miércoles, 30 de octubre de 2013

Recepção ao Caloiro '13, la fiesta entre las fiestas portuguesas (I)

Esto es el Pavellón de Anil el último día de Recepção. Covilha en estado puro.

Voy a marcarme un Peter Jackson. Me explico. Todos sabemos que El Hobbit no da para tres películas, pero el tío cabut se empeña y por sus castañas neozelandesas convierte un libro de 300 páginas en trilogía. Pues yo lo mismo, por mí -y por todos mis amigos- dividiré la Recepção ao Caloiro en tres partes. ¿Que no da pa' tanto? Pues es probable. Pero así mato dos pájaros de un tiro: ni  os quejáis porque las entradas son muy largas ni os quejáis porque escribo pocas entradas. Y además, es que fue una semana tan [oracular] espectacular que me apetece recrearme en ella. Así que, como diría Takeshi Kitano, al turrón.

#RC13: introducción

Tal vez penséis que en España somos los reyes de la fiesta. Puede ser que sea así, pero si algo me ha quedado claro tras esta Recepção ao Caloiro de Covilhã es que Portugal está más que cualificada para hacernos la competencia. Tal vez penséis también que una Recepção es una Semana de Bienvenida al uso. Jejeje. No way, no os acercaríais ni a imaginar. Un sabio amigo Erasmus, Rafa, reflexionaba de esta manera ante las cámaras sobre cómo se lo estaba pasando en la Recepção:


Los portugueses tienen su manera particular de pasárselo bien, con celebraciones diferentes pero igual de locas. La latada es la máxima expresión de todo esto. Cuando estás en tu segunda borrachera del día de la latada es que te han dado motivos para llegar a ese punto. Lo admito, papá y mamá, en la latada me pasé bastante pero no me arrepiento de ello. Para nada. Ni aunque por ello me hagáis volver a Castellón caminando. 

Ese día te contagias, en cuestión de segundos, de una fiesta en la que toda la universidad ha salido a la calle por carreras. Y cuando digo toda la universidad es que lleva un cubata en la mano hasta la señora de la limpieza. El lambrusco baja sin que te enteres y, cuando te quieres dar cuenta, la segunda botella se te ha caído al suelo por estar bailando con una estonia. Empieza a llover como si se acabara el mundo pero tú ni te enteras. Eres feliz, estás feliz. Y no lo digo por el alcohol, mis etílicos lectores. A lo que me estoy refiriendo es a que te sientes parte de algo especial, de una comunidad que quiere vivir, que seguramente tenga mentes excepcionales en muchos de sus integrantes pero que sabe que el sentimiento por su universidad implica bastante más que estudiar. 

En medio de la latada, hablando con algún portugués disfrazado o trajeado -que a fin de cuentas para nosotros viene siendo lo mismo-, estás tan orgulloso como ellos del Erasmus, de Ciências da Comunicação, de Covilhã y, finalmente, de la Universidade da Beira Interior. Orgullo, que es una cosa que nos falta en nuestro país. Y si la tenemos la organizamos mal, por barrios y peleándonos. Aquí, en Portugal, la unión va desde el menor al mayor colectivo, por igual. Joder, es algo muy grande. Uma vez Ubiano, para sempre Ubiano. Ese es su lema y es la verdad. Puedo decir sin miedo a equivocarme que el sábado pasado acabó una de las mejores semanas de mi vida. 

Incluso para un friki de las pulseras de festivales como soy yo, hay algunas de ellas que, al mirarlas, sabes que van a estar ahí más tiempo que otras. Eso es lo que me pasa con la pulsera naranja de la Recepção. Cuando la mire dentro de dos años estará ahí, en mi brazo derecho. Ocho o diez pulseras habrán sucumbido a la tijera por el camino, pero ella resistirá, deshilachada y mugrienta. Me acordaré de lo jodidamente bien que me lo pasé, de lo mucho que reí y de la poca voz que tenía. Es incomparable, es otra historia. El año que viene volveré para esa semana. Quien me quiera acompañar, que me acompañe. Pero si venís, venid preparados, porque la exigencia que marco es más alta que la que tiene el Valencia CF con sus entrenadores. Cerrar el Pavilhão da Anil día tras día es algo justo y necesario. Y también darlo todo hasta que apliques los mismos pasos de baile para el pachangueo y para el drum 'n' bass. Y también comerte la última bifana -bocata de lomo portugués que a las 6:30 de la mañana se convierte el mayor manjar del mundo mundial- antes de volver en el primer taxi que pilles bajo la lluvia y las hordas de portugueses borrachos. ¡Vaya seis días! No sé si he explicado bien la sensación, pero me he intentado aproximar como si de verdad me acordase de todo. 

#RC13: máster en "portuguesía"

Pero voy a volver al principio de todo ello. Llegaba 40 minutos tarde, para variar, a la cena de Comunicação. Obviaré la aventura que pasé para volver desde el centro comercial al restaurante -aunque lo cierto es que fue graciosa, hubo señoras furiosas y ligues con dependientas- y tan solo diré que aterricé pasado de revoluciones. Lo suficientemente nervioso como para tirarle un vaso de agua a Paco. Le vuelvo a pedir perdón desde aquí, tuviste suerte de que no fuera sangría. Precisamente, un vaso de sangría al colpet nos hicieron beber a los Erasmus, hasta ahí todo normal e idéntico a España. Lo único que les diferenciaba de nosotros era su túnica. Remarco la importancia de la túnica, la cual valoran más que la familia Weasley, que siempre las llevaba de segunda mano [Draco Malfoy dixit]. Si todavía no os habéis enterado del alcance de esta cuestión capital, solo os diré que los novatos acababan de pasar un mes entero de novatadas únicamente para poder llevar su túnica. Mirad, otro orgullo más para la lista.


He aquí el prototipo de estudiante portuguesa con túnica. 
Nota: aunque sea difícil de creer, no estoy de Erasmus en Hogwarts.

