domingo, 17 de noviembre de 2013

Recepção ao caloiro '13 (II)

I'm back in da house. Vaya, yo que creía a pies juntillas a nuestro ministro cuando pensaba que los Erasmus venimos a hacer el ganso y no estudiamos, esta semana mi mundo se me ha venido abajo. Esto es indignante, me han hecho fotocopiar -¡y pagar! apuntes de Teoría y Filosofía Política -¡¡¡Teoría y Filosofía Política, por favor!!!- y estudiar como un loco dos noches enteras. Porque claro, al no hablarme de esto, he tenido que estudiar contrarreloj para el examen de una asignatura real. Que la asignatura tenga que ver con el Periodismo lo que España tiene que ver con Finlandia ya no me importa, porque esas cosas ya las tenía en la Jaume I de Castellón, siempre a la vanguardia de la inutilidad. Lo que me fastidia es que me han fallado, no aceptaré el dinero de la beca. No necesito una beca para estudiar cuando puedo gastarme el dinero en alcohol y putas. Qué vergüenza, pretenden que seamos responsables. En fin, ya mostré mi enfado al profesor de la asignatura llegando media hora tarde al examen como protesta. Wert dimisión.


El texto de los apuntes para el examen le iba que ni pintado al ministro de Educación.


Después de que hayáis sabido leer el párrafo anterior como Dios manda, empecemos. Esto es Recepção ao Caloiro, parte II. ¿Sabéis que cuando hicieron Regreso al Futuro no tenían pensado hacer segunda parte y que el "continuará" del final era una broma? Pues quizá este ha sido mi pequeño homenaje a esa gran trilogía en la que Michael J. Fox aún se estaba quietecito, porque el otro día cuando puse que haría esto en tres partes ni yo mismo estaba convencido de que podría. Let's go. Recordad que la premisa de toda esa semana de desfase es contar las cosas como si realmente me acordara de ellas. Valorádmelo.

Domingo: La Vall meets Covilhã

Cuando un vallero como yo viene de Erasmus, aunque sea a Portugal, lo último que espera es lo que os voy a contar. Pero de repente y sin saber cómo, ahí estás. Tú, que vienes de un pueblo en el que lo raro es el día que no hacen toro y que es conocido por ser el lugar de la Comunidad Valenciana en el que más bous al carrer -toros en la calle- hacen durante el año. Cuando me fui de La Vall d'Uixó pensé, sinceramente, "al fin, un año sin nada que sin convivir con todo eso". 

Ahora poned voz de Iker Jiménez para leer esto. Bienvenidos a la nave del misterio. [Fundido de negro]. Cuenta la leyenda que el habitante de la pequeña localidad castellonense de La Vall d'Uixó está perseguido por una terrible maldición. Una maldición, amigos, que es capaz de atravesar países e irse de Erasmus con el vallero en cuestión. No está claro todavía si a las maldiciones les dan beca del Ministerio o no, pero se pega a su condenado y, en el momento menos esperado, pone un festejo taurino delante de sus ojos. Desde tiempos remotos, nativos de La Vall han afirmado sentir la presencia de barreras que aparecían y desaparecían en las calles de lugares de lo más variopintos alrededor del mundo y, lo que es más emocionante, han oído el sonido de tres cohetes, exactamente tres cohetes, ni más ni menos, que sonaban justo antes de la gran y terrorífica visión. Escalofriante. No hay manera de acabar con ella, ni aún poniéndole la cuerda y encerrándola en su cajón. El último caso de esta inquietante historia se ha producido en Covilhã, Portugal, donde un joven de la localidad castellonense afirmó asistir a uno de estos rituales y tuvo que enfrentarse a la muerte para poder con ello. La maldición cogió su forma final: una capea con vacas y becerras. Bueno, a la muerte tampoco se enfrentó porque eran becerrillas de un metro de altura, pero aunque la experiencia fue traumática, la superó mientras imaginaba el sabor de una coca de tomate de su tía. "Aquello fue lo que me dio fuerzas para seguir, pensar que después de eso volvería a casa de mi abuela, al lado de la fuente del Roser, para reencontrarme con los míos", afirmó el joven Pablo Ramón.

Y aunque no había coca de tomate, sí había vino muy peleón. Y era gratis. Gratis. Cosa que fue más que suficiente para recuperarme de todo aquello que, efectivamente, sucedió. Aunque no lo creáis, un vallero fue a las vacas en Covilhã. Creo que a estas alturas ya habréis descubierto que no soy una persona muy taurina, pero es como si el hecho de ser de La Vall te diese una ventaja natural en el noble arte de correr delante de una vaca. Es como bailar para los brasileños: hasta la brasileña menos agraciada se mueve mejor que muchas españolas. Debe ser genética. Pues ahí estaba yo, en la arena, rodando como si fuera el recortador profesional del que siempre me reí. Me sobraban los estudios y me faltaba la coletilla y la camiseta cutre, pero los portugueses asistían atónitos a mi exhibición de poderío ante el bravo astado de metro y medio. 

Pero no todo eran portugueses en la capea, y aquí viene la mejor parte. Yusuke se apuntó a su primera experiencia taurina y, como buen japonés, la empezó traumatizado. "I'm very sad for the cow, this is not good... I'm very sad", fueron sus palabras cuando los portugueses, bastante bestias, cogían a la becerra por los cuernos y por el rabo. Él tenía ilusión en ir a una corrida pero, cuando le expliqué que en España mataban al toro con una espada en las corridas de toros, flipó. No lo sabía. Pero, como para mi, su visión de la capea cambió con cuatro vasos del peor vino que jamás hemos probado. Yusuke también se armó de valentía y decidió entrar al mini-ruedo. Sucedía que, cuando la vaca daba un paso hacia él, se subía a la barrera como si no existiese mañana. 


Con becerras de medio metro yo también sé posar, Yusuke.


El japonés se acabó divirtiendo y el de La Vall terminó por escribir su leyenda después de un par de recortes. "Eres espanhol, verdade?", le preguntaron al vallero antes de abandonar el recinto y, con él, el mundo de la tauromaquia. Los juglares portugueses cantarán canciones sobre mi. 

Cuando llegué a la residencia, me quedó una sensación agridulce -y no era por el vino que, eso sí, me dio resaca instantánea-. Por un momento eché de menos mi pueblo, voy a reconocerlo. Pero a los diez minutos me quedó claro que, después de aquello, todo lo que quedaba de Recepção iba a tener más calidad. Aunque fuera poses -y no sé si será por el vino-, me lo pasé rematadamente bien. Porque... ¿Cuántos de vosotros habéis ido a rodar vacas con un japonés?

Lunes: fiesta de la cerveza

Los lunes están mal hechos, pero no porque sean malos, sino porque no sabemos hacerlos bien. Los portugueses sí saben cómo hacer divertido un lunes. Si todas las "segundas feiras" fueran así, el mundo sería un lugar mejor. ¿Cómo? Fácil: pon la cerveza a veinte céntimos y verás como se convierte en el best fucking day in the week. Los pajaros cantarán, irás por la calle cantando Walking On Sunshine, te darán igual las cuestas de Covilhã y, cuando llegues al recinto de conciertos, sacarás la cartera imponente y, en plan "això ho pague jo", pedirás 10 cervezas. O lo que es lo mismo, le entregarás la millonaria cantidad de dos euros a la camarera. No miento cuando digo que dar dos euros por diez cervezas es una de las mejores sensaciones que he tenido en mi vida, justo por detrás de la vez que Liam Gallagher me despreció con la mirada mientras firmaba la teta de una tía. 

Fue, además, el momento de gloria de esas moneditas de cinco céntimos que tejen telarañas en la cartera y están ahí desde que el euro entró en circulación. Gracias por los servicios prestados, tuvisteis un final digno tras años de sufrimiento.


Costumbre portuguesa: apila los vasos de cerveza para corroborar tu leyenda.


Era la combinación perfecta, porque mientras seguía sumando cervezas me importaba menos MC Bola, el Juan Magán brasileño -del tamaño de dos Juanes Maganes- que berreaba sobre el escenario en un alarde de antivirtuosidad técnica más propia de la actuación de alguna orquestilla con nombre de galaxia en las fiestas de un pueblo perdido de Cuenca. Claro que, pensándolo bien... ¿Y si esto es, geográficamente, la Cuenca portuguesa? 

Cuando por fin cesó aquella música que no servía ni para perrear, yo ya iba por la sexta o la séptima cerveza y había dejado la vergüenza en el guardarropa. En medio de aquella bacanal cervecera, encontré entretenimiento montándome un "Buscando a Wally" particular,  versión: "encuentra a la hipster en la fiesta pachanguera". Qué le voy a hacer, me gustan los retos difíciles -y también hacer cosas que no tienen sentido ninguno-. La parte buena es que la encontré. Como a Wally, a las indies se las distingue del resto por dos cosas: la ropa y las gafas. El gorro es opcional, pero también puede entrar en el pack. Aquella era bajita, morena, ropa con pinta sesentera y gafas Woody Allen denim. Era inconfundible, pero aun así me faltaba la última prueba, la del algodón, la que no engaña y puede enamorar. Así que me acerqué a ella y le dije que solo tenía una pregunta para ella. Todo muy romántico según lo escribo. ¿Cuál es tu grupo favorito? Contestó Radiohead. La parte mala fue que, antes de que me pudiese enamorar, cosa que seguramente hubiera pasado en los siguientes diez segundos, un personaje que parecía ser su novio se abalanzó sobre ella y no la volví a ver.

