a las doce y media ya van todos tan ciegos que hasta les daría igual nacionalizarse españoles. Creedme, para un portugués eso es ir muy hasta los topes.
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¿Veis? Este iba aún más pasao que yo. |
Muy bien, hasta ahí todo correcto. Ahora viene lo realmente difícil. Y es que es complicado contar una historia de manera veraz si no la recuerdas. Pero lo voy a intentar. Así que AVISO: esta es la historia de lo que supuestamente pasó en mi Latada. Es decir, está basada en hechos reales, pero no tengo la certeza de que todo lo que vais a leer sea verdadero al cien por cien.
Aquello era una cabalgata de Reyes a lo bestia, pero en vez de repartir caramelos repartían vodka. Toda Covilhã -toda Covilhã, hasta las abuelas con bigote- estaba en la calle viendo la Latada. Padres con sus hijos, que vaya imagen también. Así les salen después.
Aquello era una cabalgata de Reyes a lo bestia, pero en vez de repartir caramelos repartían vodka. Toda Covilhã -toda Covilhã, hasta las abuelas con bigote- estaba en la calle viendo la Latada. Padres con sus hijos, que vaya imagen también. Así les salen después.
Nada más llegué empezó a llover. Pero no a llover gotas que acarician tu pelo y bañan suavemente las calles. No. A llover, llover. Com si s'acabara el món. Llover en plan "hay que suspender el partido porque el balón no bota en el césped". Pero aquello no se suspendió.
Y no paró de llover hasta... No, ahora que me acuerdo no paró en todo el día. Yo llevaba dos botellas de lambrusco como gasolina. Mientras bajaba al punto de partida me acabé una entera. Es lo que tiene querer equilibrar con el resto de los que llevaban horas bebiendo. Los que hayáis ido a Magdalena en Castellón sabréis que el lambrusco es la opción calidad-precio más rentable para emborracharse. Entre millones de abrazos y firmas con permanente en millones de camisetas, la segunda botella bajaba sin que me diera cuenta. Habríamos avanzado unos cincuenta metros en media hora. Lo hacen a propósito, van tan lentos que obligan a beber más.
Y no paró de llover hasta... No, ahora que me acuerdo no paró en todo el día. Yo llevaba dos botellas de lambrusco como gasolina. Mientras bajaba al punto de partida me acabé una entera. Es lo que tiene querer equilibrar con el resto de los que llevaban horas bebiendo. Los que hayáis ido a Magdalena en Castellón sabréis que el lambrusco es la opción calidad-precio más rentable para emborracharse. Entre millones de abrazos y firmas con permanente en millones de camisetas, la segunda botella bajaba sin que me diera cuenta. Habríamos avanzado unos cincuenta metros en media hora. Lo hacen a propósito, van tan lentos que obligan a beber más.
El momento crítico de mi Latada fue cuando, ya considerablemente perjudicado y bailando con una estonia con la que probablemente querría enrollarme, se me resbaló la botella de lambrusco -estaba empapado- y se rompió en mil pedazos. Yo solté un grito desolador sin darme cuenta que lo realmente hardcore era que la botella había caído a centímetros de un Erasmus del año pasado al que casi le astillo la pierna. Sí, vinieron Erasmus del año pasado, para que veáis como es la Latada. Yo me acuerdo del flash de hablar en valenciano con una chica vasca ese día. Nada más.
De cómo mi chaqueta tardó 15 días en secarse y nunca volvió a ser la misma
Avanzando en el camino, y ya sin lambrusco, tuve que recurrir a tragos esporádicos de cualquier cubata que pillaba al alcance. Era una guerra sin cuartel y ni siquiera me importaba que hubiese matarratas dentro. Gracias a Dios no me pueden entrar arcadas porque no recuerdo el sabor de ninguno de ellos. Lo que sí creo recordar es a varias amigas mías envueltas en... Bolsas de basura para resguardarse de la lluvia. Mi chaqueta ya pesaba un quintal para entonces. Alguien por ahí me dijo, "si no llueve, no es Latada". This is Covilhã.
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Vaya, pues sí que sucedió aquello de mis compañeras vestidas con bolsas de basura. Lo que no recordaba era el detalle de los zapatos y el pelo. "Pablo, no bebas más", decían. |
Luego me reí mucho con todos, llevé la carroza un rato sin saber cómo, besé a una polaca un par de veces antes de irme a otro sitio argumentando "only one kiss, only one kiss", conocí a gente de Oporto que había venido a posta y a otros dos portugueses con los que hablé largo y tendido sobre temas casi metafísicos y trascendentales. Obviamente en mi estado razonaba mucho mejor que sobrio. Esto fue más o menos a la altura del Sporting Shopping Center. Y no me dio tiempo a intentar ligarme a nadie más porque llegamos a la plaza del centro y aquello se acabó.
Ya a la noche, después de dormir un poco y de darme una ducha me di cuenta de que era la primera vez en mi vida que no lograba recordar acontecimientos que me habían pasado en el mismo día, tan solo horas antes. Pero ni siquiera eso es lo más brutal de todo. Lo más brutal fue que a la noche volví a salir y aquél día también se convirtió en el primero en el que me emborraché dos veces. Y no me constipé.
Quiero que vuelva ese día, o si no cuando llegue la Latada del 2014 estaré aquí para repetir y ver si me puedo acordar de algo más lucidamente que en 2013. Nunca he oído a tantas personas decirme "Pablo, cómo ibas ese día". Por encima de todo y más allá del alcohol, realmente es una fiesta para vivirla cada uno de sus segundos. Como te dé la gana y entre miles de estudiantes de Hogwarts que se hacen pasar por estudiantes de la Universidade da Beira Interior.
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¿La de la derecha viene a Comunicação o de qué me suena? |
PD: Este texto ha quedado demasiado "nivel: una madre no puede leerlo", ¿verdad?
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¡Oh! Y las latas para hacer (mucho) ruido, que por algo se llama Latada. |
Fotos: Pedro Lopes.