Al tema. Hasta la sangría todo igual. Entonces, sabes que son portugueses cuando empiezas a oírles cantar unas veintitrés canciones diferentes, de memoria y casi tan complicadas como aprenderte la letra de una canción de Sigur Ros. Un español, en una cena de clase, hubiera cantado "Maricón el que no bote", "Alcohol" - y: opción a) se le habría acabado el repertorio, opción b) tendría vergüenza de seguir cantando. Calladitos, seguiríamos comiendo y haciendo ruido en conversaciones pequeñas. Estos portugueses no, ellos hacen ruido en colectivo y sin vergüenza ninguna. Como tiene que ser, que la vergonya cria ronya Se marcan un concierto a capella en pleno segundo plato y lo extienden hasta el café. Añadidle que el servicio del restaurante era lento -otra tradición portuguesa- y tendréis una guerra de cánticos entre la mesa de Comunicação -todo mujeres menos un portugués anarka del Rayo, Paco y yo- y la de Ingeniería de Nomeacuerdoqué -todo tíos, obviamente, esa maldición es universal-. Todos de pie y sin repetir una sola canción. Es como comparar los repertorios de Sonia y Selena y The Beatles. ¿¿Cómo lo hacen?? Flipas mucho y comienzas a ver que hay algo especial en ellos. Aunque todavía no lo sabes con certeza, es lo que os he explicado en los primeros párrafos.

"Ooh ooh comunicação Ooh ooh comunicação Comunicação é que dá tesão Na cama, na banheira ou no camião"
Esta es la canción básica, la que viene siendo el "himno" del curso -en portugués, las carreras se llaman cursos-. Cada curso de la UBI tiene su propia canción, que sirve como método de identificación para reconocerse entre ellos. El "himno" de Comunicaçao es lo único que me he conseguido aprender -y ya he hecho más que los demás españoles-. Podría estar tres años de carrera aquí y no me quedaría con todas.

Cuando acabó aquel jantar de curso, unos cuantos españoles emigramos a la tradición más portuguesa que existe. No, no es hacer toallas, pero también es otro gran tópico: una serenata de fados. Tres tíos tocando instrumentos de cuerda, otro tío cantando y uno más detrás del que cantaba con la encomiable misión de no hacer nada. Todo, como siempre, en túnica. Que no falte.


Este es el hombre. El de detrás. The Observer. Una hora de reloj así. Impertérrito. Mirando al horizonte. ¿Qué oculta?

La serenata era frente a una ermita y estaba lleno de capas negras hasta donde alcanzaba la vista. Diez Erasmus y un japonés completaban el aforo. Después de la primera canción los españoles, como es natural, empezamos a aplaudir. Pero cuando nos quedamos solos y nos miraron mal comprendimos que era de mala educación y que había que estar callados por respeto. Que, por otra parte, a muchos portugueses se la traía floja cuando el cantante les decía y repetía que estuvieran en silencio. Curiosamente, en ese preciso momento me acordé de la gran mayoría de mis profesores de la ESO. 

Sea como fuere, la serenata resultó ser tan bonita como clarividente. Recuerdo que en seguida lo comenté con Dani, otro compañero. Él dijo que ya había estado en Ancona (Italia) de Erasmus y que ni allí ni en ningún lugar había visto el sentimiento de pertenencia a la Universidad que había en Covilha. Me pondré un poco moñas y diré que la atmósfera de todo aquello era mágica. Acababa de empezar la semana que me convencería definitivamente de mi destino Erasmus. Y mirad que yo creía que ya lo estaba.




viernes, 25 de octubre de 2013

Vuelvo en cinco minutos



Entended esta semana de parón, sé que a algunos el tiempo entre entrada y entrada se os hace más largo que una pausa para publicidad de Antena 3. Pero tenéis que entender que esta semana está transcurriendo muy hardcore y apenas tengo tiempo para escribir. O le resto horas a la fiesta o le resto horas al sueño, y la verdad es que Recepçaos ao Caloiro sólo hay una. La estoy disfrutando como un portugués más. Ya me sé hasta sus canciones -¡ooooooh, comunicaçao!-. Fiestas del vino, de la cerveza, conciertos en Anil, vacas con japoneses, latadas pasadas por agua, más cerveza, tunas que entran en camión al recinto entre la multitud, dubstep. Primera fila, resaca, peim... Aspirina. Esto y mucho más cuando me acuerde de todo y tenga tiempo para escribir. 

Sabed que en cuanto acabe esta semana de desenfreno y locura à la portuguesa, volveré. No en cinco minutos, igual en unos tres o cuatro días, pero volveré. Más que nada esto era por tranquilizáos y que sepáis que, al menos, no he muerto. Sólo estoy de parranda. Y vaya parranda.

miércoles, 16 de octubre de 2013

Covilha, parte II: de noche

No te crees que Covilha es una ciudad con buen ambiente universitario hasta tu primera noche en el Artbaró, que supongo que dentro de un año será mítico para todos los que estamos aquí. El Artbaró está situado en el punto estratégico perfecto para atrapar a los estudiantes cual telaraña en forma de disco-pub.


Nuestra segunda casa. 

¿Y por qué es tan importante la figura del Artbaró? Muy sencillo: cuando el antro aparentemente más antiestético, diminuto e inaccesible del pueblo se llena día sí y día también, es que la ciudad tiene algo especial. Quiero decir, en otro lugar, un local así estaría cerrado o subsistiendo con las únicas consumiciones de los colegas de dos relaciones públicas con pocas luces y menos aptitudes para su trabajo. En Covilha esta teoría se transforma. Esto significa dos cosas. Una, que los universitarios portugueses también aprecian la fiesta por encima de cualquier cosa -bueno, cualquier cosa excepto sus llamativos trajes típicos y las tunas, hiperpopulares a este lado de la península-. Dos, que Covilha tiene más de lo que aparenta. Lo que os dije, lo que importa es el interior. Y aquí todos los días tienes tu ración de interior. Todos los días hay gente por la calle, todos los días hay, al menos, un foco de party people.