Ahogué mis penas en -más- cervezas y, cuando me quise dar cuenta, ya había pedido cinco tickets de cerveza más. Seguro que vosotros, si sois buenos españoles, también entendéis que había que aprovechar lo máximo aquel sueño mientras durara. Pero se ve que los portugueses en eso se nos parecen, porque a las cinco de la mañana la cerveza se acabó. Nos cortaron el grifo, literalmente. El único que se alegró fue el camarero de una de las barras que, a partir de entonces y hasta el final de la noche, se dedicó a bailar muy fuerte subido en una nevera. Como descubrimos los siguientes días, lo de aquél camarero que parecía sacado de This Is England no era una cosa puntual. Dos DJs con máscaras de Guy Fawkes y peluca de payaso cerraron dignamente la noche con lo que, en ese momento, creí que era musicón. Aunque probablemente la música estuvo más cerca de ser una mierda. Pero ayudaban las pintas con las que se presentaron. Y es que todos debéis saber que esa es la regla número uno del DJ: si no sabes pinchar, arma espectáculo, distrae la atención y será más fácil engañar a todo el mundo. Preguntadle a Steve Aoki, que en eso es catedrático por Harvard. Por lo menos.

Martes: viajes en bus y cómo cerrar bien una noche festivalera

Para el martes ya nos habían quedado claras tres cosas después de aquel paraíso que fue la fiesta de la cerveza. Uno, que por el nivel de la resaca, la cerveza no fue de gran calidad. Dos, que queríamos volver al año siguiente a la Recepção ao Caloiro y que aquello era un festival con todas las letras. Tres, que por la cantidad de party people, la Racepção estaba al nivel de cualquiera de los que tenemos en verano en España.

Y ese martes aterrizaba Mastiksoul en Covilhã, que tenía el éxito asegurado. Mis recuerdos de Mastiksoul se remontaban a la época de Cara B -los valleros sabrán a qué me refiero- y a una adolescencia feliz entre cubatas del ahora defenestrado vodka rojo y Carlsbergs servidas por Aida de la Rubia que, tres o cuatro años después, está aquí conmigo de Erasmus en Covilhã. Poniéndonos filosóficos para algo que realmente no es tan importante, el destino nos volvía a juntar a todos. Menos al mítico Vodka Rojo Knebep, que ahora yace olvidado en el fondo de un estante de Mercadona entre botellas de wiskhy Fire Water y ginebra Sheriton. Y paro ya que si no convertiré esto en una canción de Joaquín Sabina.


Uno de Coimbra que me encontré por Mastiksoul. No, que va, es un colega de Almería.

Una particularidad de la Recepção era que Anil, el pabellón de conciertos, estaba en la otra punta literal del pueblo, así que había que coger el bus nocturno desde la residencia. Ahí entraba la segunda particularidad, porque en Covilhã subir a un autobús pasa de ser un marrón a ser una experiencia de alto riesgo para tu salud. Port Aventura debería hacer una atracción ambientada en un Covibus. En un nexo más entre el universo Harry Potter y Covilhã, recordaba a aquél bus violeta de Harry Potter y el Prisionero de Azkaban. Solo que, este, al menos, no se estrechaba. Tres factores confluían para que aquello fuese un no-apto-para-cardíacos: un conductor portugués, ochenta estudiantes portugueses borrachos embutidos en el autobús y... Rotondas. A mi me fascinó ese submundo, pero lo más fácil era salir de ahí hasta los huevos y mareado como el resto de españoles. Era tal que así:

Primero. Para los que aún no lo sepáis, la media de km/h de un conductor por las calles de Covilhã es de 70. Y eso yendo suave. Los taxistas y chofers de este pueblo merecen una entrada -y la tendrán-, porque dedicarse a esto aquí debería convalidar créditos en el Mundial de Rally. Se nota que Carlos Sáinz no empezó su carrera en Covilhã. El segundo elemento del cóctel, como ya hemos dicho, eran los casi cien portugueses con ganas de fiesta que, para empezar, se subían al bus como si fueran zombies de The Walking Dead echando abajo una valla. Afortunadamente, el vehículo no perdió el equilibrio y arrancó. Entonces empezó el plato fuerte. Los portugueses también arrancaron... A cantar. Traes a cincuenta hooligans del West Ham y permitidme dudar de que les ganen a decibelios. Nosotros, necios, lo intentamos. Pero éramos diez y solo yo era voz masculina. Además nuestra falta de imaginación solo nos dejó acabar tres canciones. Ellos cantaban y nosotros replicábamos, parecía que les daba igual. Pero a la cuarta empezamos un "Yo soy español" que se convirtió en nuestra tumba. A los cinco segundos teníamos a todo el personal entonando alguno de esos himnos que se saben todos. No pudimos volver a abrir la boca. Era una guerra perdida desde el principio. En tercer lugar, y fundamental para entender un viaje en bus en Covilha, se encuentran las rotondas. Conforme te acercabas a cada una de las tres o cuatro que hay en el trayecto hasta Anil, la gente comenzaba a pedir "Rutunda, rutunda, rutunda". Tú, confuso, solo lo entiendes cuando el conductor daba una segunda vuelta a la rotonda. Y una tercera. Y mantente en pie. Y una cuarta. Y no vomites. Y otra quinta. Y cuidado no acabe aquello en plan Madrid Arena. Y si tienes suerte llegas vivo a Anil. 

Para iniciar el subidón, todo eso estaba bastante guay y ahora lo echo de menos. Entramos en Anil y empezaba Mastiksoul. Que físicamente es un negro como dos veces el negro pachanguero de la noche anterior. También llevó al doble de gente, cosa que estaba francamente de puta madre. La parte negativa era que la cerveza estaba a 80 céntimos, si es que a eso se le puede llamar negativo -lo siento si en este blog os estoy restregando mucho lo tirada que está la birra en Covilhã. Es mejor que que haya Fanta de limón-.





Muchos botes y mucha electrónica de masas después, Mastiksoul acabó y se nos planteó la duda ética. El recinto se vaciaba porque el día siguiente, por la mañana, empezaba la Latada. Los portugueses querían reservar fuerzas y lo cierto es que yo, en principio, también. Pero eran solo las 4:30 y, contra todo pronóstico, empezó a sonar What You Know de Two Door Cinema Club, que como todo gafapástico sabe es una de esas canción que actúa de despertador y revitalizador. Era la señal, era la obligación moral de cerrar la noche por todo lo alto. Era el momento en que piensas que para descansar ya estará la semana que viene. Era pecado irse en vez de quemar zapatilla.

Lo complicado de la situación era encontrar a alguien que la quisiera compartir. Y como nadie estaba por la labor, tuve que robar a Ana Blázquez y tirar de ella corriendo hasta la primera fila mientras gritaba "que no Pablo, que no quiero". No me importaba lo más mínimo. Una vez allí y conmigo bailando desatado como si aquello fuera el mismísmo FIB, ella decía "pero solo una y ya está". Como presuponía yo, estuvimos allí unos tres cuartos de hora mientras el DJ, que pasó a los libros de historia por ser el primero que se atrevía con el indie y el rock en Covilhã, pinchaba todas las canciones que siempre me hacen gritar "¡TEMAZO!". Aunque ahora no sepa recordar cuáles fueron concretamente. Aunque no lo creáis, hay gente que entiende mi locura. Si sois de esos, hacédmelo saber para que os anote en mi lista de "gente a la que preguntar si se viene de festival cuando nadie quiere". En cuanto a Ana, yo creo que disfrutó y flipó conmigo a partes iguales. La última hora del martes, que se suponía que era la noche anterior al mejor momento de la semana -la Latada-, se convirtieron en mi particular mejor momento. La Recepção había cogido forma. Las expectativas, al cuarto día, ya estaban superadas. Yo me hubiera conformado, pero por suerte, si a esta trilogía todavía le queda una parte es por algo.


Así acababan las noches de Recepção, entrando a la residencia.


PD: No llegué media hora tarde a mi examen como protesta. Llegué media hora tarde porque no encontraba el aula. Adiós.

martes, 5 de noviembre de 2013

Gracias. Unidos, lo hemos conseguido

La barbaridad era demasiado grande esta vez. Ha debido ser incluso ilegal. Pero ahora ya es historia. El ministro de Educación y Cultura, José Ignacio Wert ha rectificado a la carrera. Imaginad cómo le habrán cantado las cuarenta dentro de su propio partido por la barbaridad que había provocado. 

Los estudiantes Erasmus españoles de toda Europa acabamos de ganar una batalla muy importante. Y, joder, qué bien sienta ganar una batalla después de luchar. Todos nosotros, los Erasmus del curso 2013/14, tendremos la ayuda económica del Ministerio a nuestra disposición. Soy feliz por todos aquellos compañeros que temían por tener que regresar a casa al no poder costeársela. 100 euros al mes, exactamente la misma cantidad que la que recibieron los Erasmus del pasado año -en caso de los no beneficiarios de la beca general-. Aunque os puedan parecer una cantidad ínfima, como bien comentaba otra compañera en su blog, 100 euros marcan la diferencia entre subsistir y vivir dignamente. 