Cuenta una amiga que, al llegar aquí, sus padres le dijeron "nos da pena dejarte aquí, te vas a aburrir mucho, no hay nada...". No hace falta que me vaya tan lejos: mi padre se jactaba, con malévola superioridad, de que "me voy a gusto dejándote aquí, me gusta este sitio porque no hay mucha gente y estudiarás". Gracias a Dios, todos ellos se equivocaron. Obviamente, solo estuvieron en Covilha de día y, por tanto, solo les dio tiempo a vivir lo  que plasmé en la anterior entrada.

O quizá es que Covilha utiliza su versión diurna como maniobra de distracción magistral. Debe haber un hechizo por el cual los no-estudiantes no pueden percibir nada de lo que esconde Covilha cuando cae el sol. Algo parecido a esos Muggles que no pueden ver Hogwarts. La cuestión es que, con o sin profesor Dumbledore, los lugares mágicos de este pueblo se descubren cuando, del día a la noche, la ciudad se da cuenta de que eres estudiante y te permite acceder a su "verdadera yo". El hechizo desaparece y es entonces cuando se abre ante ti la noche covilhanense, que se compone de varios lugares de peregrinación obligatoria con el paso de las horas. Donde antes veías una terraza vacía, ahora se revela, abarrotado, el Leoes da Floresta. Donde antes veías una viejas escaleras que llevaban a ninguna parte, ahora aparece el Artbaró.

Lo que viene a continuación es la recreación de una noche en Covilha, desde su inicio a su final y con todos esos locales, limpios o mugrientos, que hilvanan y conectan el pueblo desde el Polo I hasta mi residencia y viceversa. Y seguro que me dejo sitios aún por descubrir. Todo un Camino de Santiago que se hace a diario, sin concesiones al cobarde. El día que no salgo, se me queda mala conciencia. Es como si no estuviera cumpliendo con mi cometido. En el mes que llevo aquí, me habré quedado en casa cinco días. No será ni la mejor noche universitaria europea, ni siquiera la oferta más completa de Portugal, pero tiene algo que la hace divertida como pocas. Algo, aún no sé lo que es y acepto sugerencias. Es como esa chica que te atrae sin saber exactamente el qué.

Y como sorpresa y novedad en el blog... ¡Elige tu propia aventura!


Aquí, en el Polo I, empieza tu tortuoso camino, querido Erasmus de Covilha.

Son las seis de la tarde, pongamos que estudias Comunicaçao, como yo, y acabas de terminar tus clases en la facultad principal. Te dispones a regresar a la residencia pero, cuando vas a subir por el gran ascensor, te lo encuentras averiado. Muerte y destrucción, dones per terra i xiquets plorant. Has de subir por las escaleras infernales y, al llegar jadeando arriba, aparece para rescatarte el celestial Leoes da Floresta. Justo al lado de las escaleras.

-Si estás agotado por tan titánico esfuerzo físico y necesitas una cerveza para seguir funcionando, sigue en el punto 1.

-Si, por el contrario, eres una persona responsable incluso estando de Erasmus, estás en forma y subir las escaleras no te ha hecho acabar como un desecho humano, continúa tu camino por el punto 2.


1) Calentamiento en el Leoes da Floresta

Una noche aquí puede empezar cuando todavía se está yendo el sol. Los Erasmus somos impacientes y alcohólicos maratonianos. Cuando sales de la universidad -que, oye, también vamos a clase de vez en cuando- la primera parada geo-estratégica es el Leoes da Floresta. El Leoes tiene dos caras y no será la única vez que aparezca en nuestra ruta. La "cara a", que es la tranqui, se disfruta con los tercios iniciales tras una para-nada-dura jornada de trabajo. Pero te los mereces, o al menos eso intentas hacerte creer. Ahí está su amable viejo verde, Joao, revoloteando por tu grupo de amigas. Y con cervezas y tostas mixtas completando el calentamiento. Las vueltas de reconocimiento para determinar tus opciones de cara a la noche. Ojo, del Leoes puedes salir ya pasado de revoluciones. Esa es su característica particular.


Este día se nos averió el ascensor y descubrimos la "cara a" del Leoes.

Entonces, cuando regresas tocado del Leoes hacia la residencia, aprovechas tu momento de relajación para superar una miniresaca a la par que cenas. Pero, sin tiempo para mucho más, alguien aparece y te lía para volver a las andadas. 

- Si ese alguien es español, lo más fácil es que te proponga una celebración al más puro estilo nacional. Si has comprado el alcohol y la mezcla, pasa al punto 3. Si no lo has hecho, te dejo pasar al punto 3 también pero con la condición de que pagues el hielo.

-Estar de Erasmus es internacional, tú has venido aquí a hacer cosas distintas a las que repites jueves tras jueves y sábado tras sábado en España. Así que te vas al punto 4 con más disidentes españoles o algún extranjero, que también habrá que aprender inglés mientras se bebe.


2) Tarde de relax

Eres un aburrido, un soso y no estás aprovechando tu valioso tiempo en el extranjero. Eso pensarán de ti los que se queden en el Leoes cuando tú regreses a la residencia y ellos se queden allí. Pero no pasa nada, estás en tu legítimo derecho y todos lo harán alguna vez. 




Una vez recluido en tu cuarto, dedicarás el tiempo a dos cosas. Una, intentar conectar el maldito wi-fi, que es más irregular que Balotelli. Dos, si logras conectarlo, ver las series que consigan cargarse hasta que se haga de noche. Es una tarea más dura que permanecer sobrio en una sesión de dubstep o drum&bass. Aquí, en el Erasmus Covilha '13, la serie top es Breaking Bad, así que probablemente acabes viéndola por inercia o curiosidad.

Entonces llegará la hora de salir, aún estás en pijama vagueando en Facebook y Twitter, pero alguien viene con un plan al que no te negarás. 


- Si ese alguien es español, lo más fácil es que te proponga una celebración al más puro estilo nacional. Si has comprado el alcohol y la mezcla, pasa al punto 3. Si no lo has hecho, te dejo pasar al punto 3 también pero con la condición de que pagues el hielo.

-Estar de Erasmus es internacional, tú has venido aquí a hacer cosas distintas a las que repites jueves tras jueves y sábado tras sábado en España. Así que te vas al punto 4 con más disidentes españoles o algún extranjero, que también habrá que aprender inglés mientras se bebe.