Mirad si les ha salido el tiro por la culata, que se han disparado en el propio corazón -si es que lo tienen, claro-: su versión oficial en los pasados días era que, si daban la ayuda a todos, acabarían disponiendo de presupuesto solo para 50 euros al mes por persona. Por su sinvergonzonería mal ocultada, ahora deberán abonar el doble de lo que pretendían recortar. No han podido con nosotros enfrente.

Rueda de prensa de José Ignacio Wert (obligado visionado para darse cuenta del nivel de bochorno que ha pasado un ministro que, si tuviese dignidad, hubiera dimitido en el acto)

Lo sucedido estos últimos días ha sido un intento de engañarnos a toro pasado, buscando que no nos diéramos cuenta. No esperaban que les saliéramos tan combativos. El ridículo ha sido de lo más espantoso. La actitud del ministro Wert en la rueda de prensa ha sido más propia de un mal perdedor que de un ministro. Estaba abochornado, avergonzado de sí mismo ante la prensa, sabedor de que estaba protagonizando uno de los episodios más sonrojantes de la historia de la España democrática. Admitía preguntas a regañadientes, respondía incluso con más chulería de la que nos tiene acostumbrados, se hacía el sueco cuando convenía y su irritación era mayor que si le hubiera castigado una plaga de avispas. Estaba fuera de sus casillas, dando palos de ciegos y perdiendo toda la razón que algún día aspiró a tener. Rectificar, en esta ocasión, no es de sabios. Es de personas con mala educación, como lo es nuestro ministro.

Pero no bajemos la guardia. Celebremos este día, alegrémonos por lo conseguido, pero mantengámonos en posición de defensa. En la última entrada, dije que nosotros "volveríamos". Ellos también volverán, querrán regresar el año que viene para hacer daño con una nueva "orden ministerial", según Wert. La intención es clara, recargar el revólver para poder disparar de nuevo. Querrán acabar con todo de nuevo y, creedme, tendrán tiempo para prepararlo todo para que raye al borde de la legalidad. Nuestra misión es defenderlos igual de bien que hoy, que esta semana nos sirva de inspiración a todos los estudiantes, para que los que vengan puedan disponer de las mismas oportunidades que nosotros y los que vinieron antes que nosotros tuvimos. 

Esta medida en particular debe ser el ejemplo de que, uniéndonos, todo es posible. Somos estudiantes,   no somos juerguistas profesionales que se van de Erasmus "a emborracharse y a follar", como muchos aún retrógradamente piensan. Valemos mucho, esta experiencia es lo mejor que nos pasará en nuestras vidas y si nos saben cuidar, podemos aplicar eso para ser el futuro de España. Tenemos fuerza para oponernos a gobiernos. Lo hemos demostrado. Esto ha de ser la luz de esperanza que guíe todas las protestas honorables contra los ataques que la educación pública está recibiendo. Han traspasado la línea roja y han tenido que retroceder. Que no la vuelvan a pasar. 

Sé que todo esto suena a utopía, pero no lo es. Y es que la realidad de hoy fue nuestra utopía tan solo tres días atrás. 

Hablo yo, pero estoy más que seguro de que hablo por todos los Erasmus españoles de Covilhã y por  el resto de Erasmus españoles alrededor de Europa que hemos hecho de la distancia un fuerte: muchas gracias. Gracias infinitas a todos los que habéis firmado la petición en change.org y que habéis gritado con fuerza de cualquier otra forma en internet. Estad orgullosos de vosotros porque os han oído, nos han escuchado primero en Bruselas y después en Madrid. Hoy es un gran día, un día que recordaré con un cariño especial. Pero estoy seguro de que, tras esto, vendrán tiempos mejores. Solo hay que perseverar en la defensa de lo que, a nuestros ojos y a los de Europa, es justo. Aunque hemos dado un paso firme, esta guerra aún está por ganar. Ahora, más fuerte que nunca.

Muchas gracias de parte de un Erasmus que hoy es un poco más feliz porque al fin sabe que pertenece a un país de gente despierta.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Off topic: el Ministerio de la Mala Educación

"La ignorancia es la fuerza" - George Orwell.

El Ministerio de Educación ha anunciado, dos meses después de comenzar el curso, la supresión de la ayuda Erasmus a la mayoría de los estudiantes españoles que ya estamos en el extranjero. Todo esto lo han hecho después de prometer esa ayuda. Nos han robado, nos han mentido.


Sé que estaba a mitad de la fantástica trilogía sobre la Recepção ao Caloiro de Covilhã, pero voy a hacer una interrupción breve para tratar un tema asqueroso. Algo más vomitivo que un sandwich de Nocilla con ajo, acelgas, chorizo y mayonesa. Aunque lo titule con un "off topic", lo cierto es que es totalmente lo contrario. Es un topic más relacionado con el Erasmus que todas las entradas que llevo escritas juntas.

Uno de los libros que más me ha marcado en mis cortos 20 años es 1984, de George Orwell. Hay algo sobre ese libro que está mal: su género. No es una novela distópica, no señor. Es muy real. Desde que lees sus más o menos 300 páginas, vas descubriendo más similitudes entre lo que sucede en esa ficticia Inglaterra y nuestro día a día -ya no hablo de la URSS estalinista a la que parodia el libro, no, hablo del 4 de noviembre de 2013-. Corrupción, vigilancia extrema, manipulación... No pongo ejemplos porque tampoco es que tengáis que rebuscar mucho en vuestras memorias para encontrar casos que asustan, deprimen y enfurecen a partes iguales. 

Pero estos últimos meses y, sobre todo, estos últimos días, estoy encontrando un nuevo nexo entre 1984 y nuestra realidad. Algo que, al menos en mi país, no esperaba que sucediera. Y, por ser estudiante Erasmus, estoy siendo víctima plena de ello. Recuerdo que en la novela de Orwell encontrábamos cuatro ministerios. El Ministerio de la Abundancia, Ministerio del Amor, el Ministerio de la Paz y el Ministerio de la Verdad. MindanciaMinmor, Minpax y Minver en la "neolengua" del libro. Su irónica característica era fácil de esclarecer: en el Mindancia se encargaban de que la población viviera siempre con el mínimo necesario, en el Minmor se llevaban a cabo torturas y lavados de cerebro para los contrarios al régimen, el Minpax tenía como objetivo librar guerras sin fin y, por último, el Minver trataba de ocultar la información y la historia para reescribirlas acorde al sistema. En otras palabras, de manipular y mentir.

Y en su 1984, George Orwell pasó por alto incluir un ministerio más. Un español contemporáneo llamado José Ignacio ha querido ponerlo en práctica y darle una vuelta de tuerca a la propuesta de Orwell. Ya sabéis, por aquello de hacer remakes y tal. Con la cartera del supuesto Ministerio de Educación en sus brazos y desde que se hizo cargo de ella, José Ignacio ha tratado de dinamitar desde dentro a todos los estamentos de la Educación -menos a los de su palo, vaya-.

Con nocturnidad y alevosía 

Lo que no sabía hasta esta semana era de la inspiración directa de José Ignacio en otro de los ministerios de Orwell, el Ministerio de la Verdad. Porque aunque había visto a este personaje hacer varias barbaridades juntas, nunca le había visto mentir. Sí defraudar, pero no mentir directamente. Y este fin de semana lo ha hecho. José Ignacio y su ministerio han sido sutiles, silenciosos, nocturnos y alevosos. Y, para rematar con otra paráfrasis literaria, han hecho que parezca un accidente.

En el Boletín Oficial del Estado del 29 de octubre de 2013, resumiendo, se anuncia que los estudiantes Erasmus del curso 2013/14, o sea, del actual, no recibirán ninguna ayuda económica por parte del Ministerio de Educación, salvo que sean becarios de la beca general del Estado del pasado año. Es decir, muy poca gente debido a que esa beca la reciben cada año menos estudiantes.

¿Y qué significa esto? Sencillo: que nuestro Ministerio nos ha mentido y robado. En otras palabras, acaba de convertirse definitivamente en el Ministerio de la Mala Educación. Ministerio de la Mala Educación por su labor autodestructiva para con la misma y Ministerio de la Mala Educación por las formas de actuar, porque si de algo carecen los señores y las señoras que han aprobado esta medida es de educación. 

Hace unos siete meses, cuando se nos concedieron los destinos Erasmus a todos los que estamos ahora desperdigados por Europa, nuestras universidades nos aseguraron que contaríamos con dos subvenciones. Aunque ya de por sí mermadas respecto a otros años, era un dinero con el que contábamos cuando valorábamos si podíamos permitirnos esta experiencia, que no es gratis precisamente. Una beca la recibiríamos del fondo europeo (Organismo Autónomo de Programas Educativos Europeos, OAPEE), que a través de nuestra universidad nos daría una cantidad, en mi caso de 920 euros en total. Promesa hecha y promesa cumplida, esos 920 euros están en mi cuenta corriente.

Pero ¡ay, Carmela!, la otra beca la recibiríamos del Ministerio de Educación. ¿Qué pasaba con esa parte? Al igual que con la del fondo europeo, la Oficina de Relaciones Internacionales de nuestra universidad dijo, también al cien por cien, que el Ministerio había presupuestado la beca y que entraba en las partidas del Estado. "La convocatoria saldrá más adelante e igual la recibís ya muy avanzada vuestra estancia, pero no os preocupéis que está programada". Ese era el discurso: tarde y mal, pero estará -muy español, por cierto-. El problema es que nuestro ministerio, el que se supone que vela por nosotros, nos ha fallado más que nunca.