3) Botellón

Aunque estés en Portugal, la morriña de tu tierra te impregnará. Pero no echarás de menos a tu familia, ni a tus amigos, ni la comida. Echarás de menos el botellón. Typical spanish drinking way, les dirás a los brasileños y estonios que asistan perplejos a tan curiosa festividad.

Tú, más español que un legionario un 12 de octubre, intentarás instaurar por activa y por pasiva el sistema de beber por excelencia del país que los portugueses tienen al lado. "¿Cómo es posible que no hagan botellón? ¿Cómo se emborrachan?", te preguntarás con superioridad mientras te haces tu whisky o tu ginebra y te echas tus hielitos. Estarás de Erasmus, tendrás que abrirte culturalmente y todas esas historias, pero el botellón que no te lo toquen. Es casi tan sagrado como la siesta o la ceja de Carlos Sobera.


El modo de realización será idéntico al que llevas a cabo en España. Elegirás un lugar confortable y adecuado para las características del evento, siempre dotado de glamour y vasos de plástico. Pese a que no lograrás que la costumbre española cuaje en Portugal, tú te mantendrás fiel al ritual milenario. Como cuando los inmigrantes musulmanes hacen el ramadán en España. 


En algún momento de las decenas de conversaciones del botellón -digámoslo bien alto, un botellón sociabiliza como pocas cosas-, apostillarás un "pues ellos se lo pierden". Y con ellos te referirás a todos menos a los polacos -somos culturas hermanas-, que aunque no hacen botellón a la española, lo hacen a la polaca. Que es igual pero bebiendo unas doscientas trece veces más. Los polacos traficarán con vodka de su tierra, que ingerirán en incontables chupitos acompañados de zumo de naranja. Primero vodka y luego naranja. Consejo Erasmus: si quieres nacionalizarte polaco, estáte diez años sin ver la luz del sol y, después, aguanta una sola noche de borrachera con ellos. No es fácil. Lech Walesa estaría orgulloso de ti.


A las tres o cuatro horas, cuando la parsimonia española toque a su fin y hayas dicho al menos en cinco ocasiones la frase: "nos iremos cuando se acabe la bebida", The Bottleion finalizará y saldréis, en las condiciones necesarias que os habíais marcado antes de empezar, lanzados a una noche de genuina acción Erasmus. 



-Si tienes ganas de discotequeo, con mucha gente, música alta y cubatas non-stop, pasa al punto 5.

-Si por el contrario ya vienes de una resaca de la noche anterior e, iluso de ti, crees que ir de bares te ayudará a estar más tranquilo, pasa al punto 6.


STOP, RECAPITULACIÓN: Ese es el momento en el que tu abanico de opciones se abre según el día de la semana. La ruleta marca varios puntos: un plan presúntamente soft incluiría la "cara b" del Leoes da Floresta y el centro. Los planes hardcore te lanzarán a la Chemistry y el Companhia. Pero sea donde sea, las noches siempre tendrán el mismo denominador común final... Sigue leyendo por donde elijas.

4) Birras Bar

No te intentas resistir, aunque sepas que "mañana hay clase a las nueve". Y vuelves a emprender un camino que se vuelve a detener a los pocos metros. Probablemente hayas salido con una cerveza en la mano de la residencia y no te haya dado tiempo a acabarla. No pasa nada, se apura en unos segundos y entras en el Birras Bar


Representación de Japón, España, Letonia y Brasil en el Birras Bar.

El misterio de este local se resuelve con su nombre. El que se lo puso es un auténtico visionario. La conversación debió ser algo así: "-Oye, quiero hacer un bar donde venga la gente a hacerse cervezas, ¿cómo le ponemos?", "+Tiene que ser algo vanguardista, un reclamo críptico, novedoso... Llamémosle Birras Bar", "-Eres un genio". Y es que no hace falta más, pensándolo bien: en el Birras Bar empieza la segunda tanda de cervezas, la que te llevará al plato fuerte de la noche. 

-Si tienes ganas de discotequeo, con mucha gente, música alta y cubatas non-stop, pasa al punto 5.

-Si por el contrario ya vienes de una resaca de la noche anterior e, iluso de ti, crees que ir de bares te ayudará a estar más tranquilo, pasa al punto 6.


STOP, RECAPITULACIÓN: Ese es el momento en el que tu abanico de opciones se abre según el día de la semana. La ruleta marca varios puntos: un plan presúntamente soft incluiría la "cara b" del Leoes da Floresta y el centro. Los planes hardcore te lanzarán a la Chemistry y el Companhia. Pero sea donde sea, las noches siempre tendrán el mismo denominador común final... Sigue leyendo por donde elijas.

5) Noche de discotequeo

Imaginemos que vamos al Companhia -más que nada porque, por el motivo que sea, al Chemistry todavía no hemos ido. Minipunto menos para nosotros-. Antes de nada he decir que no soy muy de discotecas normales. Que yo voy y me lo paso bien, pero con reservas. Y el Companhia es una discoteca normalilla  aunque con varios estilos. Aquí he de apuntar que la principal diferencia entre las discotecas corrientes de España y Portugal es que aquí el pachangueo te parece menos sangrante. Probablemente sea porque está en portugués -do Brasil- y, como no lo acabas de entender, dulcifica la agresiva situación con las trabajadísimas letras, casi merecedoras de un Nobel, del reggaeton español. En Malvivendo lo ejemplificaron a la perfección, esto es lo que quiero decir:



La única ventaja del portugués, vuelvo a repetir, es que no lo pillas. Sigue siendo la misma aberración musical. Y hecha esta crítica voraz, diremos que lo único positivo que tienen es que, subliminalmente o no, cumplen con su cometido. No hace falta decir cuál es, la conciencia colectiva ya lo sabe. Está implícito, es natural.

El otro inconveniente muy hijo de puta, así con todas las letras, de las discotecas portuguesas es la tarjeta que te dan para las consumiciones. "Qué guay, cómo mola, es mucho más cómodo". Sí, sí... Lee la letra pequeña: "si pierdes esta tarjeta, tendrás que pagar 100 euros". What the fuck? Lo lees otra vez: "si pierdes esta tarjeta, tendrás que pagar 100 euros". ¡¡Era verdad!!