Una puñalada por la espalda

Después de todo esto, algunos aún estaréis diciéndoos "es que los estudiantes siempre os estáis quejando por todo" -os conozco, sois más de uno y más de dos los que opináis así-. Así que, si pensáis que estoy mintiendo, que exagero o que esto es ficción, os lo pueden contrastar unos 30 compañeros españoles que tengo conmigo en Covilhã. También os puedo remitir a los miles de españoles que estamos pasando este curso en el extranjero de Erasmus -no somos pocos, os recuerdo que somos el tercer país de Europa que más estudiantes envía-. Todos acabamos de darnos cuenta de que el ministerio nos ha dado una puñalada por la espalda. No es que nos haya quitado la subvención, que también, es que nos la ha robado mintiéndonos. Eso es lo que más duele y lo que hace confiar cada día menos en este despreciable Ministerio de Educación. Esta es la verdadera Marca España, prometer para mentir. Ahogar por norma. Dejar que la honradez brille por su ausencia.

Los únicos que se librarán de la quema son los agraciados con la beca del Ministerio de Educación del curso 2012/13. Que esa es otra, para unos [cuantos] irá toda la ayuda disponible mientras otros [muchos] no oleremos ni un duro. ¿Reparto equitativo? Para qué, eso debe ser de comunistas. De verdad, quién haya tenido la idea de repartir así el dinero debió tener una muy mala señorita de mates en Segundo de Primaria. No obstante, me alegro por los estudiantes que recibirán alguna ayuda, aunque sean una parte mínima del total y tras ellos se esconda otra de las injusticias más bárbaras que haya visto el estudiantado jamás.

Este Ministerio de la Mala Educación ha dibujado la acción menos honorable que hemos visto en tal organismo público. Algo sucio, desleal y muy alejado de la nobleza y la excelencia que se le debe exigir a una cartera que tanto construyó por España y sus estudiantes en el pasado reciente. Ya no es que no hayan dado la ayuda, que tampoco, es que si al menos lo hubieran dicho antes de lanzarnos a esta aventura hubieran tenido una justificación. Una excusa que hubiera sido igual de miserable, pero hecha con tiempo y no a posteriori, como finalmente ha sido. Así, y perdónenme señores de Madrid si me ciega la mala leche y la desconfianza, tiene más apariencia de mala intención que aquella agresión de Pepe a Casquero.

Y es que lo que ha sucedido, siguiendo con los símiles futbolísticos, ha sido una entrada sin balón, por detrás, con las dos piernas como ariete, con violencia y burla final. Hecha por el último defensa. Lo más triste de todo es que no les van a sacar ni tarjeta amarilla.  Es más, no van a pitar ni la falta. ¿Por qué? Porque en otro alarde de inspiración orwelliana, este caso de flagrante hurto no ha tenido hueco en ningún medio de comunicación escrito, hablado o televisado. Si sale será porque haremos presión. El paso más difícil será que no solo salga en un rincón de octavilla o en un diminuto titular.

¿Y ahora, qué debemos hacer?

Todos los Erasmus -salvo la excepción ya mencionada- estamos pasando una semana de preocupación, incertidumbre y reestructuración impuesta. Aunque sabemos que no es culpa nuestra, somos nosotros los que ahora, con miedo, se lo tenemos que explicar a nuestros padres, que tanto dinero están sacrificando para que podamos estar aquí y que se verán obligados a poner aún más. Calculo que serán unos ciento cincuenta euros más al mes, pero mientras he escrito esto he preferido no pensar en ello más de lo que lo he hecho durante el resto del fin de semana. Y los padres que no lo puedan pagar... Pues con mucha pesadumbre tendrán que decirle a su hijo que haga las maletas y saque el billete de vuelta. La crudeza no tiene una vía suave y bastantes ilusiones pueden acabar rotas. Ojalá que sean las mínimas.

A los Erasmus nos acaban de lesionar de gravedad. Ya llevamos dos meses en nuestro destino dando por previsto un dinero que ahora sabemos que nunca recibiremos -si este es el ejemplo de cómo tiene que resurgir la economía de nuestro país, vamos listos-.

Pero no nos vamos a dejar hundir porque una camilla nos saque del campo. Volveremos. O mejor dicho, nos quedaremos. Lucharemos por quedarnos en nuestros destinos y nos repondremos con más ganas aún de quedarnos, de seguir lejos, de demostrar que valemos más de lo que nos valora nuestro gobierno y, después, de abandonar cuanto antes un país que ha demostrado que no nos quiere. Al menos, no los miserables que lo gobiernan ahora y que han cometido el acto de traición más triste de nuestra época. Triste porque lo han perpetrado contra el valor que más deberían cuidar, nosotros, sus estudiantes.

Por favor, si habéis llegado hasta aquí, difundid este texto y firmad en la petición de Change que enlazo (también os dejo aquí debajo). Es más que probable que no sirva de nada y que una propuesta así acabe en una trituradora de papel de ese Ministerio de la Mala Educación. Pero joder, al menos que tengan que triturarla. Que los señores y señoras de José Ignacio sepan que mucha gente se da cuenta de las descaradas mentiras que traman y no se queda callada ante ellas. Que se rían si quieren, pero no porque seamos indiferentes. Que ganen y nosotros nos quedemos sin nada, pero que no lo hagan sin rival. Que sus conciencias soporten el resto de sus vidas el hecho de que traicionaron a los suyos.

miércoles, 30 de octubre de 2013

Recepção ao Caloiro '13, la fiesta entre las fiestas portuguesas (I)

Esto es el Pavellón de Anil el último día de Recepção. Covilha en estado puro.

Voy a marcarme un Peter Jackson. Me explico. Todos sabemos que El Hobbit no da para tres películas, pero el tío cabut se empeña y por sus castañas neozelandesas convierte un libro de 300 páginas en trilogía. Pues yo lo mismo, por mí -y por todos mis amigos- dividiré la Recepção ao Caloiro en tres partes. ¿Que no da pa' tanto? Pues es probable. Pero así mato dos pájaros de un tiro: ni  os quejáis porque las entradas son muy largas ni os quejáis porque escribo pocas entradas. Y además, es que fue una semana tan [oracular] espectacular que me apetece recrearme en ella. Así que, como diría Takeshi Kitano, al turrón.

#RC13: introducción

Tal vez penséis que en España somos los reyes de la fiesta. Puede ser que sea así, pero si algo me ha quedado claro tras esta Recepção ao Caloiro de Covilhã es que Portugal está más que cualificada para hacernos la competencia. Tal vez penséis también que una Recepção es una Semana de Bienvenida al uso. Jejeje. No way, no os acercaríais ni a imaginar. Un sabio amigo Erasmus, Rafa, reflexionaba de esta manera ante las cámaras sobre cómo se lo estaba pasando en la Recepção:


Los portugueses tienen su manera particular de pasárselo bien, con celebraciones diferentes pero igual de locas. La latada es la máxima expresión de todo esto. Cuando estás en tu segunda borrachera del día de la latada es que te han dado motivos para llegar a ese punto. Lo admito, papá y mamá, en la latada me pasé bastante pero no me arrepiento de ello. Para nada. Ni aunque por ello me hagáis volver a Castellón caminando. 

Ese día te contagias, en cuestión de segundos, de una fiesta en la que toda la universidad ha salido a la calle por carreras. Y cuando digo toda la universidad es que lleva un cubata en la mano hasta la señora de la limpieza. El lambrusco baja sin que te enteres y, cuando te quieres dar cuenta, la segunda botella se te ha caído al suelo por estar bailando con una estonia. Empieza a llover como si se acabara el mundo pero tú ni te enteras. Eres feliz, estás feliz. Y no lo digo por el alcohol, mis etílicos lectores. A lo que me estoy refiriendo es a que te sientes parte de algo especial, de una comunidad que quiere vivir, que seguramente tenga mentes excepcionales en muchos de sus integrantes pero que sabe que el sentimiento por su universidad implica bastante más que estudiar. 

En medio de la latada, hablando con algún portugués disfrazado o trajeado -que a fin de cuentas para nosotros viene siendo lo mismo-, estás tan orgulloso como ellos del Erasmus, de Ciências da Comunicação, de Covilhã y, finalmente, de la Universidade da Beira Interior. Orgullo, que es una cosa que nos falta en nuestro país. Y si la tenemos la organizamos mal, por barrios y peleándonos. Aquí, en Portugal, la unión va desde el menor al mayor colectivo, por igual. Joder, es algo muy grande. Uma vez Ubiano, para sempre Ubiano. Ese es su lema y es la verdad. Puedo decir sin miedo a equivocarme que el sábado pasado acabó una de las mejores semanas de mi vida. 

Incluso para un friki de las pulseras de festivales como soy yo, hay algunas de ellas que, al mirarlas, sabes que van a estar ahí más tiempo que otras. Eso es lo que me pasa con la pulsera naranja de la Recepção. Cuando la mire dentro de dos años estará ahí, en mi brazo derecho. Ocho o diez pulseras habrán sucumbido a la tijera por el camino, pero ella resistirá, deshilachada y mugrienta. Me acordaré de lo jodidamente bien que me lo pasé, de lo mucho que reí y de la poca voz que tenía. Es incomparable, es otra historia. El año que viene volveré para esa semana. Quien me quiera acompañar, que me acompañe. Pero si venís, venid preparados, porque la exigencia que marco es más alta que la que tiene el Valencia CF con sus entrenadores. Cerrar el Pavilhão da Anil día tras día es algo justo y necesario. Y también darlo todo hasta que apliques los mismos pasos de baile para el pachangueo y para el drum 'n' bass. Y también comerte la última bifana -bocata de lomo portugués que a las 6:30 de la mañana se convierte el mayor manjar del mundo mundial- antes de volver en el primer taxi que pilles bajo la lluvia y las hordas de portugueses borrachos. ¡Vaya seis días! No sé si he explicado bien la sensación, pero me he intentado aproximar como si de verdad me acordase de todo. 