No soy muy ducho en estas lides, así que no sé si se hará en muchas discotecas al otro lado de la península, pero la situación es bastante jodida. De repente, y como ya vas notablemente perjudicado y entrar en fase de paranoia es más fácil, pasas a estar más preocupado por la tarjetita que por disfrutar de la discoteca. La dichosa tarjeta se convierte en una especie de anillo único y tú te transformas en Frodo Bolsón. Tienes que protegerla y devolverla al Monte del Destino cuando acabe tu noche. Para ello, como en la Tierra Media, tendrás que lidiar con temibles orcos que acechan en el lugar. Porque recordemos que esto es Portugal -estoy piropeándoos encubiertamente, españolas-.

Si felizmente conservas tu tarjeta, respirarás sano y salvo, habrás pasado una buena noche y con algo de suerte habrás ligado con la portuguesa buena. Enfilarás la cuesta -siempre cuestas- que conduce a la residencia y...

-Querido Erasmus, si piensas que tu faena ha acabado por hoy pero llegas a la encrucijada y sacas fuerzas de flaqueza para continuar con la fiesta... pasa al punto 7.

-Si decides que la tajada es considerable o se te ha hecho largo y ya ves las primeras luces del día asomándose, pasa al punto 10.

6) Noche de bares

En el Birras Bar el ambiente se vuelve repetitivo, aunque agradable. En la sala de abajo, semioculta los primeros días que vas, está pinchando algún DJ portugués sin mayor éxito que el de hacer bailar pegados a dos compatriotas con ganas de acción -sí, aquí bailan pegados cuando quieren tema-. Como la sala de abajo del Birras solo tendrá éxito cuando pinche la superestrella DJ Pepe, el polaco de la residencia que mueve a las masas allá por donde lleva sus sesiones, tú te marcharás hacia la siguiente parada porque te apetece un cambio de rollo. Eso sí, en el caso de que esté DJ Pepe te quedarás viendo, porque el local estará lleno de polacos en manada dándolo todo, absolutamente todo.

CAUTION: DJ Pepe se puede apropiar de las españolas con el simple hecho de poner una de Juan Magán.

En fin, cuando un polaco lo da todo, os aseguro que los españoles parecemos ancianitas en silla de ruedas. DJ Pepe... Según algunas fuentes, los bookers del Arenal Sound se están planteando su contratación para abrirse al mercado centroeuropeo -harían bien, que tanto mascachapas y cani español cansa más que las invitaciones a juegos de Facebook que nunca para de enviarte algún amigo sin vida social conocida-.


Dimitri lo gozaría en una sesión de DJ Pepe (Nota: nunca le digas a un polaco que es ruso).


Volvamos al tema. Si, por desgracia, DJ Pepe estuviese de gira internacional en las mejores discotecas del viejo continente, te habrás cansado de beber Sagres y Super Bock allí y...  Querrás beber Sagres y Super Bock en otro sitio. 

-Si quieres volver al primer lugar sagrado, pasa al punto 6.1.

-Si prefieres caminar un poco menos y ver si hay algo alegrando la noche en el centro, pasa al punto 6.2.

-Si, por otra parte, después del Birras Bar pasas de preeliminares y quieres ir al turrón, salta directamente al punto 7.

  • 6.1. Leoes da Floresta, el retorno

Es probable que ya hayas estado por la tarde, pero volver nunca está de más. El ambiente del Leoes es, para mi, el mejor de Covilha. Sobre todo porque ahora estará lleno tanto dentro como en la terraza. En día fuerte, tendrás que mendigar sillas sí o sí. Seguirás pidiendo cervezas como si fueran aguas, más que nada porque está tan barata que, conforme más ingieres, menos te enteras de que te gastas el dinero. Es brujería portuguesa. Bendita brujería. Superconsejo Erasmus en fosfi: La Sagres es mejor, aunque los portugueses te digan que no. 

Una vez superes la misión de sentarte, en una de las mesas podrá haber incluso una tuna al completo que se empeñará en amenizarte la noche. En caso contrario, las que "amenizarán" la noche, pero afinando considerablemente menos, serán tus compañeras Erasmus, que destrozarán sin piedad la Bamba -o lo que es peor, la Bomba de King Africa- mientras decenas de portugueses quedan horrorizados por la imagen. Lo mejor es que ellas, el día siguiente, apenas lo recordarán. Son muy grandes. 

Otra opción en el Leoes, si vas lo suficientemente sobrio y no quieres que te relacionen con "esas españolas que no sueltan el micro", es jugar a billar o futbolín por una cantidad de dinero que emocionaría a Spielberg.

- Si tu presunta noche tranquila ya se ha desbaratado y has adivinado qué es lo que viene luego, enfila el camino de vuelta, como si regresaras a la residencia. Por un momento incluso pensarás en volver y no liarte más, pero la tentación te podrá e irás al punto 7.

- Si realmente una fuerza mayor hace que te tengas que levantar pronto mañana, aunque hayas luchado todo lo que has podido por quedarte, saltarás al punto 10.

  • 6.2. Cámara municipal
El reverso tenebroso tenebroso de la plaza del ayuntamiento, oculto en su parte trasera. Un lugar al que se accede por escaleras y en el que aparentemente no hay ningún rastro de vida intelig¡OH, UNA TUNA SALVAJE APARECIÓ ENTRE LA HIERBA ALTA! 



No sabes por qué es, estás aturdido por tal concentración de tunas. ¿Esto en España sería posible?, piensas. La respuesta es jamás. Y mucho más cuando te das cuenta de que aquí la popularidad de las tunas universitarias es casi tan grande como la del Benfica. Si yo fuera tuno español, emigraría al país vecino. En Covilha hay seis tunas, cuatro masculinas y dos femeninas. Pueden montarse la fiesta en el sitio más inesperado, aunque la Cámara Municipal es uno de sus favoritos. Habrá bastante gente viéndoles y, como siempre en todos los puntos de concentración de gente, cerveza barata. Consejo Erasmus, otra vez en fosfi: en portugués, la tradicional caña española recibe la curiosa denominación de "fino".