#RC13: máster en "portuguesía"

Pero voy a volver al principio de todo ello. Llegaba 40 minutos tarde, para variar, a la cena de Comunicação. Obviaré la aventura que pasé para volver desde el centro comercial al restaurante -aunque lo cierto es que fue graciosa, hubo señoras furiosas y ligues con dependientas- y tan solo diré que aterricé pasado de revoluciones. Lo suficientemente nervioso como para tirarle un vaso de agua a Paco. Le vuelvo a pedir perdón desde aquí, tuviste suerte de que no fuera sangría. Precisamente, un vaso de sangría al colpet nos hicieron beber a los Erasmus, hasta ahí todo normal e idéntico a España. Lo único que les diferenciaba de nosotros era su túnica. Remarco la importancia de la túnica, la cual valoran más que la familia Weasley, que siempre las llevaba de segunda mano [Draco Malfoy dixit]. Si todavía no os habéis enterado del alcance de esta cuestión capital, solo os diré que los novatos acababan de pasar un mes entero de novatadas únicamente para poder llevar su túnica. Mirad, otro orgullo más para la lista.


He aquí el prototipo de estudiante portuguesa con túnica. 
Nota: aunque sea difícil de creer, no estoy de Erasmus en Hogwarts.

Al tema. Hasta la sangría todo igual. Entonces, sabes que son portugueses cuando empiezas a oírles cantar unas veintitrés canciones diferentes, de memoria y casi tan complicadas como aprenderte la letra de una canción de Sigur Ros. Un español, en una cena de clase, hubiera cantado "Maricón el que no bote", "Alcohol" - y: opción a) se le habría acabado el repertorio, opción b) tendría vergüenza de seguir cantando. Calladitos, seguiríamos comiendo y haciendo ruido en conversaciones pequeñas. Estos portugueses no, ellos hacen ruido en colectivo y sin vergüenza ninguna. Como tiene que ser, que la vergonya cria ronya Se marcan un concierto a capella en pleno segundo plato y lo extienden hasta el café. Añadidle que el servicio del restaurante era lento -otra tradición portuguesa- y tendréis una guerra de cánticos entre la mesa de Comunicação -todo mujeres menos un portugués anarka del Rayo, Paco y yo- y la de Ingeniería de Nomeacuerdoqué -todo tíos, obviamente, esa maldición es universal-. Todos de pie y sin repetir una sola canción. Es como comparar los repertorios de Sonia y Selena y The Beatles. ¿¿Cómo lo hacen?? Flipas mucho y comienzas a ver que hay algo especial en ellos. Aunque todavía no lo sabes con certeza, es lo que os he explicado en los primeros párrafos.

"Ooh ooh comunicação Ooh ooh comunicação Comunicação é que dá tesão Na cama, na banheira ou no camião"
Esta es la canción básica, la que viene siendo el "himno" del curso -en portugués, las carreras se llaman cursos-. Cada curso de la UBI tiene su propia canción, que sirve como método de identificación para reconocerse entre ellos. El "himno" de Comunicaçao es lo único que me he conseguido aprender -y ya he hecho más que los demás españoles-. Podría estar tres años de carrera aquí y no me quedaría con todas.

Cuando acabó aquel jantar de curso, unos cuantos españoles emigramos a la tradición más portuguesa que existe. No, no es hacer toallas, pero también es otro gran tópico: una serenata de fados. Tres tíos tocando instrumentos de cuerda, otro tío cantando y uno más detrás del que cantaba con la encomiable misión de no hacer nada. Todo, como siempre, en túnica. Que no falte.


Este es el hombre. El de detrás. The Observer. Una hora de reloj así. Impertérrito. Mirando al horizonte. ¿Qué oculta?

La serenata era frente a una ermita y estaba lleno de capas negras hasta donde alcanzaba la vista. Diez Erasmus y un japonés completaban el aforo. Después de la primera canción los españoles, como es natural, empezamos a aplaudir. Pero cuando nos quedamos solos y nos miraron mal comprendimos que era de mala educación y que había que estar callados por respeto. Que, por otra parte, a muchos portugueses se la traía floja cuando el cantante les decía y repetía que estuvieran en silencio. Curiosamente, en ese preciso momento me acordé de la gran mayoría de mis profesores de la ESO. 

Sea como fuere, la serenata resultó ser tan bonita como clarividente. Recuerdo que en seguida lo comenté con Dani, otro compañero. Él dijo que ya había estado en Ancona (Italia) de Erasmus y que ni allí ni en ningún lugar había visto el sentimiento de pertenencia a la Universidad que había en Covilha. Me pondré un poco moñas y diré que la atmósfera de todo aquello era mágica. Acababa de empezar la semana que me convencería definitivamente de mi destino Erasmus. Y mirad que yo creía que ya lo estaba.




viernes, 25 de octubre de 2013

Vuelvo en cinco minutos



Entended esta semana de parón, sé que a algunos el tiempo entre entrada y entrada se os hace más largo que una pausa para publicidad de Antena 3. Pero tenéis que entender que esta semana está transcurriendo muy hardcore y apenas tengo tiempo para escribir. O le resto horas a la fiesta o le resto horas al sueño, y la verdad es que Recepçaos ao Caloiro sólo hay una. La estoy disfrutando como un portugués más. Ya me sé hasta sus canciones -¡ooooooh, comunicaçao!-. Fiestas del vino, de la cerveza, conciertos en Anil, vacas con japoneses, latadas pasadas por agua, más cerveza, tunas que entran en camión al recinto entre la multitud, dubstep. Primera fila, resaca, peim... Aspirina. Esto y mucho más cuando me acuerde de todo y tenga tiempo para escribir. 

Sabed que en cuanto acabe esta semana de desenfreno y locura à la portuguesa, volveré. No en cinco minutos, igual en unos tres o cuatro días, pero volveré. Más que nada esto era por tranquilizáos y que sepáis que, al menos, no he muerto. Sólo estoy de parranda. Y vaya parranda.

miércoles, 16 de octubre de 2013

Covilha, parte II: de noche

No te crees que Covilha es una ciudad con buen ambiente universitario hasta tu primera noche en el Artbaró, que supongo que dentro de un año será mítico para todos los que estamos aquí. El Artbaró está situado en el punto estratégico perfecto para atrapar a los estudiantes cual telaraña en forma de disco-pub.


Nuestra segunda casa. 

¿Y por qué es tan importante la figura del Artbaró? Muy sencillo: cuando el antro aparentemente más antiestético, diminuto e inaccesible del pueblo se llena día sí y día también, es que la ciudad tiene algo especial. Quiero decir, en otro lugar, un local así estaría cerrado o subsistiendo con las únicas consumiciones de los colegas de dos relaciones públicas con pocas luces y menos aptitudes para su trabajo. En Covilha esta teoría se transforma. Esto significa dos cosas. Una, que los universitarios portugueses también aprecian la fiesta por encima de cualquier cosa -bueno, cualquier cosa excepto sus llamativos trajes típicos y las tunas, hiperpopulares a este lado de la península-. Dos, que Covilha tiene más de lo que aparenta. Lo que os dije, lo que importa es el interior. Y aquí todos los días tienes tu ración de interior. Todos los días hay gente por la calle, todos los días hay, al menos, un foco de party people.

Cuenta una amiga que, al llegar aquí, sus padres le dijeron "nos da pena dejarte aquí, te vas a aburrir mucho, no hay nada...". No hace falta que me vaya tan lejos: mi padre se jactaba, con malévola superioridad, de que "me voy a gusto dejándote aquí, me gusta este sitio porque no hay mucha gente y estudiarás". Gracias a Dios, todos ellos se equivocaron. Obviamente, solo estuvieron en Covilha de día y, por tanto, solo les dio tiempo a vivir lo  que plasmé en la anterior entrada.

O quizá es que Covilha utiliza su versión diurna como maniobra de distracción magistral. Debe haber un hechizo por el cual los no-estudiantes no pueden percibir nada de lo que esconde Covilha cuando cae el sol. Algo parecido a esos Muggles que no pueden ver Hogwarts. La cuestión es que, con o sin profesor Dumbledore, los lugares mágicos de este pueblo se descubren cuando, del día a la noche, la ciudad se da cuenta de que eres estudiante y te permite acceder a su "verdadera yo". El hechizo desaparece y es entonces cuando se abre ante ti la noche covilhanense, que se compone de varios lugares de peregrinación obligatoria con el paso de las horas. Donde antes veías una terraza vacía, ahora se revela, abarrotado, el Leoes da Floresta. Donde antes veías una viejas escaleras que llevaban a ninguna parte, ahora aparece el Artbaró.