El show de la tuna te encantará si eres como yo y te parecerá extraño si eres como el resto del mundo. Si eres como yo, querrás comprarte una bandurria y tocar. Resulta difícil de creer, lo sé, pero molan. Es posible que su actuación esté acompañada de alguna subasta de caloiros -novatos, un compañero compró dos de ellas- o, mismamente, de alguna de las miles de novatadas que acontecen cuando cae la noche.


Cuando las tunas se dan un respiro, en esa parte de atrás de la cámara hay dos locales, uno de ellos llamado "Atrás". No descarten ustedes que el nombre se lo pusiera la misma persona que bautizó al "Birras Bar". Originalidad pura. El ambiente es más relajado esos días, el pub está muy bien decorado y no hay demasiada gente. Pero cuando creas que vas a sentarte y hacerte la última cerveza, aparecerá de nuevo otro de los grandes amigos de los Erasmus... ¡El karaoke! 

El karaoke es a los estudiantes lo que el bingo a las señoras mayores. Sabes que es anacrónico y cutre, pero el micro te atrae por naturaleza. Y os voy a decir una cosa, el del Atrás es el único karaoke no-cutre que han visto mis ojos de pueblerino. Cantas tú, pero en lugar de música enlatada hay un tío acompañándote en directo -bastante bien- con la guitarra o el teclado.  Profesional, muy profesional. 

Se da el territorio más fértil posible para que alguien como yo se lance a cantar Creep como si se creyera el mismísimo Thom Yorke. Amigos, aquello sucedió realmente, pero en lugar de eso os voy a mostrar un fragmento de cómo destrozamos El Toro Enamorado De La Luna:





Si tu presunta noche tranquila ya se ha desbaratado y has adivinado qué es lo que viene luego, enfila el camino de vuelta, como si regresaras a la residencia. Por un momento incluso pensarás en volver y no liarte más, pero la tentación te podrá e irás al punto 7.

- Si realmente una fuerza mayor hace que te tengas que levantar pronto mañana, aunque hayas luchado todo lo que has podido por quedarte, saltarás al punto 10.

7) Artbaró

Donde acaban las noches en Covilha, el lugar al que irás a morir en las condiciones físico-mentales más insospechadas, el local del que siempre recordarás haber entrado por la puerta pero no mucho de lo que pase dentro.

Nótese la flauta que está tocando Mar. This is Artbaró.

Los Erasmus de años anteriores cuentan leyendas sobre el Bar 51, que por lo que cuentan, era su Artbaró particular. Estaba incluso más cerca de la residencia que el Artbaró, pero el local del Bar 51 sufrió un incendio -a saber- y la nueva sede está a la otra parte del pueblo. Así que parece ser que, por cuestiones de distancia y destino, la vida Erasmus ha querido que nuestro local, en 2013, sea el que ocupará las siguientes líneas.

Ya he introducido lo que representa el Artbaró para nosotros al comienzo de la entrada. Dejadme dudar que la colocación y amplitud superen los controles de seguridad. ¿Salidas de emergencia? Las habrá, no lo dudo, pero yo solo he visto los balcones. Y es un primer piso. 

Sea como sea, a ti, Erasmus estándar, eso te da igual. El embrujo del pafeto ya te habrá atrapado y empezarás a beber todas las cervezas y chupitos que se suponía que no tenías que beber. Pero eso no lo averiguas hasta la mañana siguiente. 

Un DJ, que puede pinchar desde música tradicional portuguesa hasta dubstep, mantendrá activo a un público dividido en tres tercios. Portugueses, polacos y españoles. Las tres plagas de Covilha. Pero vuelvo a repetir, a esas horas la música y el DJ son lo de menos. Tú vas a la tuya, con tu espacio diminuto para destroyear y caminar hasta la barra para pedir algo parecido al Jaggermeister. Junto a otros Erasmus de todas las nacionalidades posibles -aunque no los conozcas, los reconocerás a simple vista-, iniciarás una especie de hermanamiento en forma de corro mientras saltas y gritas a pleno pulmón: "¡¡¡ERASMUS, ERASMUS, ERASMUS!!!".

Después de saltar y marearte un poco -esto también era parte de la internacionalización y el conocimiento de culturas ajenas-, el alcohol empezará a pasarte factura y temerás por fastidiar tu racha de días sin vomitar. Pero te recuperarás, el antro seguirá abierto hasta el amanecer, como aquella película de Robert Rodríguez, y tú aguantarás, como buen Erasmus, hasta que el DJ deje de pinchar. Todos sabemos que a los Erasmus nos deberían dar 12 créditos de libre configuración por estas cosas. No 6, no: 12. 

En el estado en el que estarás, puede ser que no te de para triunfar del todo, pero en el Erasmus nunca se puede decir nunca. En el mejor de los casos conseguirás un "pack" baile sucio+final feliz con alguna europea del este y en el peor de ellos un bofetón con denominación de origen portugués. Te costará lo tuyo ligarte a la primera portuguesa, primero porque es difícil encontrar a la guapa y segundo porque habrá 15 portugueses -literal, son así- encima de ella, ya que ellos también se han dado cuenta de que es la guapa. Como pasarás de batallar fútilmente contra chulos que llevan gafas de sol dentro de una discoteca a las 4 de la mañana, irás a lo fácil: las Erasmus. Viva la Ley Bosman.

-Si has conseguido algún ligue, ante todo enhorabuena, porque has conseguido uno de los logros básicos del buen Erasmus. Después, remata la faena pasando al punto 8.

-Si tu intención no era ligar y la noche te ha llevado a conocer a alguien extraño pero sin intenciones sexuales, pasa al punto 9.

-Si sabes que el cebollón te va a hacer difícil incluso subir recto a la residencia y ves menos que Rompetechos, tal vez debas retirarte de la batalla y pasar al punto 10.