Lo que viene a continuación es la recreación de una noche en Covilha, desde su inicio a su final y con todos esos locales, limpios o mugrientos, que hilvanan y conectan el pueblo desde el Polo I hasta mi residencia y viceversa. Y seguro que me dejo sitios aún por descubrir. Todo un Camino de Santiago que se hace a diario, sin concesiones al cobarde. El día que no salgo, se me queda mala conciencia. Es como si no estuviera cumpliendo con mi cometido. En el mes que llevo aquí, me habré quedado en casa cinco días. No será ni la mejor noche universitaria europea, ni siquiera la oferta más completa de Portugal, pero tiene algo que la hace divertida como pocas. Algo, aún no sé lo que es y acepto sugerencias. Es como esa chica que te atrae sin saber exactamente el qué.

Y como sorpresa y novedad en el blog... ¡Elige tu propia aventura!


Aquí, en el Polo I, empieza tu tortuoso camino, querido Erasmus de Covilha.

Son las seis de la tarde, pongamos que estudias Comunicaçao, como yo, y acabas de terminar tus clases en la facultad principal. Te dispones a regresar a la residencia pero, cuando vas a subir por el gran ascensor, te lo encuentras averiado. Muerte y destrucción, dones per terra i xiquets plorant. Has de subir por las escaleras infernales y, al llegar jadeando arriba, aparece para rescatarte el celestial Leoes da Floresta. Justo al lado de las escaleras.

-Si estás agotado por tan titánico esfuerzo físico y necesitas una cerveza para seguir funcionando, sigue en el punto 1.

-Si, por el contrario, eres una persona responsable incluso estando de Erasmus, estás en forma y subir las escaleras no te ha hecho acabar como un desecho humano, continúa tu camino por el punto 2.


1) Calentamiento en el Leoes da Floresta

Una noche aquí puede empezar cuando todavía se está yendo el sol. Los Erasmus somos impacientes y alcohólicos maratonianos. Cuando sales de la universidad -que, oye, también vamos a clase de vez en cuando- la primera parada geo-estratégica es el Leoes da Floresta. El Leoes tiene dos caras y no será la única vez que aparezca en nuestra ruta. La "cara a", que es la tranqui, se disfruta con los tercios iniciales tras una para-nada-dura jornada de trabajo. Pero te los mereces, o al menos eso intentas hacerte creer. Ahí está su amable viejo verde, Joao, revoloteando por tu grupo de amigas. Y con cervezas y tostas mixtas completando el calentamiento. Las vueltas de reconocimiento para determinar tus opciones de cara a la noche. Ojo, del Leoes puedes salir ya pasado de revoluciones. Esa es su característica particular.


Este día se nos averió el ascensor y descubrimos la "cara a" del Leoes.

Entonces, cuando regresas tocado del Leoes hacia la residencia, aprovechas tu momento de relajación para superar una miniresaca a la par que cenas. Pero, sin tiempo para mucho más, alguien aparece y te lía para volver a las andadas. 

- Si ese alguien es español, lo más fácil es que te proponga una celebración al más puro estilo nacional. Si has comprado el alcohol y la mezcla, pasa al punto 3. Si no lo has hecho, te dejo pasar al punto 3 también pero con la condición de que pagues el hielo.

-Estar de Erasmus es internacional, tú has venido aquí a hacer cosas distintas a las que repites jueves tras jueves y sábado tras sábado en España. Así que te vas al punto 4 con más disidentes españoles o algún extranjero, que también habrá que aprender inglés mientras se bebe.


2) Tarde de relax

Eres un aburrido, un soso y no estás aprovechando tu valioso tiempo en el extranjero. Eso pensarán de ti los que se queden en el Leoes cuando tú regreses a la residencia y ellos se queden allí. Pero no pasa nada, estás en tu legítimo derecho y todos lo harán alguna vez. 




Una vez recluido en tu cuarto, dedicarás el tiempo a dos cosas. Una, intentar conectar el maldito wi-fi, que es más irregular que Balotelli. Dos, si logras conectarlo, ver las series que consigan cargarse hasta que se haga de noche. Es una tarea más dura que permanecer sobrio en una sesión de dubstep o drum&bass. Aquí, en el Erasmus Covilha '13, la serie top es Breaking Bad, así que probablemente acabes viéndola por inercia o curiosidad.

Entonces llegará la hora de salir, aún estás en pijama vagueando en Facebook y Twitter, pero alguien viene con un plan al que no te negarás. 


- Si ese alguien es español, lo más fácil es que te proponga una celebración al más puro estilo nacional. Si has comprado el alcohol y la mezcla, pasa al punto 3. Si no lo has hecho, te dejo pasar al punto 3 también pero con la condición de que pagues el hielo.

-Estar de Erasmus es internacional, tú has venido aquí a hacer cosas distintas a las que repites jueves tras jueves y sábado tras sábado en España. Así que te vas al punto 4 con más disidentes españoles o algún extranjero, que también habrá que aprender inglés mientras se bebe.


3) Botellón

Aunque estés en Portugal, la morriña de tu tierra te impregnará. Pero no echarás de menos a tu familia, ni a tus amigos, ni la comida. Echarás de menos el botellón. Typical spanish drinking way, les dirás a los brasileños y estonios que asistan perplejos a tan curiosa festividad.

Tú, más español que un legionario un 12 de octubre, intentarás instaurar por activa y por pasiva el sistema de beber por excelencia del país que los portugueses tienen al lado. "¿Cómo es posible que no hagan botellón? ¿Cómo se emborrachan?", te preguntarás con superioridad mientras te haces tu whisky o tu ginebra y te echas tus hielitos. Estarás de Erasmus, tendrás que abrirte culturalmente y todas esas historias, pero el botellón que no te lo toquen. Es casi tan sagrado como la siesta o la ceja de Carlos Sobera.


El modo de realización será idéntico al que llevas a cabo en España. Elegirás un lugar confortable y adecuado para las características del evento, siempre dotado de glamour y vasos de plástico. Pese a que no lograrás que la costumbre española cuaje en Portugal, tú te mantendrás fiel al ritual milenario. Como cuando los inmigrantes musulmanes hacen el ramadán en España. 


En algún momento de las decenas de conversaciones del botellón -digámoslo bien alto, un botellón sociabiliza como pocas cosas-, apostillarás un "pues ellos se lo pierden". Y con ellos te referirás a todos menos a los polacos -somos culturas hermanas-, que aunque no hacen botellón a la española, lo hacen a la polaca. Que es igual pero bebiendo unas doscientas trece veces más. Los polacos traficarán con vodka de su tierra, que ingerirán en incontables chupitos acompañados de zumo de naranja. Primero vodka y luego naranja. Consejo Erasmus: si quieres nacionalizarte polaco, estáte diez años sin ver la luz del sol y, después, aguanta una sola noche de borrachera con ellos. No es fácil. Lech Walesa estaría orgulloso de ti.


A las tres o cuatro horas, cuando la parsimonia española toque a su fin y hayas dicho al menos en cinco ocasiones la frase: "nos iremos cuando se acabe la bebida", The Bottleion finalizará y saldréis, en las condiciones necesarias que os habíais marcado antes de empezar, lanzados a una noche de genuina acción Erasmus. 



-Si tienes ganas de discotequeo, con mucha gente, música alta y cubatas non-stop, pasa al punto 5.

-Si por el contrario ya vienes de una resaca de la noche anterior e, iluso de ti, crees que ir de bares te ayudará a estar más tranquilo, pasa al punto 6.


STOP, RECAPITULACIÓN: Ese es el momento en el que tu abanico de opciones se abre según el día de la semana. La ruleta marca varios puntos: un plan presúntamente soft incluiría la "cara b" del Leoes da Floresta y el centro. Los planes hardcore te lanzarán a la Chemistry y el Companhia. Pero sea donde sea, las noches siempre tendrán el mismo denominador común final... Sigue leyendo por donde elijas.

4) Birras Bar

No te intentas resistir, aunque sepas que "mañana hay clase a las nueve". Y vuelves a emprender un camino que se vuelve a detener a los pocos metros. Probablemente hayas salido con una cerveza en la mano de la residencia y no te haya dado tiempo a acabarla. No pasa nada, se apura en unos segundos y entras en el Birras Bar


Representación de Japón, España, Letonia y Brasil en el Birras Bar.

El misterio de este local se resuelve con su nombre. El que se lo puso es un auténtico visionario. La conversación debió ser algo así: "-Oye, quiero hacer un bar donde venga la gente a hacerse cervezas, ¿cómo le ponemos?", "+Tiene que ser algo vanguardista, un reclamo críptico, novedoso... Llamémosle Birras Bar", "-Eres un genio". Y es que no hace falta más, pensándolo bien: en el Birras Bar empieza la segunda tanda de cervezas, la que te llevará al plato fuerte de la noche. 

-Si tienes ganas de discotequeo, con mucha gente, música alta y cubatas non-stop, pasa al punto 5.

-Si por el contrario ya vienes de una resaca de la noche anterior e, iluso de ti, crees que ir de bares te ayudará a estar más tranquilo, pasa al punto 6.


STOP, RECAPITULACIÓN: Ese es el momento en el que tu abanico de opciones se abre según el día de la semana. La ruleta marca varios puntos: un plan presúntamente soft incluiría la "cara b" del Leoes da Floresta y el centro. Los planes hardcore te lanzarán a la Chemistry y el Companhia. Pero sea donde sea, las noches siempre tendrán el mismo denominador común final... Sigue leyendo por donde elijas.

5) Noche de discotequeo

Imaginemos que vamos al Companhia -más que nada porque, por el motivo que sea, al Chemistry todavía no hemos ido. Minipunto menos para nosotros-. Antes de nada he decir que no soy muy de discotecas normales. Que yo voy y me lo paso bien, pero con reservas. Y el Companhia es una discoteca normalilla  aunque con varios estilos. Aquí he de apuntar que la principal diferencia entre las discotecas corrientes de España y Portugal es que aquí el pachangueo te parece menos sangrante. Probablemente sea porque está en portugués -do Brasil- y, como no lo acabas de entender, dulcifica la agresiva situación con las trabajadísimas letras, casi merecedoras de un Nobel, del reggaeton español. En Malvivendo lo ejemplificaron a la perfección, esto es lo que quiero decir:



La única ventaja del portugués, vuelvo a repetir, es que no lo pillas. Sigue siendo la misma aberración musical. Y hecha esta crítica voraz, diremos que lo único positivo que tienen es que, subliminalmente o no, cumplen con su cometido. No hace falta decir cuál es, la conciencia colectiva ya lo sabe. Está implícito, es natural.

El otro inconveniente muy hijo de puta, así con todas las letras, de las discotecas portuguesas es la tarjeta que te dan para las consumiciones. "Qué guay, cómo mola, es mucho más cómodo". Sí, sí... Lee la letra pequeña: "si pierdes esta tarjeta, tendrás que pagar 100 euros". What the fuck? Lo lees otra vez: "si pierdes esta tarjeta, tendrás que pagar 100 euros". ¡¡Era verdad!!

No soy muy ducho en estas lides, así que no sé si se hará en muchas discotecas al otro lado de la península, pero la situación es bastante jodida. De repente, y como ya vas notablemente perjudicado y entrar en fase de paranoia es más fácil, pasas a estar más preocupado por la tarjetita que por disfrutar de la discoteca. La dichosa tarjeta se convierte en una especie de anillo único y tú te transformas en Frodo Bolsón. Tienes que protegerla y devolverla al Monte del Destino cuando acabe tu noche. Para ello, como en la Tierra Media, tendrás que lidiar con temibles orcos que acechan en el lugar. Porque recordemos que esto es Portugal -estoy piropeándoos encubiertamente, españolas-.

Si felizmente conservas tu tarjeta, respirarás sano y salvo, habrás pasado una buena noche y con algo de suerte habrás ligado con la portuguesa buena. Enfilarás la cuesta -siempre cuestas- que conduce a la residencia y...

-Querido Erasmus, si piensas que tu faena ha acabado por hoy pero llegas a la encrucijada y sacas fuerzas de flaqueza para continuar con la fiesta... pasa al punto 7.

-Si decides que la tajada es considerable o se te ha hecho largo y ya ves las primeras luces del día asomándose, pasa al punto 10.

6) Noche de bares

En el Birras Bar el ambiente se vuelve repetitivo, aunque agradable. En la sala de abajo, semioculta los primeros días que vas, está pinchando algún DJ portugués sin mayor éxito que el de hacer bailar pegados a dos compatriotas con ganas de acción -sí, aquí bailan pegados cuando quieren tema-. Como la sala de abajo del Birras solo tendrá éxito cuando pinche la superestrella DJ Pepe, el polaco de la residencia que mueve a las masas allá por donde lleva sus sesiones, tú te marcharás hacia la siguiente parada porque te apetece un cambio de rollo. Eso sí, en el caso de que esté DJ Pepe te quedarás viendo, porque el local estará lleno de polacos en manada dándolo todo, absolutamente todo.

CAUTION: DJ Pepe se puede apropiar de las españolas con el simple hecho de poner una de Juan Magán.

En fin, cuando un polaco lo da todo, os aseguro que los españoles parecemos ancianitas en silla de ruedas. DJ Pepe... Según algunas fuentes, los bookers del Arenal Sound se están planteando su contratación para abrirse al mercado centroeuropeo -harían bien, que tanto mascachapas y cani español cansa más que las invitaciones a juegos de Facebook que nunca para de enviarte algún amigo sin vida social conocida-.


Dimitri lo gozaría en una sesión de DJ Pepe (Nota: nunca le digas a un polaco que es ruso).


Volvamos al tema. Si, por desgracia, DJ Pepe estuviese de gira internacional en las mejores discotecas del viejo continente, te habrás cansado de beber Sagres y Super Bock allí y...  Querrás beber Sagres y Super Bock en otro sitio. 

-Si quieres volver al primer lugar sagrado, pasa al punto 6.1.

-Si prefieres caminar un poco menos y ver si hay algo alegrando la noche en el centro, pasa al punto 6.2.

-Si, por otra parte, después del Birras Bar pasas de preeliminares y quieres ir al turrón, salta directamente al punto 7.

  • 6.1. Leoes da Floresta, el retorno

Es probable que ya hayas estado por la tarde, pero volver nunca está de más. El ambiente del Leoes es, para mi, el mejor de Covilha. Sobre todo porque ahora estará lleno tanto dentro como en la terraza. En día fuerte, tendrás que mendigar sillas sí o sí. Seguirás pidiendo cervezas como si fueran aguas, más que nada porque está tan barata que, conforme más ingieres, menos te enteras de que te gastas el dinero. Es brujería portuguesa. Bendita brujería. Superconsejo Erasmus en fosfi: La Sagres es mejor, aunque los portugueses te digan que no. 

Una vez superes la misión de sentarte, en una de las mesas podrá haber incluso una tuna al completo que se empeñará en amenizarte la noche. En caso contrario, las que "amenizarán" la noche, pero afinando considerablemente menos, serán tus compañeras Erasmus, que destrozarán sin piedad la Bamba -o lo que es peor, la Bomba de King Africa- mientras decenas de portugueses quedan horrorizados por la imagen. Lo mejor es que ellas, el día siguiente, apenas lo recordarán. Son muy grandes. 

Otra opción en el Leoes, si vas lo suficientemente sobrio y no quieres que te relacionen con "esas españolas que no sueltan el micro", es jugar a billar o futbolín por una cantidad de dinero que emocionaría a Spielberg.

- Si tu presunta noche tranquila ya se ha desbaratado y has adivinado qué es lo que viene luego, enfila el camino de vuelta, como si regresaras a la residencia. Por un momento incluso pensarás en volver y no liarte más, pero la tentación te podrá e irás al punto 7.

- Si realmente una fuerza mayor hace que te tengas que levantar pronto mañana, aunque hayas luchado todo lo que has podido por quedarte, saltarás al punto 10.

  • 6.2. Cámara municipal
El reverso tenebroso tenebroso de la plaza del ayuntamiento, oculto en su parte trasera. Un lugar al que se accede por escaleras y en el que aparentemente no hay ningún rastro de vida intelig¡OH, UNA TUNA SALVAJE APARECIÓ ENTRE LA HIERBA ALTA! 



No sabes por qué es, estás aturdido por tal concentración de tunas. ¿Esto en España sería posible?, piensas. La respuesta es jamás. Y mucho más cuando te das cuenta de que aquí la popularidad de las tunas universitarias es casi tan grande como la del Benfica. Si yo fuera tuno español, emigraría al país vecino. En Covilha hay seis tunas, cuatro masculinas y dos femeninas. Pueden montarse la fiesta en el sitio más inesperado, aunque la Cámara Municipal es uno de sus favoritos. Habrá bastante gente viéndoles y, como siempre en todos los puntos de concentración de gente, cerveza barata. Consejo Erasmus, otra vez en fosfi: en portugués, la tradicional caña española recibe la curiosa denominación de "fino".

El show de la tuna te encantará si eres como yo y te parecerá extraño si eres como el resto del mundo. Si eres como yo, querrás comprarte una bandurria y tocar. Resulta difícil de creer, lo sé, pero molan. Es posible que su actuación esté acompañada de alguna subasta de caloiros -novatos, un compañero compró dos de ellas- o, mismamente, de alguna de las miles de novatadas que acontecen cuando cae la noche.


Cuando las tunas se dan un respiro, en esa parte de atrás de la cámara hay dos locales, uno de ellos llamado "Atrás". No descarten ustedes que el nombre se lo pusiera la misma persona que bautizó al "Birras Bar". Originalidad pura. El ambiente es más relajado esos días, el pub está muy bien decorado y no hay demasiada gente. Pero cuando creas que vas a sentarte y hacerte la última cerveza, aparecerá de nuevo otro de los grandes amigos de los Erasmus... ¡El karaoke! 

El karaoke es a los estudiantes lo que el bingo a las señoras mayores. Sabes que es anacrónico y cutre, pero el micro te atrae por naturaleza. Y os voy a decir una cosa, el del Atrás es el único karaoke no-cutre que han visto mis ojos de pueblerino. Cantas tú, pero en lugar de música enlatada hay un tío acompañándote en directo -bastante bien- con la guitarra o el teclado.  Profesional, muy profesional. 

Se da el territorio más fértil posible para que alguien como yo se lance a cantar Creep como si se creyera el mismísimo Thom Yorke. Amigos, aquello sucedió realmente, pero en lugar de eso os voy a mostrar un fragmento de cómo destrozamos El Toro Enamorado De La Luna:





Si tu presunta noche tranquila ya se ha desbaratado y has adivinado qué es lo que viene luego, enfila el camino de vuelta, como si regresaras a la residencia. Por un momento incluso pensarás en volver y no liarte más, pero la tentación te podrá e irás al punto 7.