8) Triunfo

Lo más lógico es que ella sea Erasmus, así que vivirá contigo en la residencia y no habrá problema para entrar. Pero ¡OJOCUIDAO!, si por algún casual ella no fuera de la resi, no podrás decir aquello de "en tu casa o en la mía", porque deberá ser en la suya. Si intentáis ir a la PAC, ahí estarán los dos seguranças calvos con mala leche que, si hace falta, se creerán Vin Diesel y os echarán sin piedad. Si estuviera Bruno, el segurança crack, puede que haga la vista gorda. Le deberás más de una al bueno de Bruno.

Una vez dentro, accederás a tu habitación sin despertar a tu compañero. Si superas esa misión -es difícil mantener la concentración en eso con el calentón-, llegarás a la cama. A partir de ahí, la historia la escribes tú. Que no quiero ser un mirón -cuidado con tu compañero de habitación, él sí puede serlo-.

-Relájate, disfruta y, cuando termines, pasa al punto 11, es tu última parada.

9) Casa de un extraño

Esta opción es bastante improbable, pero puede suceder y, según cuentan los que la frecuentan, es divertida. Y es que todos sabemos que todo lo que se hace sin planear acaba siendo un éxito. Hacer las cosas sin previsión sabe mucho mejor. 


En concreto, hay un grupo de amigas que suele destacar por sus fotos de WhatsApp enviadas desde casas ajenas a las 8 de la mañana y con los contenidos más variopintos. Generalmente la casa será de algún portugués, que te invitará para continuar allí la fiesta debido a la ausencia de afters en Covilha -¡fallo!-. 

Esta loable afición te lleva a conocer personas de todas las características, desde reinonas con complejo de Freddy Mercury a individuos con ingentes cantidades de droja a tu disposición. En resumen, todas las especies que habitan el misterioso submundo del Artbaró.

-Será ya de día y la fauna de Covilha habrá vuelto a mudar. Los portugueses al borde del coma etílico se transformarán en dulces ancianitas que irán a comprar el pan. La noche loca habrá terminado y será hora de volver al ir al punto 10 a dormir hasta que el cuerpo lo pida. Has cumplido como un campeón.



10) Vuelta a casa

Míralo por el lado bueno. Si el ciego todavía no se te ha bajado, las últimas cuestas antes de llegar a la residencia -sobre todo la última, mortal por naturaleza- actuarán de Almax y aterrizarás un poco menos borracho, aunque con las pulsaciones revolucionadas y utilizando el oxígeno que hay entre el alcohol de tu organismo. 

Te tumbas en la cama y, si logras que el techo deje de dar vueltas, dormirás sin poner el despertador, dando por perdida la mañana siguiente. Eres Erasmus, no te sientas mal.

Reconoces que la noche se ha acabado, pero estás feliz, dentro del pedal, porque sabes que ha sido una gran noche. Paradójicamente, aunque no la recuerdes en particular, el conjunto de noches en Covilha pasará a formar parte del Salón de la Fama de tu memoria.

-Pero eh, tranquilo, no cantes victoria todavía: te queda superar el punto 11 y eso se puede alargar hasta las 6 de la tarde del día siguiente.

11) Resaca

Lo primero que debes saber sobre una resaca en Portugal es que olerás a humo como si te hubieras transportado en DeLorean a la España de 2008. Aquí los locales pueden dejar fumar en su interior, así que recuperarás la vieja costumbre de ducharte a conciencia para hacer desaparecer toda la peste a tabaco. Hasta tres veces te lavarás el pelo. Tu ropa tiene la palabra "lavadora" marcada. Es una de las cosas que peor llevarás al principio. Aunque, por otra parte, a mí me trae recuerdos de la adolescencia.

Las resacas en la residencia son al gusto de cada uno, según la personalidad. Hay gente que prefiere meditación y silencio y otros que son más de convertir la resaca en una experiencia colectiva, apoyándose en los semejantes y compitiendo a ver quién está peor. Mal de muchos, consuelo de tontos. 

Comentarás la noche anterior, recompondréis el puzzle entre todos como podréis y os avergonzaréis de ciertos momentos, como en todas las resacas de vuestras vidas pero con alguien para que se ría de ti. Pero lo bueno es que estáis ahí y os tenéis los unos a los otros.

Este es uno de esos momentos que intentas situar en el espacio y el tiempo de la noche anterior. No lo conseguirás.


En cuanto a las clases, si tenías turno de mañana muy probablemente lo habrás dejado ir.  Muy pocos valientes consiguen hacerle caso al despertador después de una noche así, pero quien lo hace merece todo el #RESPETO de la camada. Si tienes turno de tarde, el tiempo te dará ventaja e irás a cumplir para después volver a empezar el ciclo vital del estudiante UBI desde el punto 1. Buen viaje, Erasmus. 

Epílogo - Reflexión

Vamos a hacer una comparación final, para qué nos vamos a engañar, con intención de ser sangrante. 

En Covilha, con 35.000 habitantes, hay cuatro discotecas y alrededor de una decena de bares. Siempre frecuentados por estudiantes. En Castellón, esa gran ciudad de 200.000 habitantes hay, para 10.000 universitarios... (redoble, por favor) Una discoteca, si consideramos que User y Gamberro están en el mismo local y muchas veces se conectan. Bueno, y el Wallaby's -uh, esto último ha sido un golpe bajo-. Apocalíptico, demoledor (leer con voz de Pedro Piqueras). Solo decirlo ya es para echarse a llorar -si sois de los que estáis en Castellón, claro. Aquí me río yo bien cómodo-. Es como comparar a Tarantino con Steven Seagal.

jueves, 3 de octubre de 2013

Covilha, parte I: de día

Esta es Covilha vista desde la montaña. Y este soy yo saliendo mal en una foto.


Ya lo he dicho en alguna ocasión, me deprimí mucho cuando Covilha apareció en mi vida. El día en que me dijeron el destino, destrozó del todo mis ilusiones de irme de Erasmus. Soberano gilipollas fui ese día -qué fácil es insultarse a toro pasado-.

Aquél día bajé al local de debajo de mi casa y ejercí de borracho anónimo y atormentado. De esos que en las películas le dicen al barman "John, deja la botella aquí". Bien, en mi caso no era John, era Manolo. Eran las seis de la tarde, y juro que solo hay un sitio donde me hayan servido más cervezas a esa hora del día: aquí en Covilha. En aquel momento yo tenía una idea totalmente opuesta sobre este lugar. Esa tarde, entre consejos que recordé, autodeterminación y alcohol subiendo, decidí que me vendría de Erasmus pasara lo que pasara y fuera lo que fuera esto. 

Me había quedado fuera de mi primer destino por dos décimas. Covilha era el sexto. Por detrás solo estaba Ankara. Y al menos Ankara sabía situarla en el mapa. Pero no, Covilha. Búsqueda exprés en Google: 30.000 habitantes. Primer pensamiento: ¡¿Pero what the fuck?! ¡Si en La Vall vive más gente!.  En mitad de las montañas, en el punto más alto de Portugal. Alguien me dijo que "todo pasa por una razón", que quizá Covilha era mejor de lo que pensaba y sobre todo, "si no te vas de Erasmus te arrepentirás y, dentro de unos años, pensarás en que hubiera sido mejor irte cuando pudiste". Y aquí estoy. Es mejor de lo que me pensaba.

Dicho esto, voy a dividir esta entrada en dos, día y noche. Vamos a dejar el plato fuerte para la próxima y voy a enseñaros cómo es Covilha cuando sale el sol. Bueno... Digamos que el sol sale más bien poco. Esta ciudad tiene alma british. Si Covilha fuese una persona, le gustaría Oasis y todo el rock británico, sería del Manchester City y tomaría té a las cinco de la tarde. Covilha hace todo lo que puede para ser un miembro más de la Commonwealth. Con la espesísima niebla nocturna, puedes esperarte a Jack el Destripador aguardando en cualquier esquina. Esta semana ha llovido prácticamente todos los días, mientras veía fotos de gente bañándose en las playas de Moncofa y Xilxes a 30 grados. Sois malas personas, gente mediterránea. Si paseando por las montañas de la preciosa Serra da Estrela, de la que Covilha está a los pies, te dicen que estás en los Highlands escoceses, te lo crees.


Nota: no estoy de Erasmus en Escocia


Vaya por delante que la ciudad, a la que a partir de ahora denominaremos con el pseudónimo de "pueblo", porque es lo que realmente parece ser, no es bonita. Pero no me seáis superficiales: lo que importa es el interior. Es pequeña, acogedora y universitaria, en Covilha hay de todo y no se necesita más de lo que hay. Porque, al ser centro de su región, tiene todos los servicios. McDonalds, centro comercial y todas las frivolidades capitalistas básicas. Que no me quejo, oigan. Justo hoy han abierto el cine, que llevaba años cerrado. Soy el hombre más feliz del pueblo. Tengo más mono de cine que de arroz al horno.

El pueblo tiene una particularidad muy suya, un común denominador muy jodido de asimilar: las cuestas. Aquí haces deporte aunque no quieras. Si existiera la estadística, se demostraría que los ancianos de Covilha deben de tener las piernas más duras de Portugal y parte del extranjero. Mis pies están empezando a desarrollar una costra en los talones. No es broma. Mi residencia está en la parta más alta del pueblo. Sudo para llegar. La última cuesta no la sube ni Contador en bici. Es más infernal que volver del Mercadona de Benicàssim al camping del FIB a las seis de la tarde. Tuit de Iris, una compañera mía mu'maja: "En Covilha vamos a aprender a andar en vertical". Piernas, haremos.


Estas son unas escaleras estándar de Covilha. Con ascensor y todo.

Si Covilha estuviera en un llano, estaría todo cerca. ¡¡Y tienen un llano al lado!! En cambio, algún iluminado romano dijo: "¡Eh, compis, mejor construyamos la ciudad en la ladera de la montaña, será divertido!". Su madre en triciclo divertido. Ahora, sin necesidad de defender la ciudad de los Lannister y los Baratheon de la vida real, estar en la ladera de una montaña solo sirve para dar de comer a las empresas de ascensores. Porque a la cantidad de escaleras inacabables que hay se le suman unos cuantos ascensores repartidos estratégicamente. Si se averían, prepárate para tu perdición. 300 metros de desnivel entre la parte baja (a 400 metros) y la parte alta (a 700 metros) avalan su construcción. La única razón por la que no está más mal urbanizado que Castellón es porque técnicamente es imposible estar más mal urbanizado que Castellón.


Esto es lo que pasa cuando se avería el ascensor
Esto es lo que pasa después de que se averíe


Covilha era una localidad de industria textil en el siglo XX. Su lana era la mejor del país. Pero entonces llegó la globalización y la deslocalización y bye bye fábricas. Que los chinos y los kazajos salen más económicos. Covilha se vino abajo y su población pasó de 70.000 a 30.000. Había que inventarse algo y algún lugareño con ganas de fiesta llegó con la solución perfecta: ¡hagamos una universidad!. No sé quién sería, pero los covilhanenses le deben la vida. Un visionario. Sin universidad, hoy en día esto estaría semideshabitado. 

Aquí, cuando vas a una óptica porque se te ha roto el cristal izquierdo de las gafas, te cambian los dos por el mismo precio que uno. Saben que el estudiante les mantiene y hay que cuidarlo. Diferencia número uno y más importante con Castellón, donde ser estudiante significa... Nada. En Covilha, ser estudiante es ser el producto estrella que fabrica el pueblo. En Covilha, los estudiantes somos su lana del siglo XXI. Tendrá cuestas y estará mal urbanizada, pero "todo pasó por una razón" y, con todo, me atrae lo familiar y acogedora que es. En la parte II, hablaré de la diversión. Un buen destino Erasmus, adelanto.

Los portugueses son amables por naturaleza y muy diferentes a los españoles. Es de las primeras cosas de las que me di cuenta. Por dentro les sabrá mal ser amables y ayudarte siempre, pero lo hacen. Al menos, los de aquí. Este fin de semana descubriré cómo son los de la capital. Sí, amigos, la Spanish Crew se va a Lisboa en su primer viaje Erasmus. Aunque para mi será el segundo, el primero fue a Madrid hace un par de semanas. Y tranquilos, no temáis, en próximos episodios os los contaré los dos.