- Si realmente una fuerza mayor hace que te tengas que levantar pronto mañana, aunque hayas luchado todo lo que has podido por quedarte, saltarás al punto 10.

7) Artbaró

Donde acaban las noches en Covilha, el lugar al que irás a morir en las condiciones físico-mentales más insospechadas, el local del que siempre recordarás haber entrado por la puerta pero no mucho de lo que pase dentro.

Nótese la flauta que está tocando Mar. This is Artbaró.

Los Erasmus de años anteriores cuentan leyendas sobre el Bar 51, que por lo que cuentan, era su Artbaró particular. Estaba incluso más cerca de la residencia que el Artbaró, pero el local del Bar 51 sufrió un incendio -a saber- y la nueva sede está a la otra parte del pueblo. Así que parece ser que, por cuestiones de distancia y destino, la vida Erasmus ha querido que nuestro local, en 2013, sea el que ocupará las siguientes líneas.

Ya he introducido lo que representa el Artbaró para nosotros al comienzo de la entrada. Dejadme dudar que la colocación y amplitud superen los controles de seguridad. ¿Salidas de emergencia? Las habrá, no lo dudo, pero yo solo he visto los balcones. Y es un primer piso. 

Sea como sea, a ti, Erasmus estándar, eso te da igual. El embrujo del pafeto ya te habrá atrapado y empezarás a beber todas las cervezas y chupitos que se suponía que no tenías que beber. Pero eso no lo averiguas hasta la mañana siguiente. 

Un DJ, que puede pinchar desde música tradicional portuguesa hasta dubstep, mantendrá activo a un público dividido en tres tercios. Portugueses, polacos y españoles. Las tres plagas de Covilha. Pero vuelvo a repetir, a esas horas la música y el DJ son lo de menos. Tú vas a la tuya, con tu espacio diminuto para destroyear y caminar hasta la barra para pedir algo parecido al Jaggermeister. Junto a otros Erasmus de todas las nacionalidades posibles -aunque no los conozcas, los reconocerás a simple vista-, iniciarás una especie de hermanamiento en forma de corro mientras saltas y gritas a pleno pulmón: "¡¡¡ERASMUS, ERASMUS, ERASMUS!!!".

Después de saltar y marearte un poco -esto también era parte de la internacionalización y el conocimiento de culturas ajenas-, el alcohol empezará a pasarte factura y temerás por fastidiar tu racha de días sin vomitar. Pero te recuperarás, el antro seguirá abierto hasta el amanecer, como aquella película de Robert Rodríguez, y tú aguantarás, como buen Erasmus, hasta que el DJ deje de pinchar. Todos sabemos que a los Erasmus nos deberían dar 12 créditos de libre configuración por estas cosas. No 6, no: 12. 

En el estado en el que estarás, puede ser que no te de para triunfar del todo, pero en el Erasmus nunca se puede decir nunca. En el mejor de los casos conseguirás un "pack" baile sucio+final feliz con alguna europea del este y en el peor de ellos un bofetón con denominación de origen portugués. Te costará lo tuyo ligarte a la primera portuguesa, primero porque es difícil encontrar a la guapa y segundo porque habrá 15 portugueses -literal, son así- encima de ella, ya que ellos también se han dado cuenta de que es la guapa. Como pasarás de batallar fútilmente contra chulos que llevan gafas de sol dentro de una discoteca a las 4 de la mañana, irás a lo fácil: las Erasmus. Viva la Ley Bosman.

-Si has conseguido algún ligue, ante todo enhorabuena, porque has conseguido uno de los logros básicos del buen Erasmus. Después, remata la faena pasando al punto 8.

-Si tu intención no era ligar y la noche te ha llevado a conocer a alguien extraño pero sin intenciones sexuales, pasa al punto 9.

-Si sabes que el cebollón te va a hacer difícil incluso subir recto a la residencia y ves menos que Rompetechos, tal vez debas retirarte de la batalla y pasar al punto 10.

8) Triunfo

Lo más lógico es que ella sea Erasmus, así que vivirá contigo en la residencia y no habrá problema para entrar. Pero ¡OJOCUIDAO!, si por algún casual ella no fuera de la resi, no podrás decir aquello de "en tu casa o en la mía", porque deberá ser en la suya. Si intentáis ir a la PAC, ahí estarán los dos seguranças calvos con mala leche que, si hace falta, se creerán Vin Diesel y os echarán sin piedad. Si estuviera Bruno, el segurança crack, puede que haga la vista gorda. Le deberás más de una al bueno de Bruno.

Una vez dentro, accederás a tu habitación sin despertar a tu compañero. Si superas esa misión -es difícil mantener la concentración en eso con el calentón-, llegarás a la cama. A partir de ahí, la historia la escribes tú. Que no quiero ser un mirón -cuidado con tu compañero de habitación, él sí puede serlo-.

-Relájate, disfruta y, cuando termines, pasa al punto 11, es tu última parada.

9) Casa de un extraño

Esta opción es bastante improbable, pero puede suceder y, según cuentan los que la frecuentan, es divertida. Y es que todos sabemos que todo lo que se hace sin planear acaba siendo un éxito. Hacer las cosas sin previsión sabe mucho mejor. 


En concreto, hay un grupo de amigas que suele destacar por sus fotos de WhatsApp enviadas desde casas ajenas a las 8 de la mañana y con los contenidos más variopintos. Generalmente la casa será de algún portugués, que te invitará para continuar allí la fiesta debido a la ausencia de afters en Covilha -¡fallo!-. 

Esta loable afición te lleva a conocer personas de todas las características, desde reinonas con complejo de Freddy Mercury a individuos con ingentes cantidades de droja a tu disposición. En resumen, todas las especies que habitan el misterioso submundo del Artbaró.

-Será ya de día y la fauna de Covilha habrá vuelto a mudar. Los portugueses al borde del coma etílico se transformarán en dulces ancianitas que irán a comprar el pan. La noche loca habrá terminado y será hora de volver al ir al punto 10 a dormir hasta que el cuerpo lo pida. Has cumplido como un campeón.



10) Vuelta a casa

Míralo por el lado bueno. Si el ciego todavía no se te ha bajado, las últimas cuestas antes de llegar a la residencia -sobre todo la última, mortal por naturaleza- actuarán de Almax y aterrizarás un poco menos borracho, aunque con las pulsaciones revolucionadas y utilizando el oxígeno que hay entre el alcohol de tu organismo. 

Te tumbas en la cama y, si logras que el techo deje de dar vueltas, dormirás sin poner el despertador, dando por perdida la mañana siguiente. Eres Erasmus, no te sientas mal.

Reconoces que la noche se ha acabado, pero estás feliz, dentro del pedal, porque sabes que ha sido una gran noche. Paradójicamente, aunque no la recuerdes en particular, el conjunto de noches en Covilha pasará a formar parte del Salón de la Fama de tu memoria.

-Pero eh, tranquilo, no cantes victoria todavía: te queda superar el punto 11 y eso se puede alargar hasta las 6 de la tarde del día siguiente.

11) Resaca

Lo primero que debes saber sobre una resaca en Portugal es que olerás a humo como si te hubieras transportado en DeLorean a la España de 2008. Aquí los locales pueden dejar fumar en su interior, así que recuperarás la vieja costumbre de ducharte a conciencia para hacer desaparecer toda la peste a tabaco. Hasta tres veces te lavarás el pelo. Tu ropa tiene la palabra "lavadora" marcada. Es una de las cosas que peor llevarás al principio. Aunque, por otra parte, a mí me trae recuerdos de la adolescencia.

Las resacas en la residencia son al gusto de cada uno, según la personalidad. Hay gente que prefiere meditación y silencio y otros que son más de convertir la resaca en una experiencia colectiva, apoyándose en los semejantes y compitiendo a ver quién está peor. Mal de muchos, consuelo de tontos. 

Comentarás la noche anterior, recompondréis el puzzle entre todos como podréis y os avergonzaréis de ciertos momentos, como en todas las resacas de vuestras vidas pero con alguien para que se ría de ti. Pero lo bueno es que estáis ahí y os tenéis los unos a los otros.

Este es uno de esos momentos que intentas situar en el espacio y el tiempo de la noche anterior. No lo conseguirás.


En cuanto a las clases, si tenías turno de mañana muy probablemente lo habrás dejado ir.  Muy pocos valientes consiguen hacerle caso al despertador después de una noche así, pero quien lo hace merece todo el #RESPETO de la camada. Si tienes turno de tarde, el tiempo te dará ventaja e irás a cumplir para después volver a empezar el ciclo vital del estudiante UBI desde el punto 1. Buen viaje, Erasmus. 

Epílogo - Reflexión

Vamos a hacer una comparación final, para qué nos vamos a engañar, con intención de ser sangrante. 

En Covilha, con 35.000 habitantes, hay cuatro discotecas y alrededor de una decena de bares. Siempre frecuentados por estudiantes. En Castellón, esa gran ciudad de 200.000 habitantes hay, para 10.000 universitarios... (redoble, por favor) Una discoteca, si consideramos que User y Gamberro están en el mismo local y muchas veces se conectan. Bueno, y el Wallaby's -uh, esto último ha sido un golpe bajo-. Apocalíptico, demoledor (leer con voz de Pedro Piqueras). Solo decirlo ya es para echarse a llorar -si sois de los que estáis en Castellón, claro. Aquí me río yo bien cómodo-. Es como comparar a Tarantino con Steven Seagal.